Johann Sebastian Bach (Elias Gottlob Haussmann, 1748)
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Sería de justicia poética abrir una causa de beatificación de Juan Sebastián Bach. Hubo algún conato hace años. Según me dicen no existe un obstáculo teológico insalvable para iniciar la causa. Sí podría haber obstáculos curiales o incluso canónicos, salvables con dispensas papales. Benedicto XVI tenía las virtudes necesarias para emprender la difícil labor: amaba la música y creía en la Vía Pulchritudinis de acercamiento a Dios. Pero tal vez le faltaron fuerzas y tiempo para empeño tan revolucionario y tan reaccionario como intentar llevar a los altares a quien acaso sea el artista más sublime y que ha llevado a más gente a postrarse ante los altares. A la Fe. Pero no se le puede pedir a un anciano Pontífice que siempre nade contra corrientes tan fuertes.
No tengo indicios suficientes para suponer que el actual Pontífice sea melómano -aunque ha declarado públicamente su afición a los tangos- ni que considere tan relevante la Vía Pulchritudinis como la ve su predecesor. Es cierto que ha mentado la belleza varias veces en sus recientes declaraciones, pero obras son amores, que no buenas razones. No ha pasado inadvertida en Roma su indiferencia al ars celebrandi en la Misa de Inauguración del 19 de marzo, celebrada sin fuerza ni esplendor, según muchos. Otros recuerdan el poco empeño que puso el Arzobispo de Buenos Aires en cumplir en su archidiócesis el motu proprio de Benedicto XVI Summorum Pontificum, que en 2007 restableció la posibilidad de celebrar sin entorpecimientos la misa tridentina en latín, así como las formas preconciliares de la mayoría de los sacramentos. Veremos ahora cuánto dura en vigor en otros lugares el citado motu proprio. La cuestión está muy ligada a la Vía Pulchritudinis, pues la liturgia católica es parte importante del glorioso patrimonio artístico y cultural de la Cristiandad. Igual de importante que los templos como la Basílica de San Pedro y que el Palacio del Vaticano, donde según acabo de oir por la radio no quiere vivir "al menos por ahora" el Papa Francisco. Sin duda no cree ser simple depositario de un legado secular pero con la grandiosa obligación de custodiarlo. Tal vez se cree propietario con derecho a desamortizar y liquidar.
Volviendo a Bach, tan sólo veo un destello de esperanza. El Obispo de Roma gusta mucho de los gestos ecuménicos, lo que quizá le haga atractiva la posibilidad de beatificar a un luterano. Dios lo quiera; Dios a veces escribe derecho con renglones torcidos.
Volviendo a Bach, tan sólo veo un destello de esperanza. El Obispo de Roma gusta mucho de los gestos ecuménicos, lo que quizá le haga atractiva la posibilidad de beatificar a un luterano. Dios lo quiera; Dios a veces escribe derecho con renglones torcidos.
Sería bueno que ahora, en la Semana Santa, el Santo Padre hallase un rato para escuchar la estremecedora Pasión según San Mateo:
O una de las más hermosas misas -católica, claro- de Bach, la Misa en Si menor:
Y también podría leer la opinión de encendido amor y admiración por Bach que expresa el Padre Finbarr Flanagan OFM; acaso le interesaría, tratándose de un franciscano:
http://www.ad2000.com.au/articles/2007/feb2007p13_2449.html
A lo mejor muchos terminamos comprendiendo que era cierta la frase de Dostoyevski, "la belleza salvará al mundo". Tan verdadera como su reverso: la fealdad perderá al mundo.
Siendo la Belleza , de coeli natura et substantia , parece el Pontífice el más apropiado para construir los caminos para que esta llegue Urbi et Orbe.
ResponderEliminarOtros Santos, y otras vías, han tenido calzadas de Gloria mucho más sinuosas. No soy como Don Santiago, hagiógrafo consistente, pero si él lo dice, por mí sea. Bach es Belleza, de la prístina, de la verdadera y exalta a Dios. Nihil Obstat.
Nunca es suficiente la Belleza para la Gloria de un Sacramento. Entristecen las Liturgias míseras, que no pobres, como apenan las músicas sin Alma, sin Verdad, y sobre todo, sin consistencia armónica.Anatemas de la Gracia.
Del otro tema, poco. Yo opino que la Pobreza de la Iglesia, per se, no solventaría la del mundo.Las Virtudes sí. Las Virtudes son necesarias y la Belleza es Virtud. Advirtió Jesús que pobres habría siempre.
No lo tiene fácil, ni su Santidad ni la Belleza, ni nadie que sienta propio un imperativo de altura.
En mi más alta consideración, y siempre a su servicio,
"Me viene a la memoria un concierto de música de Johann Sebastian Bach, en Munich, dirigido por Leonard Bernstein. Al final de la última pieza, una de las Cantatas, sentí, no razonando, sino en lo profundo del corazón, que lo que había escuchado me había transmitido verdad, verdad del sumo compositor que me empujaba a dar gracias a Dios. A mi lado estaba el obispo luterano de Munich y espontáneamente le dije: “Oyendo esto se entiende: es verdadera, es verdadera la fe tan fuerte y la belleza que expresa irresistiblemente la presencia de la verdad de Dios”. (...) Paul Claudel, famoso poeta, dramaturgo y diplomático francés, al escuchar el canto del Magnificat durante la Misa de Navidad en la basílica de Notre Dame, París, en 1886, advirtió la presencia de Dios. No había entrado en la iglesia por motivos de fe, sino para encontrar argumentos contra los cristianos. Sin embargo la gracia de Dios actuó en su corazón."
ResponderEliminarSon palabras de Benedicto XVI durante la audiencia general de los miércoles un día 31 de agosto de 2011. ¿Las tendrá en cuenta su sucesor?
estupendo blog saludos Juan Viejo
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