http://www.youtube.com/user/AlphabetPhotography#p/a/f/0/SXh7JR9oKVE
Me pregunto si lo que aparece en este enlace estará ya prohibido en España, o a punto de estar proscrito por nuevas leyes.
Así es que, mientras aún podamos, felicitemos a creyentes y agnósticos, a izquierdas y derechas, a todos los capaces de apreciar la alegría y la belleza sencilla, sin asomo de vulgaridad y tampoco de pedantería. O sea, felicitemos a todos menos a los tontos malévolos.
Hay que darse prisa porque hoy la alegría empieza a ser subversiva. Modernamente, para que la alegría sea aceptable en público debe tener un punto de sordidez (botellón con vomitera) o un punto de salvajismo cobarde (hinchas futboleros con bates de béisbol). Y litúrgicamente –en demasiadas iglesias de España– la alegría ha de ser un poco o un mucho cursi (cánticos sosos y ñoños, en las antípodas del gregoriano e incluso de esta música coral del siglo XVIII que acabamos de oír).
Y sin embargo este Aleluya del Mesías de Haendel es tan hermoso como sencillo y asequible al hombre de la calle. De ahí su popularidad en muchos países, desde que se estrenó en Londres en 1743. Dicen que ese día el Rey Jorge II se levantó espontáneamente en honor del Rey de Reyes, y desde entonces muchos lo hacen cuando se escucha en público.
Por último, y como siempre, la ironía (¿divina o humana?) de la Historia: los textos de este Aleluya son todos del Apocalipsis. Así es que el ser apocalíptico no excluye la esperanza, ni la alegría. Al contrario.
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Como no podía ser de otra manera dada la belleza del hecho en sí, la cadena de este comentario y vídeo ha llegado a mis manos, y yo la he continuado. Como obligación y devoción.
ResponderEliminarYo vengo a dar las gracias por haberla iniciado en este blog y ojalá ruede infinitamente; lo excelso jamás debe estar proscrito. Seríamos tontos de remate si lo permitiéramos.
Un fuerte abrazo y Felíz Navidad
Gracias. Pienso copiarte la idea y el enlace.
ResponderEliminarEs emocionante. Y, realmente, da ánimos para pensar que no todo está perdido.
ResponderEliminarY sus reflexiones, como siempre, magistrales.
Reciba usted mis saludos y reconocimiento.
Adelante,Tony,aunque creo que los derechos de autor son de San Juan(por la letra) y de Haendel(por la música). A menos que ambos sean de Dios.
ResponderEliminarDear Santiago
ResponderEliminarJust read your blog. Thoroughly agree with your disillusionment with
the quality of modern liturgy, although happy-clappy jingles probably appeal to more people
than would the stuff we oldies love.
One of the high points of my year has been the film Of Gods and Men,
the story of the French Trappists murdered in the '90s during Algeria's
Islamist-military war. The liturgy and hymns they sang in that tiny priory
as they learned to come to terms with their impending deaths
were so profound, so full of an almost despairing love and hope, and so
acute with Gallic intelligence that they cut right to the heart. Tremendously
moving stuff. A truly spiritual experience.... and in the movies!
If you see it, take Kleenex!
Much love
Powtor Wisly (Monster of the Vistula)
PS I can't work out how to put this comment into your blog,
but if you feel like putting it in in my name, please do. `i
would love to see my name in lights!
Tamarón: No dé ideas. Que ya me veo a la ministra Sinde intentando cobrar a la Iglesia en nombre de Dios los derechos de autor y al Haendel ese por los de la música. Fernando Ortiz
ResponderEliminarUn viejo amigo, tan culto como bondadoso, me comenta lo siguiente:
ResponderEliminarCette année une formule de son message a captivé mon attention :"Divina ironia". On trouve ces mots chez un auteur du IXe siècle auquel j'ai consacré une partie de ma vie, Jean Scot Erigène. Voici ce qu'il écrit au livre IV, 846 B de son "Periphyseon".: Après avoir expliqué que, si Adam n'avait pas péché, les hommes se seraient multipliés selon un mode "angélique", il écrit:: "C'est là ce que déclare ouvertement l'ironie divine (divina ironia): 'Il n'est pas bon que l'homme demeure seul; faisons-lui donc une compagne semblable à lui' (Genèse, 2, 18)."
[XX] conclura sans doute qu' Honorius III, en 1225, eut bien raison de condamner Jean Scot et d'ordonner que tous les exemplaires de son Periphyseon fussent brûlés.
Revenons à la simplicité de Noël. Approchons-nous de la crèche avec les bergers dans la nudité de la foi et l'ardeur de la charité.