Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: octubre 2011

jueves, 27 de octubre de 2011

Citas desde la caverna (VIII)

La Academia de España en Roma es "una merienda de negros, ¡pero de negros cimarrones!"... "¡Sáqueme de este purgatorio!"
Carta de Valle-Inclán a Salvador de Madariaga del 4 de Mayo de 1934

http://revistadelibros.com/articulo_del_mes.php?art=5033

"La injerencia política envenena el relevo en la Academia de España en Roma".
Titular del ABC de ayer, 26 de Octubre de 2011

http://www.abc.es/20111026/cultura/abcp-injerencia-politica-envenena-relevo-20111026.html

O sea que 77 años después estamos en las mismas. La única diferencia es que los de antes, Valle-Inclán y Madariaga, no eran políticamente correctos y escribían mejor.

martes, 25 de octubre de 2011

Dos antologías poéticas de Fernando Ortiz

Miradas al último espejo (Poesía 2007-2010). Fernando Ortiz. Diputación de Sevilla, 2011
Poesía de una vida. Antología poética 1978-2011. Fernando Ortiz. Diputación de Sevilla, 2011



Qué humilde la verdad de la hermosura, murmuraba a veces un montañero amigo mío mientras paseaba por el monte fijándose en la belleza y modesta gallardía de las flores que soportan los rigores del yermo. No lograba recordar dónde había leído el endecasílabo. Y es que lo memorable se suele volver (por injusticia o por tributo) anónimo. El verso es de Fernando Ortiz y recoge varias de las señas de identidad de su poesía, cuyas diversas facetas quedan por lo demás muy bien retratadas en estas dos antologías.

La primera seña de identidad sería la elegancia, en el sentido matemático del vocablo: “característica de una comprobación que deriva el resultado de manera sorprendente de teoremas en apariencia no relacionados”. Huelga decir que esa elegancia no es blando amaneramiento sino todo lo contrario. De ahí que Ortiz pueda afirmar con Quevedo vivo en conversación con los difuntos, empezando por el propio Quevedo y el resto de los poetas barrocos españoles. De su familiaridad con ellos da fe el último, sombrío y brillante poema en ambas antologías: Homenaje al soneto barroco. En perfecto bucle, es un soneto muy barroco, precedido de unas soleares que dicen lo mismo en tono popular, y el ninguna de las dos composiciones hay una sola palabra que suene pretenciosa, oscura o falsa. Señal de que la elegante sencillez es, además, versátil.

Para eso hacen falta cultura y lectura de toda una vida, amén de un oído poético prodigioso, pese a declararse “el mejor poeta sordo de su calle”. Sus lecturas son muy diversas y él agradece a los clásicos lo mucho que les debe en Si mi palabra vale viene de ellos: Homero y Virgilio, Arnaut Daniel y los provenzales, Ronsard, Donne, Eliot, el Mío Cid, el Siglo de Oro español, los Machado. Y en otros lugares reconoce con generoso orgullo su admiración por otros poetas españoles del siglo XX. Pero la gran deuda instrumental la reconoce a la buena biblioteca paterna y al buen profesor de griego y latín en el bachillerato. Así dice, buenos, que es mucho decir en boca de hombre parco en superlativos.

Fundamenta, pues, todo lo hasta ahora dicho en la tradición, entendida a la manera de T.S. Eliot, a quien admira y de quien aprende. Incluso aconseja repetidas veces acatar su máxima: “un buen poeta suele tomar prestado de autores remotos en el tiempo, o ajenos en la lengua, o de distintos intereses”. Además, dice Ortiz, “saber bien el oficio es indispensable” – y él lo sabe, y se deleita ejerciéndolo – “pero la poesía, si alguna vez se alcanza, es más. Es la alta noche de los místicos, el acorde de Cernuda”. “El proceso de creación poética ha sido siempre algo misterioso y emparejado a lo sagrado…”. “Se escribe poesía porque se lee poesía, y su poder encantatorio u órfico […] nos seduce a muy temprana edad”.

Difícil sería explicar mejor el papel de la traditio en la creación artística, desde Altamira hasta hoy. O quizá hasta ayer. Hay que agradecer estas últimas antologías al mayor preceptor y creador de la llamada Generación poética de la Transición.

(Esta reseña apareció en el ABC Cultural del 15 de Octubre de 2011, bajo un buen título escogido por la redacción del periódico: Préstamos líricos)

Si en su librería habitual no tienen estas dos antologías de Fernando Ortiz, por favor díganle que los encarguen al distribuidor: info@maresdelibros.com

Enlaces relacionados:
Interpretación auténtica de Fernando Ortiz

miércoles, 19 de octubre de 2011

Por gusto

Para celebrar mi paso -desde ayer- a las activas clases pasivas, empiezo este otoño una serie de conferencias cuyo título, si lo tuviese, sería Por gusto. Tratarán sobre literatura. O, más exactamente, sobre lectura, y por qué ésta puede y debe ser ante todo un disfrute. Bajo el mismo título estoy preparando, a la vez, un libro, pero eso es ya otra historia.

Para más detalles sobre estas conferencias, entre aquí:
www.youtopia.es

jueves, 13 de octubre de 2011

Un tren fabricado por Carmen y conducido por Don Quijote

Lo malo de las declaraciones es que nunca cabe todo lo que uno quería decir ni se entiende todo lo que aparece publicado. Reproduzco a continuación lo que salió en el ABC del pasado 7 de Octubre, y para mayor exactitud vayan a este enlace:

El español es un gran vehículo para razonar



Al hilo de esta idea se me ocurrió otra cosa, pero ya no cupo. Pensé que -en todo caso- más obra de Franco serían el catalán y el vascuence que el español. Los hablantes de catalán se quedaron con la impresión de que su lengua había estado por completo proscrita, y olvidaron cuestiones como que durante el gobierno de Franco, entre 1939 y 1975, se imprimieron más libros en catalán que durante los cinco siglos anteriores, desde la invención de la imprenta en 1440. De este modo la imagen del catalán cobró tonos mártires de lengua perseguida a la par que aumentaban grandemente sus posibilidades de ser leida. Otra cosa es lo que se podía publicar en catalán: no era todo, como no lo era tampoco en castellano.

En cuanto al vascuence, también se olvida que las ikastolas empezaron a funcionar legalmente en la época de Franco.

En fin, estos dos asuntos fueron investigados y documentados hace ya unos años, creo recordar que por don Gregorio Salvador. En cuanto encuentre el libro en el caos de mi librería daré aquí la referencia exacta de tan singulares hechos.

lunes, 3 de octubre de 2011

El SHIT

Al español le va la marcha, al menos en el terreno de la hipérbole. Si no le golpean con fuerza la imaginación no reacciona. Cuando un inglés quiere decir que algo le resulta incomprensible, asegura it’s all Greek to me. Un francés va más lejos y dice c’est de l’hébreu pour moi. Pero un español, sin duda convencido de que el griego o el hebreo parecerían lenguas sencillas a su interlocutor, se ve en la obligación de afirmar para mí es chino.

Bien es verdad que la búsqueda de superlativos nuevos y cada vez más desaforados es fenómeno común a todas las lenguas. La noción de lo óptimo, por tomar un ejemplo, despierta en los franceses una insospechada vena surrealista y llegan a decir en argot de algo muy bueno que es vachement chouette (vacamente lechuza). Los ingleses se lo toman a la tremenda y dicen que es terrific (terrorífico). Son, sin embargo, los españoles los que más truculencia, pansexualismo y blasfemias —más imaginación pervertida, en suma— derrochan en los sinónimos de óptimo: brutal, bestial, cojonudo, de puta madre, la leche, la hostia. Aun sin caer en la grosería hay en el castellano popular mil maneras pintorescas de decir de alguien o algo que es excelente: fuera de serie (hace treinta años estaba en boga como sustantivo y en el sentido de superdotado; solía aplicarse a los empollones que sacaban más de una oposición, aunque después no hicieran otra cosa que vegetar), de película o de cine, chulísimo, guay o moloncio. Este adjetivo —como su verbo de origen, molar— es el último grito entre los jóvenes. Sus bisabuelos introdujeron as, probablemente por influjo del nombre dado a los grandes pilotos de la primera guerra mundial. De la misma época, aunque no estamos seguros, debe de ser el ya desusado superferolítico, que empezó siendo un tanto peyorativo (significaba delicado o fino en exceso) y terminó en alabanza.

Este proceso de exageración creciente en el encomio encierra una doble paradoja. En primer lugar que cuanto más extremoso y estrafalario sea el neologismo menos dura. Extraordinario lleva vigente cinco siglos, fetén se usó unos años. Por la ley del rendimiento decreciente la desmesura progresiva tiende a cansar. Y al ser cada vez más difícil superar la enormidad de moda aparece el Síndrome de la Hipérbole Inalcanzable Totalmente (SHIT). Algunos jóvenes de hoy, los más modernos, recurren —presas del SHIT— a la hipérbole moderada, y valga la contradicción. Califican cuanto los asombra de demasiado (demasié en cheli), grande, importante o total.

La segunda paradoja es que una lengua tan rica en términos de encomio pertenezca a un pueblo tan reacio a reconocer la excelencia. «Yo he observado en muchos españoles cierto desvío enojado a reconocer distancias infinitas entre unos hombres y otros de sabios, de héroes, de poetas», apuntó Ortega y Gasset. Don José apreciaba mucho a los egregios (una de sus palabras predilectas) y sufría con «esa manera celtíbera de sentir la democracia como nivelación universal». ¿Qué hubiera pensado de la nueva moda de usar elitista como insulto? Si elitista es quien aspira a la perfección en sí mismo y en los que lo rodean, ¿qué hay de malo en ello? El término empieza a emplearse como reproche en todo lo relacionado con la educación. Será que los que lo usan no desean, cuando acuden al dentista o a un restaurante, que los responsables de la faena hayan pasado respectivamente por escuelas de odontología y de cocina muy elitistas. Pero suena a recriminación hipócrita y en cierto modo recuerda a la que espeta un historiador marxista a otro que no lo sea, cuando éste alega hechos fehacientes que no convienen a aquél: «Ha caído usted en el objetivismo burgués».

Claro es que la culpa de estos embrollos dialécticos —mezcla de Kafka y Jardiel Poncela— la tienen quienes, acoquinados, no se atreven a contestar: «Sí, señor. Soy un elitista y he caído en el objetivismo burgués. Pero no he caído, como usted, en el SHIT».



«Das kommt mir Spanisch vor (eso se me antoja español) dicen los alemanes cuando algo les parece extraño, incomprensible o incluso sospechoso», me escribe doña Erika Holweg a propósito del primer párrafo de este artículo. Lo completa, creo, y hace pensar que los alemanes no sufren del SHIT, al menos cuando usan comparaciones tan realistas.


(Este artículo apareción en el ABC del 19 de Abril de 1986 y fue recogido en los libros El Guirigay Nacional (1988) y El Guirigay Nacional. Ensayos sobre el habla de hoy (2005))



Bibliografía de El Guirigay Nacional. Ensayos sobre el habla de hoy
Bibliografía del Marqués de Tamarón
(c) Marqués de Tamarón 2008