Homenaje a Goethe
Diplomacia y literatura
Miguel Ángel Ochoa Brun
Así pues, por más que resultase cautivador y atrayente, aquí no se
ha optado por imitar a José Ortega y Gasset, quien —por cierto con su
habitual perspicacia y maestría— elaboró un «Goethe desde dentro»,
un Goethe nach innen, sino por ofrecer un posible Goethe desde fuera.
Ése sería el título ideal para este estudio, si no fuese porque siquiera
remedar a Ortega sería cuando menos indecente. Se aspira en todo caso
aquí a presentar a Goethe en el ámbito internacional que los contactos
diplomáticos facilitan o muestran y colocarlo así en el entorno de los
ejecutores de su tiempo. Él ya una vez sugirió que los diplomáticos tal
vez no sean sino directores de escena (él que tanto sabía de teatro), que
luego desaparecen y dejan que los verdaderos actores ejecuten la pieza,
cuyo resultado por cierto forzosamente ha de dejarse al favor del público
y al albur de la fortuna.
(Homenaje a Goethe, Diplomacia y literatura, página 11)
No se puede olvidar que Goethe además no sólo es el ilustre personaje de las Letras, es también hombre de su tiempo. Y ese tiempo en
Europa es particularmente merecedor de toda atención por lo mucho
que en él acaeció y por los caracteres que lo configuraron.
(Op. cit., página 12)
En un distinto ámbito, más prometedor y fructuoso, en el de la Cultura, también hay individualidades que traspasan esa linde de épocas
y maneras, incluso se lucran de ambas y hasta son brillantes epígonos
en una y adivinos precursores en la otra. Son a su vez representantes
eximios de uno y otro tiempo. Uno de ellos es desde luego Francisco de
Goya. Otro es Ludwig van Beethoven.
Otro es Goethe.
Se da en él esa estupenda dicotomía que es causa de que para unos
sea Goethe el clásico por antonomasia, para otros el indiscutible romántico. Es el autor de la límpida Ifigenia, del arrebatado Werther y del
colosal Fausto. Los inquietos avatares de su propia vida acreditan esa
a veces desconcertante variedad que ciertamente no es contradicción,
sino riqueza.
(Op. cit., página 13)
Miguel Ángel Ochoa Brun incluye en este volumen 23 sonetos de Goethe traducidos al español, más tres sonetos de Benvenuto Cellini, en italiano, en alemán traducidos por Goethe, y en español traducidos por Ochoa.
Se atribuye al eximio traductor que fue San Jerónimo el dicho de que
una versión no es sino una perversión. Según eso, toda traducción es una
traición, más o menos encubierta: «traduttore traditore», dicen los italianos. Y a ese riesgo o castigo ha de someterse por cierto todo aquél que
temerariamente a un trabajo de traducción se apreste. Muy raramente la
traducción, más aún si de poesía se trata, podrá trasladar a una versión
la belleza formal del texto original o, si eso lo consigue, el intrínseco
mensaje de los pensamientos que albergue.
Tanto más, si de sonetos se trata, donde ha de atenerse el traductor
a las estrictas reglas que lo constituyen.
(Op. cit., página 293)
Permítaseme entrometerme en una tertulia tan ilustre de San Jerónimo, Benvenuto Cellini, Goethe y Miguel Ángel Ochoa para asegurar a quien nunca haya tenido la necesidad o el deseo de traducir que tal labor es tan ardua y exige tanta precisión que casi siempre su resultado es vano cuando no ridículo. No es así, de ningún modo, en el caso de estas traducciones de Goethe elaboradas con pasión, con ciencia y con paciencia por Miguel Ángel Ochoa. Valgan como botón de muestra estos dos sonetos (página 300-301):
III. KURZ UND GUT
| Sollt’ich mich denn so ganz an sie gewöhnen? Das wäre mir zuletzt doch reine Plage. Darum versuch’ich’s gleich am heut’gen Tage Und nahe nicht dem vielgewohnten Schönen.Wie aber mag ich dich, mein Herz, versöhnen, Daß ich im wicht’gen Fall dich nicht befrage? Wohlan! Komm her! Wir äußern unsre Klage In liebevollen, traurig heitern Tönen. Siehst du, es geht! Des Dichters Wink gewärtig, Melodisch klingt die durchgespielte Leier, Ein Liebesopfer traulich darzubringen. Du denkst es kaum, und sieh, das Lied ist fertig! Allein was nun? – Ich dächt’, im ersten Feuer Wir eilten hin, es vor ihr selbst zu singen. |
IV. DAS MÄDCHEN SPRICHT
| Du siehst so ernst, Geliebter! Deinem Bilde Von Marmor hier möcht’ich dich wohl vergleichen: Wie dieses gibst du mir kein Lebenszeichen. Mit dir verglichen, zeigt der Stein sich milde.Der Feind verbirgt sich hinter seinem Schilde, Der Freund soll offen seine Stirn uns reichen. Ich suche dich, du suchst mir zu entweichen; Doch halte stand, wie dieses Kunstgebilde. An wen von beiden soll ich nun mich wenden? Sollt’ ich von beiden Kälte leiden müssen, Da dieser tot und du lebendig heißest? Kurz, um der Worte mehr nicht zu verschwenden, So will ich diesen Stein so lange küssen, Bis eifersüchtig du mich ihm entreißest.
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Traducción de Miguel Ángel Ochoa Brun:
III. DE UNA VEZ
| ¿Me veré a la costumbre esclavizado de no poder vivir sin su presencia? Hoy quiero conocer lo que es la ausencia pasando un día lejos de su lado. Mas, ¿cómo, corazón, no he consultado en asunto tan grave tu experiencia? Ven, cantemos los dos esta inclemencia de nuestro triste y solitario estado. ¿Ves? Mi lira obediente ha respondido, al gesto del poeta y ya escuchamos el son de sus acordes melodiosos. Apenas lo pensaste y concluído el poema está ya. ¿Y ahora? ¡Vamos a llevárselo a ella presurosos! IV. HABLA LA MUCHACHA
¿Por qué tan frío, amado? ¿De este mudo marmóreo busto imitas la tiesura? Si en ti no hay, tampoco en él ternura; contigo comparado, es menos rudo. Se esconde el enemigo tras su escudo, mas descubre el amigo su figura; si te busco, me huye tu premura; aguarda y ve; tu estatua huir no pudo. ¿A cuál, pues, de los dos mi amor entrego? ¿Habré de soportar dobles desvíos, porque uno es mudo y otro desdeñoso? Pero más no hablaré, sino que luego de piedra besaré estos labios fríos hasta que tú me arranques envidioso.------------------
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Goethe dictando. Óleo de Johann Joseph Schmeller, 1834.
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¿Qué tiene esto que ver con Goethe y la Diplomacia de su tiempo?
Poco, solamente, por no decir que nada. Además, el que esto escribe
debiera aplicarse a sí mismo el cuento y recordar que en la limitación se
muestra el buen autor.
En algo sí pudiera hallarse conexión. La Diplomacia requiere respeto a las leyes y contención en las formas. Y eso tal vez sí lo explicó
Goethe (magistralmente por cierto) usando para ello las formas poéticas más tajantemente exigentes de rigor y limitación: los sonetos.
En ellos expuso Goethe lecciones tanto precisamente de literatura
como de política, tanto para poetas como para ciudadanos, pero aplicables desde luego a quienes se afanen en las tareas de la Diplomacia: «en
la limitación se define un maestro»y «sólo la ley nos da la libertad».
(Op. Cit., página 219-220)
Termina el autor este libro que de alguna manera abarca su vida entera, su vida intelectual y profesional, declarando:
Y que mi admiración, muy de antaño cultivada, desde los tiempos
que a la vista actual de uno mismo se antojan antiquísimos, quede probada, responde una osadía: la de atreverme a intentar una traducción en
verso castellano de los sonetos goethianos y en forma de soneto. Y ello
porque su serie ofrece un cerrado conjunto de variados asuntos. También porque el soneto es (para mí al menos) la expresión más consumada
del cuidadoso quehacer y del remunerado resultado de todo poeta. «Catorce versos dicen que es soneto», sí, pero es desde luego mucho más. Y
a esa gratísima tarea dediqué mis esfuerzos, allá por mediados del siglo
pasado, en el año 1956, en parte en Madrid, en parte en Cambridge. No
los he retocado, por más que bien conviniera, porque preferí dejarlos en
el nostálgico estado que me inspiran. Y ahí están para que el lector los
quiera o los desdeñe.
[...]
Porque a nadie quedará ya duda de que éste ha despertado de siempre
mi admiración, aun cuando sus pensamientos sean tan insondables, su
vida tan inabarcable como para que casi sea ilícito sumergirse todavía en
ella a la búsqueda de más resultados. Convencido estoy de que a tal hombre, a tal poeta, lo único que puede ofrecérsele, es esto, un homenaje.
(Op. Cit., página 376-377)
Homenaje que, por cierto, yo debo al propio Miguel Ángel Ochoa Brun por lo mucho que aprendí de él más que de ningún otro jefe y compañero y amigo diplomático. Así pues, gracias y que Dios te guarde, querido Miguel Ángel.
P.S. Este su más reciente libro confirma la dedicatoria a Miguel Ángel Ochoa de mi libro El Guirigay Nacional:
MICHELANGELO OCHOA
QUI SAPIENTIAM AC BONITATEM
ELEGANTISSIME
IRONIA CELAT
Homenaje a Goethe. Diplomacia y literatura
Miguel Ángel Ochoa Brun
Publicado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España con la colaboración del Goethe Institut en Madrid
Madrid, 2022