Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: 2023

lunes, 11 de diciembre de 2023

Felices Pascuas y A.D. MMXXIV


Adoración de los Reyes Magos, Rubens. 
1624,Museo Real de Amberes

(Para agrandar la imagen pinche encima con el ratón) 


   Os deseo a todos unas felices Pascuas y un buen Año Nuevo de 2024. 
   Y que disfrutéis mirando al Niño, Luz Eterna, y escuchando la Gran Antífona de Adviento del día 21 de Diciembre: 


O ORIENS
SPLENDOR LUCIS ÆTERNÆ ET SOL JUSTITIÆ

VENI ET ILLUMINA SEDENTES IN TENEBRIS ET UMBRA MORTIS.





martes, 28 de noviembre de 2023

El Coto Doñana está moribundo

    


    Ni que decir tiene, pero conviene decirlo, que cuanto aquí digo es mi opinión y responsabilidad, salvo las citas, claro.

    En El Mundo del Martes 21 de Noviembre leo: “Ateneo de Madrid. Había que empezar a hablar más de los vivos que de los muertos”. Pues me temo que hoy y aquí vamos a hablar más de los muertos que de los vivos, porque el Coto Doñana está moribundo. 

    Releyendo los Pioneros de Doñana (1872-1959), de Jaime Bohórquez, reparé en la entradilla que figura en la hermosa cubierta del libro:
La deliciosa y salvaje historia de los naturalistas Abel Chapman, Walter J. Buck y William H. Riddell en los albores de la historia de Doñana, en una fabulosa España, agreste e inexplorada. 
     Sin olvidar el tono que la licencia poética concede al autor, me pregunté si la entradilla no contendría también una cierta ironía. Ahora sospecho que sí, y esa ironía no exenta de amargura honra a Jaime Bohórquez. La “fabulosa España, agreste e inexplorada”, no existe en este año de 2023, ni existía ya en el año pasado de 2022, cuando se publicó el libro. Pero la velocidad con la que se destruye ese lugar va acelerándose. El cambio climático (ese que tantos de nuestros amigos de derechas niegan) así como los cultivos de fresas, frambuesas, etc. (esos que nuestros amigos de izquierdas condenan pero protegen para no irritar a los alcaldes de izquierdas de la comarca) parece que ya tienen consecuencias irreversibles.

    Muchos lo saben, lo reconocen y lo lamentan. Los autores de los prólogos (Conservar Doñana por Rafael Zardoya, Director del Museo Nacional de Ciencias Naturales y Redescubrir lo salvaje, por Santos Casado, Profesor de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid) también lo saben y avisan de que “estos problemas no harán sino acrecentarse en un contexto de cambio climático global que afecta particularmente a los humedales y a esta región del planeta”.  Pero en este último año la situación ha empeorado gravemente: ya se habla del año más caluroso de la Tierra desde hace quince siglos. 

    Las medidas que con mayor o menor sinceridad se anuncian por unos y otros para proteger el Coto Doñana es probable que resulten poco eficaces, aunque menos da una piedra. Tendremos que consolarnos con mirar hacia atrás, como hace Jaime Bohórquez en este párrafo: 

    De entre todos los aprovechamientos tradicionales del Coto: el de montes para carbones y leña, el de pastos para el ganado, el de junco para elaborar esteras finas, el de enea para asientos de silla, el de maderas de pinar, el de la bellota de la encina, el del corcho de algún que otro alcornoque, el de las sanguijuelas de las lagunas, el de la pesca de los albures, anguilas y camarones y el de la caza mayor y menor; será este último, el de la caza, el que (Buck, Williams, Chapman y González) arrendarán durante casi treinta años desde mediados de los ochenta (1880) hasta 1912.
    Y enseguida después, el fin del mundo, de ese mundo. En el tórrido verano de 1914 empieza la Primera Guerra Mundial. Allí mueren dos de mis tíos abuelos anglo-jerezanos: Bertram Buck y Maurice Williams, alférez de 20 años, y varios millones de ingleses, franceses, alemanes, rusos … 

    Con ello empezó a desaparecer la citada historia de los naturalistas ingleses y, más importante aún, a desvanecerse entera la “fabulosa España”. Con la excepción del ilustrador de este libro,  William Hutton Riddell que por su matrimonio con mi tía abuela Violet Buck vivió unos veinte años en Arcos de la Frontera, donde murió en 1946. Lo recuerdo y conservo una de sus preciosas acuarelas, que me dedicó por mi cumpleaños. Me desilusionó porque representaba un pavo real con ciertas influencias del arte japonés que mi tío Bill Riddell  admiraba pero no los leones que también pintaba y que yo ansiaba. Me lo dedicó, aludiendo de paso al “que tan sólo tenía tres años”, de A. A. Milne:  
 Painted specially for Santiago Mora Figueroa (“though he is only three”) by his affectionate uncle Bill Riddell, 1944.

    No han faltado luchas para defender aquello que parecía amenazado sin remedio. Algunas se ganaron, pero pocas. Se evitó la ominosa carretera que iba a bordear la costa del Coto y a crear varios centenares de millonarios. Se evitó también la repoblación con eucaliptus de una vasta extensión. El Marqués de Bonanza y su hijo Mauricio González Gordon fueron a ver a Franco para suplicarle que no se hiciera la repoblación. Dicen que Franco contestó: “no zé porqué creo que no ze va a hazer eso”. Y gracias a él no se hizo. 

    Con ello se retrasó el desenlace. Pero al final los que siembran fresas, frambuesas, etc. se quedaron con el agua, amparados por los alcaldes de la comarca. Con la inestimable colaboración del cambio climático esa parte de la Península Ibérica que siempre ha servido de trampolín para las migraciones de aves entre Europa y África, está convirtiéndose en un yermo. Para evitar el escándalo público, los políticos del PSOE y del PP idearon un acuerdo sobre el uso de las aguas cada vez más escasas. En el momento de escribir esto, el 26 de Noviembre, parece que están a punto de alcanzar el acuerdo. No sé si alegrarme o llorar. En todo caso recuerdo que desde que existe la Comunidad Autónoma de Andalucía, excluyendo el periodo de los Reyes de Taifas, el gobierno regional ha sido del PSOE durante cuarenta y un años (1978-2019) y durante cuatro años (2019-2023) del PP. 

    En fin, que cada palo aguante su vela. 


Post data: 
    Pues sí, al mediodía de hoy Lunes 27, dieron una conferencia de prensa conjunta Doña Teresa Ribero, Vicepresidenta del Gobierno, y Don Juanma Moreno, Presidente de la Junta de Andalucía. Nos dieron buenas noticias: 
- 1.400 millones entre Junta y Gobierno, de 2023 a 2027. 
- Ampliación del Coto Doñana adquiriendo una finca de 7.500 hectáreas. Total: 111.000 hectáreas. 
- La Vicepresidenta declaró: “hay amnistía para Doñana no para los explotadores ilegales del agua”. 
- El Presidente de la Junta declaró: “la gente del campo tiene inteligencia emocional”. 
    Ojalá vaya todo sobre ruedas.
    Inquieta, eso sí, el factor tiempo. 
    Llevar a los tribunales a cientos de infractores y esperar los fallos judiciales con sentencias firmes puede durar muchos años. 

    Y para entonces, el Coto Doñana será como el desierto mauritano. 

    En fin, como dijo otro andaluz, Antonio Machado,
Confiamos
en que no será verdad
nada de lo que pensamos




jueves, 23 de noviembre de 2023

Más "insobornable contemporaneidad"

     Anoche Miércoles 22 de Noviembre a las 20:10 me enteré por un tweet de Hermann Tertsch que veinte minutos antes The Objetive había publicado esto (https://theobjective.com/espana/politica/2023-11-22/senado-imagen-institucional-logotipo/):


El Senado renueva su imagen institucional con un nuevo logotipo y borra el escudo de España.

El diseño incorpora la leyenda «Senado de España» en ‘Lexend’, un tipo de letra destinado a reducir el estrés visual".


 

    Querría que me confirmasen si el PP, con mayoría en el Senado, se hizo cómplice de este ultraje histórico y atropello artístico por abstención o por voto a favor.  De ser así, dejaría de votar al PP en el Senado.


Post data, 28 de Noviembre: 

Luz verde, duró poco el adefesio, aunque las excusas de la superioridad fueron poco convincentes.

 

jueves, 5 de octubre de 2023

Somos peores, por Esperanza Ruiz

 Leí anteayer este artículo que me llamó la atención por su fondo inusual y forma medida. Con el permiso de su autora lo publico en esta mi bitácora:

(El ensayo que aparece a continuación ha sido publicado el Martes 3 de Octubre en la Gaceta de la Iberosfera)

Somos peores 

        Señalaba Feijoo la semana pasada en las Cortes que Óscar Puente, diputado socialista y exalcalde de Valladolid, era peor que Gregorio Peces-Barba, expresidente, también socialista, del Congreso de los Diputados.

       Últimamente ando enfrascada en una recopilación de artículos de César González-Ruano (SND Editores). En el titulado La pobre vida española, publicado en ABC el 29 de abril de 1934, el periodista habla del momento español «tan ingrato, tan miserable, tan pazguato, y dado al éxito de toda causa mezquina y bárbara» que vive el pueblo. Cierto es que, con estos mimbres, tengo difícil tejer el cesto de la confrontación favorable a un pasado que, si bien no pretendo idealizar, sí quiero ponderar justamente. Pero verán, González-Ruano continúa su texto: «¡Ay, pobre y grande España…! Su peligro de muerte es lo que importa. Que una bala perdida nos entre en el corazón no es cosa que importa». Comparen el sentimiento del escritor, al que preocupa el destino de la nación más que el propio, con un Sánchez ensimismado en su proyecto personal y tratando de esquivar su bala a expensas del despiece del país.

       Óscar Puente es peor que Peces-Barba, Sánchez Castejón es peor que González-Ruano, Irene Montero es peor que Clara Campoamor —qué sé yo—, y yo soy peor que mi abuela.

          Somos peores. Hijos de nuestro tiempo, de un tiempo resultante de cincuenta años de demolición de trascendentales. Somos individuos débiles, rotos, regocijados en la miseria, acechados y doblegados por la inmundicia. También nietos de gentes que todavía conservaban dioses fuertes impresos en sus códigos. Elegimos ser peores porque costaba esfuerzo emularlos.

        Cada uno de nosotros es un jodido milagro. El resultado de personas que se quisieron, o de un accidente. El producto del amor de unos padres o de la indiferencia de unos amantes. Hijos de mujeres que no abortaron o bisnietos de un suertudo cuyo sistema inmunitario destruyó un bacilo, Gram negativo y cabrón, que arrasó todo un vecindario. Estamos aquí porque alguno de nuestros antepasados tuvo coraje o fortuna. Porque unos milicianos no lo encontraron o porque se conmutó su pena de ejecución a última hora. Porque un tío descubrió la penicilina por azar o porque unas monjas recogieron y alimentaron a un bebé que encontraron en un torno. Estamos aquí porque antes de que Él nos formara en el vientre de nuestra madre, ya nos conocía.

       No tenemos ningún derecho a ser peores. A no honrar con nuestra vida las de aquellos que se sacrificaron, que tuvieron hambre y heridas, que perdonaron lo imperdonable, que acariciaron con manos encallecidas por el trabajo de sol a sol, o que no tuvieron tiempo para pensar en sí mismos. Que daban su palabra como aval de su honor y conocían el valor de los compromisos.

       No tenemos ningún derecho a hacer el gañán como si el mundo debiera quedar fascinado por nuestro talento ni a desperdiciar nuestra existencia frente a la cámara de un móvil. A no hacer de nuestros días un tributo a la sangre, el sudor y las lágrimas de los que nos precedieron. No tenemos derecho a sucumbir frente a ideales de cartón piedra, hedonismo prefabricado y primario, consumo indiscriminado y apaciguador de todas nuestras ansiedades o «libertades» que resultan ser cárceles embrutecedoras.

         Escribía Ramón Gómez de la Serna en un libro sobre el Greco¹: «Voy a pintar las apariciones del cielo y a los hombres de la tierra, los caballeros orgullosos de su alma». Y Doménikos pintó el entierro del Conde de Orgaz, a san Pedro y san Pablo y al Caballero de la mano en el pecho. Captó que la esencia del español del siglo XVI y comienzos del XVII, de Cervantes y los hombres de Breda, no se hallaba en las riquezas o en la posición, ni en la belleza o en la vida expuesta a la masa acéfala sino en la íntima conciencia de que su valor residía en el revés positivo de la soberbia: la dignidad.

    Aquella que mantenían independientemente de la salud, el beneplácito de la chusma, las comodidades materiales o los pecados y vergüenzas. La integridad acompañaba a los hombres y mujeres de la historia que atraviesa España mientras no abandonasen las exigencias del alma.

        No sé si cualquier tiempo pasado fue mejor pero sí que lo que vendrá será bueno sólo si dejamos de comprar estafas intelectuales que apelan al agostamiento moral, a la desidia mental y al sentimentalismo obsceno. Si cesamos de abalanzarnos en brazos de placeres facilones y de entregarnos a reconocimientos espurios. Si entendemos que la felicidad no es un derecho ni un objetivo y ponemos nuestro empeño, mejor, en la reciedumbre y en la dignidad. En aquello que es más grande que nosotros y nos libera. En ser individuos que podamos sostener la mirada al tipo del espejo. En estar orgullosos de nuestra alma.

 ____

¹Artículo Orgullosos de su alma de Julián Marías en ABC (22/09/94)

ESPERANZA RUIZ
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.




lunes, 18 de septiembre de 2023

Juan de Valdés y Julia Gonzaga o El Hereje Conquense y la Infinita Belleza

  (El ensayo que aparece a continuación ha sido publicado el Domingo 17 de Septiembre en la Gaceta de la Iberosfera)



Alfonso de Valdés, por Jan Cornelisz, circa 1531

 

No se sabe de ningún retrato de Juan de Valdés, pero sí de su hermano, tal vez gemelo, Alfonso de Valdés. Así es que coloco esta su imagen porque el cuadro es magnífico, el hombre misterioso y ambos hermanos eran tan astutos como bondadosos.

 

Juan de Valdés y Julia Gonzaga

o

El Hereje Conquense y la Infinita Belleza

 

Juan de Valdés (Cuenca, circa 1494-1504 —Nápoles, 1541)

Al principio todo parece una historia medieval. Un niño de familia hidalga pasa un par de años en un castillo, el Alcázar de Escalona, al servicio del Marqués de Villena. 

«Decrépito y gotoso Don Diego López Pacheco, segundo Marqués de Villena, se había retirado a su alcázar de Escalona, donde se daba al ejercicio de la piedad y a la conversación con los varones espirituales… Saturado ya de Iluminismo llevó a su palacio en el año 1523 a un predicador laico, que lo fue Ruiz de Alcaraz… Allí reunió en breve Alcaraz una pequeña comunidad a la que pertenecía la servidumbre del marqués: doctrinaba en casa del licenciado Antonio de Baeza, donde acudían clérigos, como Gutiérrez, capellán del marqués, mujeres como Doña María de Zúñiga y Ana de Soria, y muchachos cual Juan de Valdés, no sin escándalo del presbítero Francisco de Acevedo»1.

Cabe, sin embargo, suponer que el muchacho sabía que en la familia de su madre un hermano, Fernando de la Barrera, fue quemado en la plaza pública por judío relapso. O que su padre también tenía alguna ascendencia judía.

En ese ambiente el joven debió de verse atraído por el fervor de los alumbrados. Menéndez Pelayo describe así la posterior evolución de Juan de Valdés:

«¿Y hay algo de español en el ingenio de Valdés? A mi juicio, dos cosas: la extremosidad de carácter, que lo lleva a sacar todas las consecuencias del primer yerro, y de erasmista lo convierte en luterano, y de luterano en iluminado, y de iluminado en unitario; en segundo lugar, la delicadeza de análisis psicológico y la tendencia a escudriñar los motivos de las acciones humanas que es lo que más elogian en él los extranjeros y el único parecido que tiene con nuestros místicos ortodoxos»2.

A lo largo de todo ese ensayo sobre Juan de Valdés (y también en el otro sobre Alfonso de Valdés) Menéndez Pelayo oscila entre la franca admiración por quien llama el hereje conquense3 y la no menos franca exasperación. Refiriéndose a su Diálogo de doctrina cristiana escribe:

«Tal es este Diálogo, monumento clarísimo del habla castellana, lo mismo que el de la lengua, del que hablaré en seguida. El ingenio, la gracia y la amenidad rebosan en él, y bien puede decirse que nada hay mejor escrito en castellano durante el reinado de Carlos V, fuera de la traducción del Cortesano, de Boscán. La lengua brilla del todo formada, robusta, flexible y jugosa, sin afectación ni pompa vana, pero al mismo tiempo sin sequedad ni dureza y con toda la noble y majestuosa serenidad de las lenguas clásicas.

[…]


 Sus errores religiosos han perjudicado a Valdés lo indecible. En España a penas se conoce de él otra cosa que el Diálogo de la lengua […] Y ciertamente que algún recuerdo y honra merecería el padre y maestro del diálogo de costumbres, el que puede hombrear sin desdoro entre Mendoza y Mateo Alemán y sólo se inclina ante Miguel de Cervantes»4.

 

Cualquier relato de la vida y obra de Juan de Valdés oscila entre la comedia sonriente, y la tragedia siniestra y a veces oculta. Su Diálogo de la lengua sigue atrayendo la curiosidad de eruditos y aprendices. Es un ensayo corto, de unas treinta mil palabras. Reproduce un supuesto coloquio entre cuatro amigos españoles e italianos, en torno al propio Juan de Valdés. El tono es erudito mas no pedante con un humor afable pero cortés. A veces aparece alguna broma calificada por Cristina Barbolani como expresión chistosa anticlerical de tipo erasmiano: «vedme aquí más obediente que un fraile descalço quando es convidado para algún vanquete»5.  Valdés tan sólo se deja llevar del afán de censura cuando dice que Librixa (Antonio de Nebrija) «no entendía la verdadera sinificación del latín […] o que no alcançava la del castellano, y ésta podría ser porque él era de Andaluzía, donde la lengua no sta muy pura».

Para colmo de disgusto, hoy mayor aún que cuando Juan de Valdés lo escribió hace medio milenio, he aquí lo que pensaba de las peculiaridades lingüísticas regionales:

«Si me avéis de preguntar de las diversidades que ay en el hablar castellano entre unas tierras y otras, será nunca acabar, porque, como la lengua castellana se habla no solamente por toda Castilla,  pero en el reino de Aragón, en el de Murcia con toda el Andaluzía, y en Galizia, Asturias y Navarra, y esto aun hasta entre la gente vulgar, porque entre la gente noble tanto bien se habla en todo el resto de Spaña, cada provincia tiene sus vocablos propios y sus maneras de dezir; y es assí que el aragonés tiene unos vocablos propios y unas propias maneras de dezir, y el andaluz tiene otros y otras, y el navarro otros y otras, y aun ay otros y otras en tierra de campos, que llaman Castilla la Vieja, y otros y otras en el reino de Toledo. De manera que, como digo, nunca acabaríamos»6.

 

Julia Gonzaga, atr. Girolamo da Carpi, ca. 1530-1540



Julia Gonzaga (Gazzuolo, 1513- Nápoles, 1556)


 Hija del Príncipe Luis Gonzaga, se casó a los catorce años con el Conde Vespasiano Colonna, de oficio condotiero.  Se quedó viuda a los tres años.  «¿Acaso la mujer más hermosa de la época7, ensalzada por Ariosto, Julia Gonzaga, no había casado con un Colonna viejo, cojo, manco y estropeado?»8.

Tuvo amores con Hipólito de Médicis y de él tuvo un hijo, Asdrúbal, condotiero y caballero de la Orden de Malta.

Hipólito de Médicis, por Tiziano, 1532

En 1534 estaba Julia Gonzaga en Fondi y la ciudad fue atacada por Barbarroja el Pirata, que quería secuestrarla para el Sultán Suleimán el Magnífico, pero ella se escapó acompañada por un solo caballero. Dicen sus admiradores, o tal vez detractores, que después Julia mandó matar al caballero pues la había visto medio desnuda en la huida.

Tuvo una estrecha amistad espiritual con Pietro Carnesecchi. Su correspondencia con él contribuyó años después a la muerte en la hoguera de Carnesecchi, acusado (con fundamento) de herejía por la Inquisición: «bajo la influencia de Valdés aceptó de todo corazón la doctrina luterana de la justificación por la fe, aunque repudió llegar al cisma»9. 

Ambos personajes, el hidalgo español Juan de Valdés y la princesa italiana Julia Gonzaga, tienen en común cierta aura ambigua y hasta misteriosa. Siendo bastante distintos, diríase que no eran todo lo que parecían ni parecían todo lo que eran.

Sin duda eran hijos de su tiempo. Tiempo azaroso como el que más, “tan claro, tan rico de aventura”10. La época, entre dos eras del todo distintas, al borde del mundo moderno, nos lleva a preguntarnos sobre el alma de sus protagonistas. Tal vez por eso un observador profundo como Menéndez Pelayo, que se suele hoy tachar de extremista conservador y católico, reconoce la talla literaria de Juan de Valdés, su bondad y su prudencia que otros tachan de hipócrita. Todo ello sin privarse, en una pirueta frívola, de declarar a Valdés «un místico sui generis, misionero de capa y espada, catequizador de augustas princesas y anacoreta de buena sociedad».11

            En su apasionante y apasionado retrato de Juan de Valdés, escrito cuando Menéndez Pelayo tenía veinticuatro años, señala repetidamente el papel mucho más que decorativo de Julia Gonzaga. Además abre la puerta del curioso escenario a otras distinguidas señoras de la época. Su número y calidad aumenta en otras citas:

«La influencia femenina daba vida y atractivo a esta revolución teológica. Las más nobles y discretas señoras de Nápoles eran del partido de Valdés y de los innovadores: Catalina Cibo, duquesa de Camerino; Isabel Briceño, que murió en Suiza; Victoria Colonna y Julia Gonzaga, participaron, es poco o en mucho, de sus enseñanzas; macchiatte di quella pece, dice el biógrafo de Paulo IV […] Con menos seguridad se cita como amigas de Valdés a D.ª María y a D.ª Juana de Aragón, marquesa del Vasto la primera y mujer de Ascanio Colonna la segunda; a Isabel Villamari y Cardona, princesa de Molfetta, mujer de D. Ferrante Gonzaga; a María de Cardonna, princesa de Sulmona; a D.ª Constanza d’Avalos, duquesa de Amalfi; a Dorotea Gonzaga, marquesa de Bitonto; a Isabel Colonna, princesa de Bisignano; a Clarisa Ursina, princesa de Stigliano,etc. De ninguna de estas señoras consta que fuera hereje»12.

La última frase del párrafo antes citado da idea de la socarronería del por lo demás joven y sabio erudito, Don Marcelino. Sin embargo, su sentencia final es ésta:

«Si yo hubiese de escoger, más querría con mediano ingenio buen juicio que con razonable juicio buen ingenio…, porque hombres de grandes ingenios son los que se pierden en herejías y falsas opiniones… No hay tal joya en el hombre como el buen juicio.

Con estas profundas y discretísimas palabras se retrata Juan de Valdés a sí mismo, nos muestra al descubierto su alma y da la clave de sus aberraciones. Perdiole el ingenio (la imaginación, que ahora diríamos) haciéndole creer en un insano y singular misticismo»13. 

Plagado de reservas, mas no del todo vacío de admiración, el juicio que Menéndez Pelayo hace de Juan de Valdés sírvele de panegírico fúnebre. Si hereje fue, olvidado está.

 


 Agradecimientos

        Por último, lo primero. Lo que antecede se debe en buena medida a José Antonio Martínez Climent y a María José Moro que me recordaron y descubrieron el Bomarzo de Manuel Mujica Lainez.

        Y en este capítulo como en todos, soy deudor de Raquel Velado Bullón.

 

______________

[1] M. Serrano y Sanz, «Pedro Ruiz de Alcaraz, iluminado alcarreño del siglo XVI» en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. VII, 1903 (citado por Cristina Barbolani en su edición del Diálogo de la lengua, de Juan de Valdés).
[2] M. Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, vol.I,  1880.
[3] M. Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, vol.I,  1880.
[4] M. Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, vol.I,  1880.
[5] J. de Valdés, Diálogo de la lengua (edición de Cristina Barbolani), 1982.
[6] J. de Valdés, Diálogo de la lengua (edición de Cristina Barbolani), 1982.
[7] «Donna real, la cui beltà infinita
formò di propria man l'alto Fattore,
perch'accese di suo gentil ardore,
volgeste l'alme alla beata vita,
la cui grazia divina ognun'invita
all'opre degne di perpetuo onore;
ne' cui lumi sereni onesto amore
per un raro miracolo s'addita;
virtù, senno, valore e gentilezza
vanno con voi, come col giorno il sole;
o siccome col ciel le stelle ardenti:
l'andar celeste, il riso e le parole
piene d'alti intelletti e di dolcezza,
son di vostra beltà ricchi ornamenti»
Bernardo Tasso (1493-1569)
[8] M. Mujica Lainez, Bomarzo, Ed. Austral, 2018.
[9] Pietro Carnesecchi. Encyclopædia Britannica (11th ed.). Cambridge University Press.
[10] F. García Lorca, Alma Ausente, con perdón por la ucronía.
[11] M. Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, vol.I,  1880
[12] M. Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, vol.I,  1880.
[13] M. Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, vol.I,  1880.


Enlaces relacionados
 Nueve liberales reaccionarios
Charles Baudelaire. Reaccionarios Liberales o Liberales Reaccionarios I
Liberales Reaccionarios (II)

lunes, 7 de agosto de 2023

La gran sindéresis

     (El ensayo que aparece a continuación ha sido publicado el Sábado 5 de Agosto en la Gaceta de la Iberosfera)

Lo principal que tienen en común Gracián, jesuita español del siglo XVII, y Schopenhauer, filósofo alemán ateo del siglo XIX, es el pesimismo. El hoy llamado pesimismo filosófico aúna un grupo variopinto que incluye a creyentes y agnósticos, cínicos, hipócritas y santos, occidentales y orientales, paganos, judíos y cristianos. Pero ningún tonto.

Entre el Rey Salomón y Camus hay una procesión abigarrada de ilustres pesimistas como Pascal, Voltaire, Giacomo Leopardi, Hippolyte Taine, Lord Acton, Nietzsche, Fernando Pessoa o Cioran. Es curioso comprobar que los integrantes de dicha procesión eran reaccionarios además de pesimistas. Más raro aún resulta observar que a la vez eran liberales. Quizá sea imposible ser pesimista sin ser también reaccionario. ¿Y liberal? Pues también el ser liberal —“generoso, dadivoso” desde 1295— es compatible con ser reaccionario, término que en su origen francés se refería a que algunos monárquicos reaccionaban cuando los revolucionarios pretendían decapitarlos. Puestos a decidir quién es más liberal, el que se resiste a que lo degüellen o el degollador, yo no tengo ninguna duda. Los liberales reaccionarios no son “de centro izquierda” o “de centro derecha” o “fachas disfrazados” o “rojos disfrazados”. No, los liberales son gente liberal en algunas cosas y reaccionarios en otras. Escasean, pero abundan más cuando consiguen despistar a periodistas y psiquiatras.

Los liberales reaccionarios no saben que lo son, pero tampoco las ballenas saben que son mamíferos marinos. Y ambas especies ignoran que están en peligro de extinción. Por eso, aunque con frecuencia invocan la sindéresis, no siempre la poseen o practican. Júzguese con ayuda del Diccionario:

“Del latín medieval synderesis, y este del griego bizantino συντήρησις syntḗrēsis 'observación cuidadosa, preservación', derivado del griego συντηρεῖν syntēreîn 'observar de cerca', 'guardar, proteger'

1. f. Discreción, capacidad natural para juzgar rectamente”.

Diccionario de la Lengua Española, Edición del Tricentenario, actualización 2022.


Cabe preguntarse si los dos primeros mencionados, Gracián y Schopenhauer, eran plenamente conscientes de su lugar en la eterna ágora donde discuten optimistas y pesimistas, liberales y reaccionarios. Ayuda a aclarar el panorama el dato de que el alemán Schopenhauer era buen conocedor y aun más, traductor del español Gracián. Pero lo más esclarecedor es la vieja costumbre de citar con cierto detalle textos característicos, como estos de Gracián:

“De la gran sindéresis. Es el trono de la razón, basa de la prudencia, que en fe della cuesta poco el acertar. Es suerte del Cielo, y la más deseada por primera y por mejor: la primera pieça del arnés, con tal urgencia que ninguna otra que le falte a un hombre lo denomina falto; nótase más su menos. Todas las acciones de la vida dependen de su influencia y todas solicitan su calificación, que todo ha de ser con seso. Consiste en una conatural propensión a todo lo más conforme a razón, casándose siempre con lo más acertado”.

(Núm.96, Oráculo Manual y Arte de Prudencia, Baltasar Gracián, 1647).


Antes de tachar de ingenuo optimista al maestro Gracián, véase cómo más adelante en el mismo Oráculo exhorta a ser mixto de paloma y de serpiente”.

No ser todo columbino. Altérnense la calidez de la serpiente con la candidez de la paloma. No hay cosa más fácil que engañar a un hombre de bien; cree mucho el que nunca miente y confía mucho el que nunca engaña; no siempre procede de necio el ser engañado, que tal vez de bueno. Dos géneros de personas previenen mucho los daños: los escarmentados, que es muy a su costa, y los astutos, que es muy a la ajena. Muéstrese tan extremada la sagacidad para el recelo como la astucia para el enredo, y no quiera uno ser tan hombre de bien que ocasione al otro el serlo de mal. Sea uno mixto de paloma y de serpiente; no monstro, sino prodigio”.

(Núm.243, Oráculo Manual y Arte de Prudencia, Baltasar Gracián, 1647)


Pocos clásicos españoles del siglo XVII son tan brillantes en el fondo y en la forma como Baltasar Gracián, S.J. No conviene olvidar que sus sutiles desahogos dialécticos terminaron costándole caros. Tras la publicación de El Criticón en 1657 sus superiores jesuitas —que no la Inquisición— lo castigaron dejándolo a pan y agua, y sin poder disponer de papel y tinta. Solicitó permiso para pedir el ingreso en otra orden religiosa. Pero murió, poco después, en Tarazona en Diciembre de 1658.

 

Baltasar Gracián, atribuido a Velázquez, Museo de Bellas Artes de Valencia 


Paradójicamente, Gracián es recordado sobre todo por su libro El Criticón. No conozco a nadie que lo haya leído entero. Pero lo mencionan como una novela comparable al Quijote, popular y divertida. Claro que tampoco me fío de muchos que dicen haber leído el Quijote entero. En fin, El Criticón es más pesado aún que À la recherche du temps perdu, que sí he leído empujado por mi juvenil pedantería.

Gracián terminó, pues, triste, humillado, maltratado. ¿Sería del todo creyente? La pregunta no es gratuita, aunque carece de respuesta en este mundo. Enlaza a su manera con el caso de Schopenhauer, quien fue ambicioso y reivindicativo, y acabo satisfecho y engreído. ¿Sería del todo ateo?

“Tres grandes fuerzas tiene el mundo, dice muy acertadamente un pensador de la antigüedad: prudencia, fuerza y azar. Creo que la más poderosa es la tercera, pues el curso de nuestra vida se parece a la navegación de un barco. El azar, la secunda aut adversa fortuna [«fortuna favorable o adversa»], desempeña el papel del viento, que nos hace avanzar o retroceder rápidamente; contra él pueden muy poco nuestros esfuerzos y actuaciones. Estos corresponden a la función de los remos en nuestro ejemplo: cuando los remos nos han hecho avanzar un trecho determinado, gracias a muchas horas de arduo trabajo, aparece súbitamente una ráfaga de viento que nos hace retroceder otro tanto. En cambio, si el viento es favorable, nos impulsa de tal modo que podemos prescindir de los remos. Este poder de la fortuna lo expresa insuperablemente un refrán español:

«Da buena ventura a tu hijo y échalo a la mar».

Es cierto que el azar como tal es una fuerza maligna de la que uno debe depender lo menos posible. Sin embargo, ¿qué otro donante, al mismo tiempo que nos concede algo, nos da a entender de manera tan clara que no tenemos ningún derecho a sus dones, que debemos los mismos no a nuestra valía sino exclusivamente a su magnanimidad y a su compasión, y que, justamente por ello, podemos aún albergar la esperanza de recibir humildemente otro don inmerecido? Sólo el azar: él domina el arte soberano de hacernos entender que, comparado con su favor y su compasión, cualquier merecimiento es impotente y carente de valor.

[…]

Quizás aquel impulso interior esté bajo la dirección, inconsciente para nosotros, de ciertos sueños proféticos que olvidamos al despertar y que le otorgan a nuestra vida esa regularidad y unidad dramática que la consciencia cerebral, tan frecuentemente insegura y extraviada, tan voluble, no es capaz de infundirle, y a consecuencia de la cual, por ejemplo, el predestinado a llevar a cabo grandes obras de una clase determinada intuye esto mismo interna y ocultamente desde su juventud y trabaja para ello como las abejas en construir su panal. Esto viene a ser para cada cual lo que Baltasar Gracián denomina «la gran sindéresis»: la gran custodia instintiva de mismo, sin la cual el individuo acabaría por perecer. Obrar de acuerdo con principios abstractos es asunto difícil, y sólo se consigue tras mucha práctica, e incluso así, no siempre: muchas veces, además, no bastan los principios. En cambio, cada cual tiene ciertos principios concretos innatos, con los que está plenamente identificado porque son la quintaesencia de todo lo que piensa, siente y quiere. Casi nunca los percibe in abstracto, sino que, al volver la vista hacia su vida pasada, se da cuenta de que siempre los ha observado y ha sido guiado por ellos como por un hilo invisible. Dependiendo de su índole, esos principios innatos lo conducirán hacia su felicidad o hacia su desdicha”.

(Núm.48, Aforismos sobre el arte de vivir, Arthur Schopenhauer, 1851, Ed. Franco Volpi, Trad. de Fabio Morales 2009)

 

La verdad es que escribe mejor Gracián que Schopenhauer. Aunque a veces pienso que será cosa de la traducción del alemán, imposible como todas las traducciones. Entonces me viene a la mente el fenómeno inexplicable: Schopenhauer, fascinado por Gracián, aprendió español no sólo para leerlo sino para traducirlo y publicarlo. Al final lamento mi ignorancia que me hace incapaz de leer los aforismos mestizos, hijos de Gracián y Schopenhauer. Pero me consuelo pensando que la realidad inconfesable es que aforismos de verdad son los de Gracián (concisos aunque no siempre claros pues “el sentimiento barroco pinta virutas de fuego, hincha y complica el decoro”, que diría Antonio Machado) y no los de Schopenhauer, largos y en párrafos que encierran cada uno un ensayo en miniatura.

En su traducción al alemán del Oráculo Manual y Arte de Prudencia Schopenhauer debió de encontrar un maestro en Gracián, aprovechable para sus propios juicios, que andaban en equilibrio sobre un abismo de cinismo o tal vez sólo de pesimismo irónico:

“Llevar sus cosas con suspensión. La admiración de la novedad es estimación de los aciertos. El jugar a juego descubierto ni es de utilidad ni de gusto. El no declararse luego suspende, y más donde la sublimidad del empleo da objeto a la universal expectación; amaga misterio en todo, y con su misma arcanidad provoca la veneración […]¹”.

(Núm.3, Oráculo Manual y Arte de Prudencia, Baltasar Gracián, 1647)


Habría que iluminar el escenario –largo, muy largo, pues Gracián nació en 1601 y Schopenhauer en 1788– donde ambos ensayistas analizaron, comentaron y sentenciaron las dificultades y las recompensas del trato entre los humanos. Tal vez Voltaire las definió con su habitual amargura sonriente: "Nous laisserons ce monde-ci aussi sot, aussi méchant que nous l'avons trouvé en y arrivant"².

Otrosí , hay que reconocer a Schopenhauer un don teatral que apreció o creyó apreciar más de uno. Por ejemplo, Nietzsche cuando escribió :

“El solitario desesperado no podría escoger un símbolo mejor que el Caballero entre la Muerte y el Diablo, tal como Durero lo grabó, el Caballero con coraza y la mirada dura de bronce que sigue su camino de espanto, indiferente a sus horribles acompañantes, pero sin esperanza, solo entre su caballo y su perro. Nuestro Schopenhauer era ese Caballero de Durero: no tenía ninguna esperanza, pero quería la verdad. Ningún otro lo igualaba”.

(El nacimiento de la tragedia, Friedrich Nietzsche, 1872)

 

El Caballero, la Muerte y el Diablo. Albrecht Dürer, 1513


El grabado de Durero tiene tal fuerza grandiosa y siniestra que, por mucho que Nietzsche lo crea, no es verosímil ningún parecido entre el diabólico caballero y el burgués teatral. A Schopenhauer hay que entenderlo sin creerse nada de lo que él creía ni de lo que creían sus amigos ni sus enemigos.

Además, conviene en todo caso tener en cuenta las dos etapas de su vida y vocación filosófica. Todos los comentaristas coinciden en señalar su impaciencia juvenil, reflejada en El Mundo como voluntad y como representación, y el éxito en su vejez de sus Aforismos sobre el arte de vivir. A este proceso suele señalarse la coincidencia con su retrato como joven romántico y el daguerrotipo como anciano volteriano y sarcástico.


“El rasgo característico y fundamental de la vejez es el desengaño: han desaparecido aquellas ilusiones que hasta entonces habían hecho atractiva la vida y dado estímulo a la acción; uno ha acabado reconociendo la nadería y vacuidad de todas las maravillas del mundo, en especial del lujo, la pompa y la aparente grandeza; uno ha descubierto que detrás de la mayoría de las cosas deseadas y los goces aspirados no se esconde gran cosa y así ha llegado gradualmente a comprender la enorme pobreza y vacuidad de toda nuestra existencia. Solo a los 70 años comprende uno del todo el primer verso de Kohelet [Eclesiastés 1,2: «Vanidad de vanidades, todo es vanidad»]. Pero esto es asimismo lo que otorga a la vejez cierto toque de tristeza. Lo que

«uno es para mismo» nunca adquiere tanto valor como cuando se llega a viejo”.

(El Arte de sobrevivir, Arthur Schopenhauer, Trad. José Antonio Molina Gómez, 2013).


Gracias a todo eso Arthur Schopenhauer pudo pensar, vivir y ser quintaesencialmente liberal y reaccionario. Nunca quiso casarse. Siempre dijo lo que pensaba y casi siempre pensó lo que decía. También era soberanamente ecléctico. Como hemos visto, entre sus gustos, más bien pasiones, estaba la obra de Baltasar Gracián. Tradujo el Oráculo Manual y alabó fervientemente El Criticón. El Oráculo Manual es fascinante y en otro momento podremos hablar del merecido éxito que el jesuita Gracián tuvo y de lo caro que le costó su buena pluma. Descanse en Paz Gracián y si es posible, también Schopenhauer.

Y, por cierto, asimismo el Caballero de Durero.

 



¹ Su misma arcanidad provoca la veneración. Basado en Tácito: omne ignotum pro magnifico est (todo lo desconocido se tiene por magnífico). Nota de Arturo del Hoyo.

² “Dejaremos este mundo tan necio y tan perverso como lo hemos encontrado al llegar”. Carta a la Condesa de Lutzelbourg , 19 de Marzo de 1760.

 

Enlaces relacionados 

Oráculo manual y arte de prudencia, de Baltasar Gracián

Nueve liberales reaccionarios

Charles Baudelaire. Reaccionarios Liberales o Liberales Reaccionarios I

Liberales Reaccionarios (II)