Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: junio 2010

miércoles, 30 de junio de 2010

Belleza maculada

El artículo sobre Hopkins apareció en el ABC el Domingo de Resurrección, 19 de Abril, de 1987, y luego fue recogido en el Guirigay nacional. Hubiera sido más completo si en aquel entonces yo hubiese conocido los escritos de José Antonio Muñoz Rojas sobre el poeta inglés, que pueden verse en sus Ensayos anglo-andaluces. También me hubiera ayudado saber lo que hoy sé sobre este tipo de soneto acortado, o curtal sonnet, como lo llamó su autor. Aunque también es cierto que si hubiese sabido todo eso el artículo habría tenido que ser un ensayo más largo, que quizá nunca hubiera escrito. En fin, para el lector curioso ahí va el enlace con el curtal sonnet , con un buen resumen de lo que es esa extraña forma de soneto inventada por Hopkins.
Sin duda la forma misma ya es counter, original, spare, strange.



Belleza maculada


Pied Beauty


Glory be to God for dappled things—
For skies of couple-colour as a brinded cow;
For rose-moles all in stipple upon trout that swim;
Fresh-firecoal chestnut-falls; finches’ wings;
Landscapes plotted and pieced-fold, fallow, and plough;
And áll trádes, their gear and tackle and trim.

All things counter, original, spare, strange;
Whatever is fickle, freckled (who knows how?)
With swift, slow; sweet, sour; adazzle, dim;
He fathers-forth whose beauty is past change:
........................................................ ...... ........ ..Praise him.

(G. M. Hopkins)



Beauté Piolée


Gloire à Dieu pour les choses bariolées.
Pour les cieux de tons jumelés comme les vaches tavelées,
Pour les roses grains de beauté mouchetant la truite qui nage;
Les ailes des pinsons; les frais charbons ardents des marrons chus; les paysages
Morcelés, marquetés —friches, labours, pacages;
Et les métiers: leur attirail, leur appareil, leur fourniment.

Toute chose insolite, hybride, rare, étrange,
Ou moirée, madrurée (mais qui dira comment?)
De lent-rapide, d’ombreux-clair, de doux-amer,
Tout jaillit de Celui dont la beauté ne change:
..........................................................................Louange au Père!

(Versión de Pierre Leyris)




Belleza maculada


Gloria a Dios por las cosas variopintas:
por los cielos cual reses berrendas, a dos tintas;
por la mota rosada que en la trucha que nada pinta pintas de antojo;
las caídas castañas, frescas ascuas al rojo;
las alas del pinzón; y las campañas ensambladas de partes: redil, labor, barbecho;
y todos los oficios con sus artes, su apero, su pertrecho.

Todo lo peregrino, singular; cuanto de raro y vario ha sido hecho
con modo de mudar, todo lo que motea (mas ¿a quién se le alcanza?)
con premura y templanza, acritud y dulzura; aquello que fulgura y que sombrea,
así lo engendra Aquél cuya hermosura se halla más allá de la mudanza:
.......................................................................................................................Loado sea

(Versión de José Guillermo García- Valdecasas)




El poema de Hopkins que antecede se consideraba imposible de traducir. Pero lo tradujo Pierre Leyris. El mundillo internacional de filólogos y traductores literarios pronto comprendió la proeza lingüística que suponía verter al francés una poesía inglesa de tan excepcional complejidad y riqueza, conservando —o mejor dicho, recreando— la rima, el ritmo interno, la aliteración, la fuerza evocadora de las asociaciones de ideas y palabras, amén del sentido exacto del texto original. Después de conocerse la antología de Hopkins escogida, comentada y traducida por P. Leyris (París, 1980) dejó de ser lícito contraponer como géneros mutuamente excluyentes traducción literal y traducción literaria. «Una exhibición de virtuosismo difícilmente igualable», comentó The Times Literary Supplement (26-12-1980). «Una imposibilidad donde las haya», afirma George Steiner, que en su libro After Babel incluye Beauté Piolée, junto con tan sólo otro ejemplo, en una short list of supreme translations de todas las lenguas y épocas históricas.

Comentando con José Guillermo García-Valdecasas, meses ha, esta fama de imposibilidad vencida de Pied Beauty/Beauté Piolée, tuvo aquél un gesto espontáneo: saltó al ruedo frente al reto de las «reses berrendas» del poema, dispuesto a traducirlo al español. Yo aporté un poco, mis conocimientos de inglés; él un mucho, su extraordinario oído poético. Tras días y días de faena surgió la versión que acabo de ofrecerles. Es de aplicación —en este caso sin falsa ni verdadera modestia— la frase consabida: cualquier error será culpa mía, y mérito de mi amigo cualquier acierto. Y no es poco logro, creo yo, haber conservado la belleza sensual del poema inglés pese al durísimo pie forzado de la literalidad absoluta y de la afinidad con la métrica original. Se escogió una alternancia libre de versos de siete y once sílabas —propio de cierta mística castellana— más alejandrinos, con hemistiquios. Mientras desenrollábamos el suntuoso tapiz de imágenes nos venían a la mente clásicos retazos españoles de figuras similares: «Nace el bruto y con su piel / que dibujan manchas bellas...» (Calderón), «Erizo es, el zurrón de la castaña» (Góngora).

Y sin embargo a nadie se parece del todo, ni en estilo ni en personalidad, Gerard Manley Hopkins, S J. Nacido en 1844 de familia acomodada, estudió lenguas clásicas en Oxford, donde a los veintidós años se convirtió a la fe católica. En 1868 ingresó en el noviciado de los jesuitas, y fue ordenado sacerdote ocho años más tarde. Ejerció la cura de almas en barrios miserables de Glasgow y en otros lugares, y al final de su corta existencia enseñó griego en Dublín, donde murió en 1889. Muchos años después, en 1918, su amigo Robert Bridges dio a conocer la obra poética de quien en vida había querido permanecer ignorado. Apartado Hopkins de las corrientes literarias de su tiempo, sacrificando todo por amor a Dios (aun su poesía, que llegó a quemar en cierta ocasión y se abstuvo de continuar en otras), consiguió sin buscarla la más completa originalidad en el fondo y en la forma.

Valga como muestra de tan fecunda paradoja esta Belleza maculada, donde la hipnótica observación de la naturaleza se vuelve himno a Dios y el poeta agradece al Creador precisamente cuanto a otros hombres desconcierta: manchas y contrastes, sombras y tornasoles, como si lograse ver el sentido oculto de la creación bajo la aparente ambigüedad, tras el azar equívoco que a los demás nos desazona... Acaso Hopkins con su vida humilde y su visión penetrante cumplió mejor que nadie el orgulloso lema heráldico de su familia: Esse quam videri, «ser, más que parecer».




(Este artículo se publicó en el ABC del 19 de Abril de 1987, y fue recogido en los libros El Guirigay Nacional (1988) y El Guirigay Nacional. Ensayos sobre el habla de hoy (2005))



Bibliografía de El Guirigay Nacional. Ensayos sobre el habla de hoy
Bibliografía del Marqués de Tamarón
(c) Marqués de Tamarón 2008

jueves, 17 de junio de 2010

Más citas desde la caverna

Espigadas en lecturas
sin orden mas no sin concierto,
con procedencia verificable.

Cita del mes de Junio:



1. Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.
2. Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva.
3. Para quienes violen lo dispuesto en el apartado anterior, en los términos que la Ley fije se establecerán sanciones penales o, en su caso, administrativas, así como la obligación de reparar el daño causado.
.........................(Artículo 45 de la Constitución Española de 1978)


Acaso sea este el artículo más conculcado de nuestra Constitución, aunque en reñida competencia con otros. El apartado 1 no se entiende y el 2 y el 3 sí pero no se cumplen.

martes, 1 de junio de 2010

Tontos en varios idiomas

     Una de mis tonterías de juventud fue escribir un artículo titulado Listos en varios idiomas, hace veinte años. Pretendí contraponer a Ortega y Gasset —según el cual «hay quienes son tontos en varios idiomas»— una larga lista de autores que escribieron en más de una lengua, de listos en varios idiomas. Ortega afirmaba que «el tránsito a otro idioma no se puede ejecutar sin previo abandono de nuestra personalidad, y, por tanto, de nuestra vida auténtica. Para hablar una lengua extraña lo primero que hace falta es volverse durante un rato más o menos imbécil». Entonces aquello me chocó; ahora me parece acertado. Para colmo cometí el error de enviar, tan ufano, mi artículo a Madariaga, paradigma español de escritor políglota. «La raíz psicológica de la frase —me contestó— y aún más de la actitud que la inspira es que Ortega era un pésimo lingüista. Yo me encontré, circulando por Alemania, que cuando él hablaba en alemán no lo entendían.» Lo malo es que el epíteto tonto en varios idiomas lo había acuñado Ortega, en una tertulia, para aplicárselo precisamente a Madariaga, según dicen. Yo no lo sabía, pero Madariaga seguro que sí. Cuando a las pocas semanas averigüé el origen de la frase fui yo quien me sentí muy tonto, comprendiendo que había ido a mentar la soga en casa del ahorcado.

     Circunstancia atenuante de aquella sarta de desatinos filopolíglotas es que yo andaba enamorado a la sazón de una danesa casada con un sueco y escritora en inglés, conocida en el mundo como la baronesa Blixen y en las letras como Isak Dinesen. Amoríos platónicos y unilaterales, entre otras razones porque ella ya había muerto. Pero el caso es que mi admiración por la llamativa cosmopolita, surgida cuando leí su única obra buena, los Siete cuentos góticos, no hizo sino acrecentarse durante un par de años que pasé en África, donde cegado por el sol llegué a creer que compartía el romanticismo mediocre de sus dos libros sobre Kenia. Luego empezaron a asaltarme dudas. Aquel idioma inglés exquisito que escribía la danesa, ¿sería elegancia pura o amaneramiento? Creo recordar una carta del joven Aldous Huxley al ya maduro Paul Valéry advirtiéndolo contra los peligros de admirar demasiado la poesía de Poe porque, venía a decir, los extranjeros pueden pasar por alto un fallo poético que sólo se descubre en la lengua materna: la cursilería sutil. ¿Podría ocurrirnos eso a los lectores de Dinesen? Peor aún, ¿le habría ocurrido a la propia autora al escribir en inglés, lengua extranjera? Por último, su llanto continuo por la extinción de los valores de la Europa aristocrática e internacional anterior al siglo XX, ¿era genuina nostalgia o pretexto estético? Sobre todo, ¿quién demonios era esa señora?

     Pasó el tiempo, leí un par de biografías de ella, viví cinco años en Dinamarca, conocí su ambiente, hablé con quienes la habían tratado y llegué a la conclusión —parafraseando a Cocteau sobre Víctor Hugo— de que la baronesa Blixen era una loca que se creía la baronesa Blixen. Lo que más me puso la mosca detrás de la oreja fue comparar su constante elegía por la nobleza con el enfoque dado al mismo tema literario por Vita Sackville-West en Inglaterra, Lampedusa en Italia, Jean d’Ormesson en Francia, Lorenzo Villalonga en España o Lernet-Holenia en Austria. Donde éstos mezclaban la pena del sic transit gloria mundi con cierto pudor irónico —quizá porque pertenecían por nacimiento a esa clase social crepuscular— ella adoptaba posturas con ribetes exhibicionistas, acaso por haber accedido a la nobleza de otra manera. Claro que la operación de esculpir su propia medalla con perfil aristocrático le salió muy bien. Se la rifaban los progres de facultad daneses, que, como me decía cierto profesor de Copenhague, «no habiendo visto en su vida a una señora, cuando apareció esta mujer teatral recordaron haber leído novelas baratas francesas donde siempre figuraba una condesa balcánica de este estilo, y pensaron esto sí que es una grande dame».

     En cuanto a su época africana, debió de ser más o menos como la cuenta la película de los siete óscares, Memorias de África. El paisaje y la fauna, aunque muy deteriorados por la explosión demográfica y por la caza furtiva desde que se fueron los ingleses, siguen siendo espectaculares en la fotografía. Meryl Streep representa bien su personaje, llegando a imitar el acento danés. En cambio Robert Redford resulta poco verosímil haciendo de Denys Finch-Hatton. Visconti supo en El Gatopardo convertir a un saltimbanqui americano, Burt Lancaster, en un príncipe siciliano; Pollack no ha logrado disfrazar a este otro yanqui sanote y simpático de hijo del decimocuarto Lord Winchelsea, producto de Eton y Oxford, iniciador de la danesa en el griego clásico y Stravinsky. Tampoco acierta el director al atribuir a la heroína leves resabios de socialdemócrata escandinava: si la Blixen defendió en ocasiones a los africanos es porque encontraba más aristocrático al guerrero masai que al tendero británico, y si aborrecía a los nacionalsocialistas hitlerianos es porque los consideraba unos horteras rojos.

     En todo caso, Memorias de África es, como los sueños de su protagonista, un espléndido sucedáneo para la clase media frustrada. Se comprenden los óscares, pero sigue pareciendo tan peligroso llorar lo que nunca se tuvo como escribir en idioma ajeno.



(Este artículo se publicó en el ABC del 12 de Abril de 1986, y fue recogido en los libros El Guirigay Nacional (1988) y El Guirigay Nacional. Ensayos sobre el habla de hoy (2005))


* * *

En cuanto al artículo allí mencionado, Listos en varios idiomas, no lo encuentro pero recuerdo que lo publicó El norte de Castilla hacia 1966. Todavía me mortifica el recuerdo de mi plancha con don Salvador de Madariaga, de quien guardo un recuerdo lleno de admiración. Claro que Ortega y Gasset también me ha influido mucho, más sin duda que Madariaga. Pero a éste lo conocí en persona y a Ortega no. Estaría bien poder pedir perdón a las sombras del otro mundo. En fin, lo más probable es que les den igual las viejas pifias de los supervivientes. Pero, por si acaso, bueno es exorcizar repetidas veces los recuerdos ridículos para uno mismo, y la única manera de hacerlo es contándolos.


Bibliografía de El Guirigay Nacional. Ensayos sobre el habla de hoy
Bibliografía del Marqués de Tamarón
(c) Marqués de Tamarón 2008