Los dos únicos géneros literarios del todo inefables son la Mística y la Novela Policíaca. No lo digo en broma irreverente sino por lectura propia y apasionada.
Inefable es todo aquello que deja sin habla. A los 18 años hojeé y ojeé con pasión y sin orden ni concierto The Perennial Philosophy, la antología de literatura mística elaborada y comentada por Aldous Huxley. Poco después, en 1961, supe que el autor inglés había perdido toda su biblioteca en un incendio que arrasó su casa en California. Le escribí preguntándole si podía reponerle algún libro de los místicos españoles. Me lo agradeció y me pidió uno de San Juan de la Cruz y otro de Santa Teresa de Jesús. Se los mandé enseguida y creo que llegaron. Pero no sé si llegaría a releer sobre la música callada, la soledad sonora del carmelita y el muero porque no muero o la borrachez divina de Santa Teresa, pues murió el 22 de Noviembre de 1963, el mismo día en que asesinaron al Presidente Kennedy.
También es inefable cualquier novela policíaca bien hecha: deja sin habla al lector que habiendo llegado al desenlace final se siente obligado a callar la identidad del asesino. El spoiler o destripe está mal visto. Por eso es casi imposible escribir la reseña o resumen de cualquier novela o película policíaca. Desde que a los 15 años leí mi primer libro en inglés, The Thirty-Nine Steps, de John Buchan, leí el resto de las novelas del mismo autor y pasé enseguida a otras obras que pueden calificarse de novelas policíacas o de misterio, sobre todo escritas en lengua inglesa como las de Poe, Stevenson, Conan Doyle, H.G. Wells, Rider Haggard, Chesterton o Graham Greene. Me refiero sobre todo a los autores de lengua inglesa pues por algún extraño motivo siempre han sido los amos de este género. Pero también en español tenemos obras interesantes de Pedro Antonio de Alarcón, Emilia Pardo Bazán o Jorge Luis Borges.
Reconforta comprobar que incluso un octogenario como yo, con tiempo tasado para una capacidad previsible de lecturas (¿diez libros por año durante cinco años?), puede descubrir por azar a un autor para mí del todo desconocido y quedar enganchado en sus novelas de misterio o suspenso o, valga el barbarismo, thrillers, como es Charles Cumming. Primero leí The Spanish Game, que se desarrolla en España donde el autor vivió dos o tres años. Lo leí, temblando de emoción e intriga, en un par de días. Confieso que me asustó pensar en otras conclusiones finales, pero por respeto a las normas del oficio, no entraré en más detalles salvo aclarar que me resultó un libro tan satisfactorio como capaz de enganchar. Y luego leí The Trinity Six, sobre un sexto miembro del grupo de espías soviéticos de Cambridge. Está muy bien inventado, aunque yo creía que el sexto de esa banda criminal fue otro sujeto muy distinto, que murió en España.
Perdóneme, pues, el novelista por no ser más explícito y agradézcame el lector la misma discreción.
Bueno, Santiago, yo creo que el Sexto Elemento va a acabar siendo algún democristiano. El papel les cabe como anillo al dedo.
ResponderEliminarY eso de ir leyendo filosofías místicas a los quince años... bien, no digo que a las chicas no nos atrajera, pero tampoco hace falta que presumas de diabólico.
Reléelo, ¡Oh insidiosa irresistible! Lo que yo leí a los 15 años fue la novela policíaca, de espionaje, “The Thirty-Nine Steps”, “que entendí a medias y me cautivó”. En cambio, “a los 18 años hojeé y ojeé con pasión [pero no diabólica] y sin orden ni concierto “The Perennial Philosophy””.
EliminarPor desgracia nunca noté que os atrajese a las chicas.
¿Y qué es el "Sexto Elemento"?. La Wikipedia dice que es el Carbono. Y que Niall Ferguson lo identifica como el Trabajo, sexto elemento del dominio del mundo por la cultura de Occidente. Total, nah.
EliminarAy, Santiago: Si es que casi nos forzabas a irnos con la segunda fila. ¿Cómo ibas a notarlo? ¡A ver quién te distrae de tus lecturas! Y lo malo es que sigo leyendo todo lo que reseñas... Pero mantengo lo de diabólico. Es un halago; diabólico, pero halago.
ResponderEliminarAl Sr. Wolf Undsoweiter: "El Sexto Elemento" se refiere al supuesto sexto espía de los tradicionales cinco de Cambridge. Comparar lo grosero, falso y aburrido del caso de espionaje al separatismo catalán de estas pasadas semanas con el estilo y la elegancia de aquellos cinco traidorazos me vuelve todavía más nostálgica.
Me recordó su escrito lo que Camilo José Cela decía del gregoriano y del tango. Afirmaba que musicalmente se debatía entre ambos. Borges, por su parte, afirmaba que la teología debería considerarse una parte de la ciencia ficción. A mi me parece, puestos en tal suerte de electivas consideraciones, que la economía debería considerarse en el campo del ocultismo, como un saber esotérico propio de iniciados. Si así fuere, sería la más inefable de las ciencias, si es que es tal cosa. Un saludo afecto. A su servicio.
ResponderEliminarQue delicia que su escritura hable de lo inefable en lo géneros literarios. Que usted sea ese lector que reflexiona y nos hace ver y pensar sobre aspectos de la literatura. Que gratitud le tengo por no olvidar a Borges jamás. Siempre tuvo ideas buenas, siempre supo escribir bien. Siempre. Su inteligencia es una flor de colores vivos, llena de aromas fuertes que no se puede olvidar.
ResponderEliminarA la lista de novela policiaca en español se podrían añadir los casos protagonizados por Plinio y don Lotario, de García Pavón. Descubrí a la extraordinaria pareja, remedo del detective inglés y su amigo médico, en versión manchega, de jefe de la policía municipal de Tomelloso y su amigo veterinario, un verano, rebuscando en la vieja biblioteca de una casa familiar hoy cerrada y cayéndose a pedazos. Es una gran lectura.
ResponderEliminarHe leído una novela de Charles Cumming que me ha gustado. Muchas gracias don Santiago por la recomendación. The Trinity six. Es la que gira alrededor de un sexto miembro del círculo de Cambridge, los famoso Philby, Burgess, Blunt, etc. que no habría sido descubierto nunca. Muy entretenida, como todo lo que gira alrededor de ese grupo de traidores, ya mítico.
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