lunes, 6 de junio de 2011
Botones de muestra (II)
Leopoldo Calvo-Sotelo fue un político culto, y eso que sabía que hoy la cultura le sirve de bien poco al político. Por eso decía de Suárez: “Era un político de verdad, no le interesaba para nada lo que no fuese la política. Suárez no ha perdido tiempo leyendo; el tiempo que yo he pasado leyendo, millares de horas, Suárez andaba hablando con la gente, que es lo que tiene que hacer un político.”
Y en su cultura había mucho sentido del humor:
“En algún momento, que no recuerdo, caí en los Diálogos de Platón, que tienen un atractivo literario enorme, hasta el punto de que yo me sentía involucrado y cuando leía el Fedón esperaba que Sócrates no se bebiera la cicuta, como cuando en una novela policíaca uno confía en que no maten al señor conde.”
Este retrato intelectual está escrito por varios autores que conocieron bien al retratado. El que mejor lo retrata es –cosa insólita- un hijo, Pedro Calvo-Sotelo. Combina a la perfección en su mirada el cariño, la clarividencia y el humor.
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A mí lo que más me interesó del libro “Leopoldo Calvo-Sotelo, un retrato intelectual”es que responde con exactitud, hondura y amenidad a lo que promete el título. Ojalá hubiera más libros así, que detallasen minuciosamente las lecturas y los gustos del biografiado, que en este caso abarcaba desde la teología hasta las matemáticas pasando por la música y la economía. Leopoldo Calvo-Sotelo era un hombre realmente culto, y no tan sólo instruido. Ojalá –también- hubiera habido muchos más políticos así durante los últimos cien años.
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