Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: La Coronación

viernes, 12 de febrero de 2021

La Coronación


La Coronación de la Virgen, Velázquez, circa 1640. Museo del Prado

  Uno de los cuadros más hermosos de la pintura occidental es también un misterio. Se trata de la  Coronación de la Virgen, por Velázquez. Todo en el cuadro es perfecto: los rostros de Dios Padre, de Jesucristo y la belleza del rostro, de la expresión y de la postura de la Virgen María, el color y los pliegues de sus ropajes, los diversos tonos de púrpura y de azul y de carmín. La escena está dispuesta en forma de corazón. 

   Esta obra maestra del barroco español nos lleva tres siglos después a la proclamación por el Papa Pío XII del Dogma de la Asunción de la Virgen María, en 1950. Pero no es eso lo más notable sino que vuelve a llevar al ánimo de algunos la impresión de que la base del Cristianismo, que dentro del estricto monoteísmo tomaba la forma trinitaria, queda enriquecida por el estatuto del todo singular de la Madre de Dios. Pasa a ser objeto del culto de hiperdulía que ya se le rendía desde mucho antes.

   Esa novedad de 1950 complicó los intentos de reunificar a las diversas confesiones cristianas. Pero también obtuvo aprobaciones inesperadas. Cuando un suizo ateo - Carl Gustav Jung - hijo de pastor protestante, declara su entusiasmo por el nuevo dogma, lo fundamenta en que cuatro es el número más perfecto, siempre superior al otro número sagrado que es el tres...

    Sin embargo, el fondo de este importante fenómeno histórico, cultural, religioso, resulta bien claro con tan sólo mirar el cuadro de Velázquez. El rostro de la Virgen María es hermosísimo y con toda la tierna belleza de una doncella. Es, además, serio y sereno, como lo son los rostros de Dios Padre y de Jesucristo. La escena conmueve y sosiega a la vez por gracia de la Virgen: 

Causa nostræ lætitiæ, 
Stella matutina, 
Rosa mystica. 


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11 comentarios:

  1. Creo que entre tantas calamidades la vida de muchos cuadros se ha vuelto más llevadera durante estos tiempos de epidemia. Al leer el elogio de señor embajador al rostro de esa Señora he recordado el de una diosa; ahora en las galerías de Trafalgar Square las pinturas disfrutan de un silencio muy hermoso, la mujer que mira a un espejo mientras nos enseña toda su espalda desde la nuca hasta los tobillos ya no tiene que ignorar al enjambre de turistas que solían arremolinarse a su vera. María está aquí concentrada en algún pensamiento sublime, ni se ha dado cuenta de que la admiramos. Algo sabía Velázquez sobre cómo no pintar lo más importante, lo que María guarda en su dulce corazón. Saludos para todos, y que la penitencia sea llevadera.

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  2. Es de agradecer Don Santiago, que su bitácora sea un remanso en la tormenta que nos aflige.
    Permítame una pequeña aportación, que espero sea amable a todos los Sres y Sras que nos honran con su lectura.

    la Armonía, esa es la cuestión. En varias ocasiones he manifestado mi opinión favorable a considerar las relaciones del Todo muy atentamente a la escala. La escala permite determinar qué y cómo y permite la correlación, justifica la analogía. Es lo que permite entender el Universo. A mi juicio, muchas veces la ciencia no acierta en la escala esa es la causa de que todavía no exista una explicación unificada de todas las fuerzas elementales de la física y por igual razón no entendemos a Dios. Su escala nos extralimita, toda forma de conocimiento es parcial a su infinitud.
    Las relaciones que más nos acercan a Dios son aquellas que tienen armonía. Es así pues la armonía una sintonía, una resonancia entre lo absoluto y el Yo. En las Artes la más preciosa de ellas, la establecida por el áureo número, llamada Divina Proporción, proporciona a quien la percibe homeostasis y equilibrio, belleza y paz. Y es que en este mundo todo está relacionado, lo que no quiere decir que sea relativo, claro. Bien al contrario ciertas formas de belleza son absolutas, inmejorables, solo sujetos de emulación. La armonía es la gramática de la belleza, del bien, y de la verdad. Es la palabra de Dios. No me toca a mí glosar sobre Velázquez, me limito a decir que en este cuadro precioso que usted nos invita a mirar, subyacen todos los elementos que justifican al Hombre, que en tantas otras manifestaciones no escapa a la simple consideración de animal de presa. El gran embrutecimiento al que nos pretenden acercar a diario las formas de creación sin gramática, sin oficio y sin armonía determinan el anatema al Arte entendido como lo entendieron los artistas absolutos , perfectos, casi divinos, a quienes tanto debemos , a quienes tanto queremos, y de quienes tanto dependemos.
    Suyo, a su servicio.

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    1. Usted me disculpará si empleo la hache para escribir harmonía; como somos a semejanza del que todo lo ha hecho disfrutamos mucho con la harmonía; cuatro voces con una melodía en proporciones harmónicas producen algo como una Misa de Pierre de La Rue, escuchen su Missa «O Salutaris Hostia», un disco acaba de salir con una interpretación digna de Doña Juana, la que llamaron la loca. Saludos.

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    2. Gracias por descubrirme a Pierre de La Rue y su Missa «O Salutaris Hostia». He encontrado unos minutos de esa hermosa misa en Youtube, y para verlos y oírlos no tienen más que copiar este enlace en su navegador:
      https://www.youtube.com/watch?v=ZrL_0pgsziQ
      Saludos.

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    3. De nada don Santiago. Luego añadiré si me lo permite algo más sobre esa Misa y los enlaces en youtube; ahora, y ya que usted es un diplomático de carrera, recordaré que ese Pierre, al que llamaron también Petrus, Pierchon, Pieter, Pirson, Perison y tantas otras cosas, estuvo en España.

      Durante la Primavera de 1502 se celebró en Toledo lo que ahora llaman una cumbre, el Duque de Borgoña y su consorte llegaron por tierra a Castilla para jurar como herederos ante Don Fernando y Doña Isabel. Al frente de la capilla musical de los duques estaba La Rue. Aquella cumbre fue algo memorable, aunque parece que ha caído en el olvido. Las fiestas concluyeron con el luto por la muerte en Gales del Príncipe Arturo, esposo de Catalina.
      Saludos.

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    4. Ese enlace en Youtube reproduce el O salutaris hostia de La Rue a cargo del Hilliard Ensemble, lo publicaron hace muchos años [c.1990]; La Missa O salutaris hostia que yo elogié ha aparecido en 2021 a cargo de The sound and the fury; ambos conjuntos tienen protagonistas comunes. Lo que no tiene relación alguna es el motete y la misa; es obvio el motivo por el que el motete se titula así, en cambio yo no he conseguido averiguar porqué la misa lo hace de esa manera, lo que está claro es que La Rue no utiliza su motete para dar cuerpo a la misa, una misa que todas las fuentes titulan como o salutaris hostia, incluida una famosa impresión romana de 1516 [Toledo y Pastrana tienen ese libro].
      No me ha costado mucho descubrir que no soy una persona especial, la razón por la que la magistral apertura de la misa con el tema y su canon me ha dejado estupefacto es la misma que consultando algunas obras he advertido que ha maravillado a tantos, es un canon excepcional, hasta el punto de que muy pocos han conseguido descifrarlo. Hubiese sido una pena que una misa tan extraordinaria sufriera los ultrajes de un coro sin arte, cosa nada rara pues cada día cantan más ineptos, el disco de la casa Fra Bernardo no tiene precio, aunque lo venden.
      Me queda algo por decir, mejor lo digo otro día. Saludos.

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  3. Ahora que se acerca la semana Santa quiero costumbrismo
    Pintoresco
    Pero no castizo

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    1. Pues el cuadro de Velázquez no es costumbrista ni pintoresco ni castizo.

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    2. Ya pero así es la vida mi admirado escritor

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  4. Estimado Santiago:

    Voy a atreverme, con mucha prudencia, a expresar una duda con respecto a la condición atea a la que, si no entendí mal, apunta tu fina mención a Jung. No pretendo corregirte ni romper ninguna lanza en su favor, sino dejar una nota bibliográfica, sin más.

    Si no me falla la memoria, como suele hacerlo, es posible que Jung, como Jünger, tuviera una de esas almas rebosantes de sed por el misterio que está en el fondo de toda religión. Sé que al decir "toda religión" se gana uno la condena del buen cristiano, que niega los dioses paganos en pro de uno Solo, pero que en realidad es Trino. Durante muchos años y hasta su muerte, Ernst Jünger encontró consuelo y verdad en la lectura de la Biblia sin que, a lo que se desprende de su trabajo, acertara a convertirse al cristianismo. Podría decirse que ambos, y en general todos en Occidente, vivimos embebidos en una forma vaga de catolicismo degradado en la ética ilustrada, a la espera de mayores revelaciones.

    Jung, sobre cuyo trabajo siempre me he detenido al borde de lo que, para mí, son grandes lagunas, estudió con ahínco el zoroastrismo, con ahínco en la religión iraní, cuya distinción tajante entre el bien y el mal ha llegado hasta nosotros por la vía de la Cruz. Al borde de esa trinchera seguimos viviendo en Occidente, con toda la hipocresía que uno sea capaz de señalar, pero ahí. Los hombres pudorosos, los ilustrados que se libran del engreimiento de la Ilustración, llaman "metáfora" al poso de misterio que en su interior pugna por cobrar forma, y antropología a la sombra de Cristo que cubre Occidente. Es cierto que también los cortos y los malvados emplean esa palabra; e incluso los hay bondadosos o indiferentes que lo creen sinceramente. Se ve que no han leído a Nietzsche cuando razona sobre la metáfora, o que no les llega esa carga de profundidad.

    No dispongo ahora de los cuadernos de notas donde guardo apuntes sobre Jung, pero, si me lo permites, dejo unas citas de Jünger a propósito del misterio, que, seguramente, es la forma más lograda de la fe, por mucho que Francisco insista en que el Código Civil cubano es más especioso.

    Disculpa lo atropellado de esta nota, que solo pretende un amago de conversación a distancia, y mostrarte que he leído con interés tu artículo, como siempre lo hago.

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    Algunas frases de Ernst Jünger.

    “La oración confirma, más allá del destino individual, el orden del mundo, de ahí que proporcione una seguridad absoluta”.

    “En la oración ha de predominar no el ruego, sino el agradecimiento, como en la Alabanza al señor de Neander. Sólo así puede cumplirse”

    “Lo que importa en los escritos sagrados o tenidos por tales no es tanto entenderlos cuanto entenderse con ellos, lograr un contacto íntimo. Da igual que un determinado pasaje sea leído por Goethe o que sea deletreado por un jornalero en su lecho de enfermo”.

    “En algún lugar del universo tiene que imperar el orden, aunque sea tan sólo en la contemplación solitaria”.

    “... los cultos no pueden perdurar sin imágenes. Aun en el desierto es preciso colocar como mínimo una piedra”.

    “Para mí en la naturaleza, en el cosmos, hay una dimensión divina. El culto a los dioses sobrevive a estados y pueblos, incluso a civilizaciones. (…) Pero lo más importante sigue siendo el Individuo, el gran Solitario, capaz de resistir en las situaciones difíciles para el espíritu, como la que está llegando”.

    “El Peregrino Ruso no deja la oración ni un minuto; la repite, aunque tan sólo murmure, hasta que la lengua se hincha. Esto se podría reducir aún más renunciando también al texto, como con un respirar y suspirar piadoso”.

    “A través de mi visión del acaecer cósmico estoy convencido de haber madurado con el tiempo un justo sentido de lo sacro”.

    “la muerte no es una estación final, es más bien un transbordo; se deja el cuerpo atrás como una maleta, tal vez como un equipaje molesto”.

    “El que no esté bien consigo mismo no debería dirigirse al autor, sino al cura. No necesita instrucción, sino consuelo”.


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    1. Muchas gracias, José Antonio, por tus consideraciones y comentarios sobre esa región de penumbra donde la religión, cristiana o de cualquier otro teísmo, se atiene en algunos casos más a los efectos que a las causas. Otro ejemplo sería Aldous Huxley, sobre todo al final de su vida. Su libro "The Perennial Philosophy" (1945) encuentra un común denominador de la experiencia mística tanto en el Cristianismo como en las distintas religiones orientales. Creo que Huxley no se pronuncia de manera inequívoca sobre la esencia de lo divino sino sobre sus efectos en los místicos.
      Gracias y un abrazo de Santiago

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