Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: Botones de muestra (VII)

miércoles, 18 de enero de 2012

Botones de muestra (VII)



Empecé a leer este libro con cierta duda inquieta que un antiguo nunca hubiera entendido: ¿era una novela? ¿o un ensayo histórico? ¿o quizá un ensayo antropológico sobre el recuerdo y el olvido? Un antiguo se hubiera limitado a constatar que La chica que dejamos atrás es una crónica con elementos épicos, líricos y religiosos, es decir un mito. Claro que en todas las civilizaciones la literatura –oral e incluso escrita– empieza con el mito. La diversificación de los géneros literarios viene mucho después; esa distinción puede muy bien interpretarse como el primer signo de decadencia en cualquier cultura humana. Pero ocurre que Rafael Garranzo, el autor de este trozo vivo de la historia reciente –o quizá intemporal– de la América del Norte, es antropólogo de formación y diplomático de profesión, con lo cual sabe muy bien que cuanto más pueda uno acercarse a los orígenes y a las raíces de un mito histórico mejor entenderá el incendio del que siempre queda algún rescoldo. Sabe incluso que ningún incendio en la historia se apaga del todo; siempre quedan brasas. Y son brasas que queman. Nadie puede removerlas con impunidad.

El método narrativo empleado se adapta muy bien a la realidad mítica -huelga decir que no son términos antitéticos- que describe. Se presenta como una obra coral y en el coro se mezclan los personajes y los narradores más variopintos, pero ninguno traído caprichosamente. La historia está contada por Buffalo Bill y Calamity Jane, por blancos y por indios, hombres y mujeres, muertos y vivos, perros, militares y escritores y pintores, y el Dr Jekyll y Mr Hyde, y hasta Robert Louis Stevenson aparece en alguna escena. Sobre todo, claro está, el principal narrador es es autor del libro, por más que no busque protagonismo y quiera dejárselo todo, con generosidad de auténtico escritor, a los memorialistas, historiadores, aventureros, héroes y malvados que cruzan las vastas praderas del Oeste. Rafael Garranzo, antropólogo seguidor de Lévi-Strauss (pero no rousseauniano, puesto que no cree en la inane dicotomía Hombre Bueno/Sociedad Mala), relata con vigor el drama de las guerras entre indios y colonos y soldados en los Estados Unidos. Garranzo es a la vez un contador de cuentos, como llamaban a Robert Louis Stevenson los polinesios, y un antropólogo que al final del día comprende el fondo del drama: a veces el olvido es el único remedio. No siempre el recuerdo sirve para el exorcismo de los demonios del pasado. T.S. Eliot no andaba descaminado al decir “humankind cannot bear very much reality”.

Por último, qué buen título el de este libro, que condensa la ironía de la historia, o quizá de toda la Historia. La chica que dejamos atrás (The girl I left behind) es el título de una vieja canción, considerada como una de las señas de identidad de los Estados Unidos. Pero resulta que, según nos asegura la Wikipedia, sus orígenes son ingleses o irlandeses. Luego la llevaron las tropas británicas a América y allí la adoptó el ejército de la revolución americana. Así es que también habrá que olvidar los orígenes de las canciones de marcha (también Lili Marleen y La Madelon) para ir incorporándolas a las señas de identidad de un bando o de otro. O, quizá, de los dos.



















La chica que dejamos atrás
Por Rafael Garranzo
Ediciones Atlantis
Madrid, Septiembre 2011

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2 comentarios:

  1. Estimado amigo:
    Que metáfora tan preciosa y acertada la de los incendios en la historia que no se llegan a apagar nunca. Para recordarla siempre.
    Un saludo de su seguidora, Carla R-S.

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  2. Interesante artículo. Muy cierto: " en el coro se mezclan los personajes y los narradores más variopintos", en muchas obras ocurre esa antojadiza elección, una de las miradas más lúcidas de personajes es la del escritor D. Francisco Ayala, Señor inteligente y gran observador de la vida y las personas.


    Saludos Cordiales.

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