La Anunciación cayó este año en el Sábado, 25 de marzo. Como debe ser pero no siempre es, nueve meses justos antes del día de Navidad. Pero no pude celebrarlo anteayer y lo hago ahora con todo el amor y el respeto que se merece lo inefable, tal como Leonardo da Vinci y Carlo Crivelli lo vieron hace medio milenio y mucho antes San Pablo lo describió.
El cuadro de Crivelli es tan hermoso y tan original en su perspectiva que todos los otros pintores parecen toscos a su lado y carentes de misterio, salvo la Anunciación de Leonardo. Crivelli parece sentir vértigo de la reciente innovación óptica.
Aunque es cierto que todas las imágenes de la Anunciación durante el Renacimiento y los comienzos del Barroco son bellas. Salvo la única Anunciación fea, la del Greco. Está en el Japón.
La Anunciación, por Carlo Crivelli, 1486 (Para agrandar la imagen pinche encima con el ratón) |
La Anunciación, por Leonardo da Vinci, circa 1472-1475, (Para agrandar la imagen pinche encima con el ratón) |
Grabado de Otto van Veen, 1660, citando a San Pablo, 1 Corintios 2:9 (Para agrandar la imagen pinche encima con el ratón) |
La cita de San Pablo que recoge el grabado resume la visión apofática de Dios: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó.
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Hermoso artículo. " Salve, María llena de Gracia, el Señor está contigo". Las diez virtudes de María Santísima. Todos los cuadros son bellísimos, pero Doménico es muy especial, inspirado por el Espíritu Santo llegó a nuestro País.
ResponderEliminarQuien da cuenta de la belleza la lleva adentro.
ResponderEliminarEs interesante observar cómo la Virgen María casi siempre aparece triste o al menos pensativa en los cuadros que la retratan desde el Renacimiento hasta hoy. Tanto en la Anunciación como en el Portal de Belén y no digamos durante la Pasión y Muerte de su Hijo, María es Mater Dolorosa.
ResponderEliminarSalvo algunos cuadros de Murillo u otros pintores de la Escuela de Sevilla que muestran a Nuestra Señora sonriente y aún alegre…
EliminarEstas maravillosas pinturas que comenta, don Santiago, poseen esa extraña característica singular de las obras maestras de antaño, parecer siempre reales en los detalles, en el conjunto y en su atmósfera. Son magistrales de forma y fondo, y como todo lo excelso trascienden la realidad para ser más verdaderas que la propia física que las compone. Su contemplación en los ínfimos detalles son una caricia para los sentidos y un bálsamo para el espíritu. La caña en la que se posan las palomas en la obra de Crivelli posee más volumen que la que uso yo par mis caminatas. Es más real que la realidad. Cualquier tema se vuelve cierto si lo trascienden artistas verdaderos, es como una transubstanciación de las formas encontrándose con el infinito en lo más cercano y aparentemente simple.
ResponderEliminarUn saludo, a su servicio. Feliz Pascua de Resurrección y buena Semana Santa.
David.
No acabo de ver, don Santiago, la relación que usted establece entre la vía apofática y la Anunciación pues no necesariamente debe abordarse el Misterio o el Milagro por esta vía. Me permitirá pedirle ayuda para acabar de entender su intención.
ResponderEliminarSuyo,
Gracias por su observación, amigo David José Flores. Es cierto que la Anunciación “no necesariamente” ha de ser abordada a través de la vía apofática, es decir referirse a lo que Dios no es. Pero el hecho es que la cita de San Pablo, 1 Corintios 2:9, ilustrada en la imagen que escogí para reproducir en esta entrada, coincide con dicha visión apofática: Oculus non vidit , nec auris audivit (Cosas que ojo no vio, ni oído oyó), en la versión de Reina Valera. La inherente negación está muy presente: “ojo NO vio NI oído oyó”.
EliminarSanta María del Pilar ruega por nosotros.
ResponderEliminarSantiago Apóstol ruega por nosotros.
Mas ya parece que mi pluma sale
ResponderEliminardel término de epístola, escribiendo
a ti, que eres de mí lo que más vale;
a mayor ocasión voy remitiendo,
de nuestra soledad contemplativa,
algún nuevo primor que della entiendo.
Tú, mi Montano, así tu Aldino viva
contigo, en paz dichosa, esto que queda
por consumir de vida fugitiva;
y el cielo, cuando pides, te conceda
que nunca de su todo se desmiembre
ésta tu parte y siempre serlo pueda.
Nuestro Señor en ti su gracia siembre
para coger la gloria que promete.
De Madrid, a los siete de setiembre,
mil y quinientos y setenta y siete.
Buena cita, Anónimo amigo, y bien traída. Sirva además como recuerdo de Don Francisco de Aldana, autor de la Carta para Arias Montano, que poco después de escribirla murió en combate, en Alcazarquivir contra el Moro. Parecía saber que ese iba a ser su destino, pero su Señor en esa jornada fue el Rey Sebastián I de Portugal, que se empeñó en librar el combate que terminó en desastre. Descanse en Paz.
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