Fidel Sendagorta
23 de Febrero
Libros o autores sobrevalorados
Ulises de James Joyce.
Un amigo cercano, enfermo terminal de cancer, decidió que tenía que leer todos los buenos libros con los que nunca se había atrevido. El pobre empezó con el Ulises y yo lo veía sufrir cada día con esa tarea ingrata. Afortunadamente, la piadosa muerte le liberó de su insufrible compromiso.
Libros o autores menospreciados
La poesía de Borges.
Borges es tan buen narrador que parece que no puede ser mejor poeta. O al menos así lo valoran muchos entendidos que encuentran prosaicos sus poemas, acaso sin el atrevimiento de las centelleantes -pero estériles- yuxtaposiciones de tantos poetas contemporáneos. Pero quizá el pecado literario de Borges esté en que sus poemas cuenten historias inteligibles y conmovedoras.
~
Joaquín Torrente García de la Mata
25 Febrero 2019
Para hacer mi elenco de escritores sobrevalorados y menospreciados acudo a una referencia subjetiva. ¿En qué libros lamento haber perdido mi tiempo, y cuáles me alegro de haber conocido y querría volver a leer?
Para hacer mi elenco de escritores sobrevalorados y menospreciados acudo a una referencia subjetiva. ¿En qué libros lamento haber perdido mi tiempo, y cuáles me alegro de haber conocido y querría volver a leer?
ESCRITORES SOBREVALORADOS
En la literatura española los escritores más sobrevalorados y dañinos para nuestras letras son los de la Generación del 98. Me refiero a novelas como La Voluntad de Azorín, Camino de Perfección de Baroja (excluyo de la condena otras novelas suyas), Amor y Pedagogía de Unamuno y en general todas las nivolas de este último; obras que según Inman Fox "hacen que la novelística española cambie de rumbo y abren nuevas posibilidades de expresión", pero que en mi opinión han lastrado nuestra literatura desde entonces. Basta comparar La Voluntad de Azorín con La Catedral de Vicente Blasco Ibáñez para diferenciar una novela de un conjunto de reflexiones. El descrédito de la narrativa, la exaltación de la introspección, la preponderancia del la vivencia subjetiva han pesado como una losa sobre las letras españolas del siglo XX, y sólo autores con marcada personalidad como Ramón J. Sender, Gonzalo Torrente Ballester o Álvaro Cunqueiro, cada uno en su género, se atrevieron a sustraerse a esta tendencia impuesta.
Lo mismo cabe decir del boom iberoamericano encarnado en Gabriel García Márquez: Cien años de soledad, El amor en tiempos del cólera o El coronel no tiene quien le escriba. Obras huecas, efectistas y de nefasta influencia en sus epígonos.
Fuera de nuestras fronteras me hizo perder el tiempo en su día la literatura de Victor Hugo, "perpetuo y elocuente repetidor de todos los lugares comunes de los partidos en que militó y productor incansable en un tiempo y un país en que toda literatura andaba mezclada con un poco de charlatanismo y de industria." (Don Marcelino dixit). Sus Miserables, obra maniquea y de sentimentalismo fácil, fueron justamente descritos por Baudelaire como un libro "inepto e inmundo".
Otros iconos del Siglo XX que no volvería a leer: Hemingway y Sartre. El primero es un autor literariamente fallido con novelas de trama pobre y personajes mal perfilados. Su debilidad la demuestra el hecho de que sus obran proporcionan buen material cinematográfico.
Jean Paul Sartre vale poco como filósofo, nada como literato y vale más no hablar de su mensaje político. "Dire n‘importe quoi mais d’un ton véhement", decía Paul Morand de sus textos y era benévolo.
AUTORES INFRAVALORADOS
Incluyo en esta relación autores que no son considerados imprescindibles pero a cuyos libros vuelvo con frecuencia o espero volver; esos que lamentaría de verdad no haber conocido.
Empezaré por Don Emilio García Gómez, catedrático, maestro de arabistas -sus Poemas arábigo andaluces hallaron eco en el lorquiano Diván del Tamarit- , Embajador de España, Académico, historiador, articulista y traductor. García Gómez es una de las plumas más cultas, sensibles, eruditas sin pedantería y dotadas de mayor capacidad de evocación literaria y poética. Su obra más conocida es seguramente la traducción de El collar de la paloma que prologó Ortega; pero si alguien quiere conocer lo que fue la Granada de antes de la guerra, aquella sociedad refinada que se reunía en los Cármenes al pie de la Alhambra, el mundo de Falla, Lorca, Rodríguez Acosta o Gómez Moreno, no puede dejar de leer la bellísima Silla del moro y otras escenas andaluzas; que se complementa con una selección de artículos publicados en prensa sobre Andalucía, España y la cultura árabe.
Cambiando de país y de género literario seguiré con Federico de Roberto. CiertamenteIl Gattopardo de Lampedusa es la obra literaria que inmediatamente asociamos a la Unificación de Italia y el Risorgimento, pero para disfrutar de narración, caracterización de personajes y de lugares y de una trama trepidante hay que recurrir a I Viceré -Los Virreyes- que arranca magistralmente con la noticia de la muerte de la Princesa Teresa Uzeda di Francalanza en Catania y que encadena al lector sin darle tregua ni respiro.
Maurce Baring. Dijo de él Ricardo Gullón que supera a sus contemporáneos en optimismo vital, en la fe en las posibilidades del hombre y en la dignidad de la lección ofrecida; viajero, diplomático, hombre de fe y de mundo, desarrolla tramas complejas en el tono de quien lleva una conversación elegante e inteligente, caracterizando a sus personajes con agudeza psicológica, dibujando con finos trazos una sociedad, un mundo familiar, un género de vida. No hay lugar para el tedio y lo último que se puede decir de Baring es que es un autor previsible; personajes cruciales pueden entrar en escena en la página 600 o fallecer inesperadamente en uno de los capítulos iniciales a su regreso del viaje de novios.
E.F. Benson. Autor de una serie de novelas -Queen Lucia, Miss Mapp, Lucia in London, Mapp and Lucia, Lucia's Progress y Trouble for Lucia- que sitúa en los años 20 en una civilizada Inglaterra rural -Riseholme y Tilling- y en Londres. Benson describe en ellas con aparentemente benévolo humor la rivalidad social, el afán de supremacía y las intrigas de dos mujeres de media edad y limitados intereses amorosos; los conflictos, las venganzas y los desquites son un estudio psicológico lleno de agudeza y de ironía. Decía Nancy Mitford "we will pay anything for Lucia's books" y Auberon Waugh que Queen Lucia es uno de los libros mejor escritos en lengua inglesa; la serie completa es un antídoto contra la depresión y el aburrimiento.
Miklos Banffy, autor de la imprescidible Trilogía Transilvana (Los días contados, Las almas juzgadas, El reino dividido) , grandioso fresco de la sociedad y la política húngara anteriores a la primera Gran Guerra. Como dijo Patrick Leigh Fermor, hay intrigas, tramas, un asesinato, enredos políticos y grandes historias de amor; el contrapunto entre la Corte y el campo puede sonar a melodramático, pero no lo es en absoluto. Es indiscutiblemente una obra dramática y de gran calidad literaria.
Invito al lector a descubrirlo por sí mismo.
~
Fernando Sánchez Dragó
26 de Febrero
En desorden y a vuela pluma, mis candidaturas, Santiago.
A saber...
Éstos son algunos de los supravalorados.
Juan Benet
Camilo José Cela
Miguel Ángel Asturias
James Joyce
Thomas Bernhardt
Umberto Eco
Leopoldo Alas, Clarín
Rafael Alberti
Bertolt Brecht
Peter Handke
Wittgenstein
Agatha Christie
Primo Levi
Cesare Pavese
Virginia Woolf
Jiménez Lozano
Paco Umbral
Terenci Moix
José Luis de Vilallonga
Alejo Carpentier
Juan Gelman
Samuel Becket
Henry James
J.K.Rowling
Robert Musil
Hermann Broch
E.M. Forster
En lo de los menospreciados no me meto, porque sería un escrutinio difícil. ¿Cuál sería el criterio? ¿La escasez de ventas o de repercusión en los medios? ¡Bah!
~
Inocencio Arias
26 de Febrero
Sobrevalorados : Carlos Fuentes, Malraux, en cierta medida Conrad y como obra, dado que su autor es un coloso , "El otoño del patriarca" de G. Márquez.
Infravalorados : Eca de Queiros, Raymond Chandler, Azorín, Monterroso, Stefan Zweig . En el extranjero está muy injustamente olvidado, casi ignorado, Galdós. Como obra infravalorada "El primo Basilio" de Eca de Queiros.
~
Juan López Herrera
27 de Febrero
Libro más sobrevalorado
Resulta sorprendente la admiración prácticamente unánime que entre críticos y escritores suscita “Moby Dick”, de Herman Melville, un libro cuyo ritmo narrativo es constantemente interrumpido por insufribles capítulos didácticos sobre la vida y milagros de los cetáceos y la industria ballenera que habrían agotado la paciencia del mismísimo capitán Ahab.
Libro más minusvalorado
Si la valoración de una obra literaria presupone lógicamente su lectura, “Guerra y Paz”es una de la novelas más falsamenteadmiradas de la historia de la literatura. Lo que en realidad conoce la legión depretendidos lectoresesla sombra hollywoodianadel libro,una súper producción de la que está ausentela voz inmortal de Tolstoy, asombrosament actual (“Uno de esos hombres que escogen sus opiniones, como su ropa, de acuerdo con la moda, pero que por esa misma razón aparentan ser los más entusiastas partidarios”). Como diría otra inmortal (Lola Flores) “si me queréis, leerme”.
~
Julia Escobar
27 de Febrero
Más sobrevalorados
Lorca y Machado en su conjunto; Juan Ramón Jiménez (Platero y yo), Saint-Exupéry (Le petit prince), Rimbaud (él estaría de acuerdo), Neruda, Hugo, Tolstoi. Los primeros por su biografía; los segundos por su ideología y egolatría; todos tuvieron una gloria desmesurada.
Más menospreciados
Excluyo a los autores silenciados por ignorancia o ideología: sería una larga nómina; me ciño a los conocidos y “valorados”, mas de manera insuficiente, si no errónea, y siempre porque se ignoran sus rasgos más destacados en aras de un estereotipo al que, en definitiva, no obedecen del todo: Charles Péguy y Emilia Pardo Bazán (por católicos).
~
Miguel Albero
28 de Febrero
El autor más sobrevalorado de la Literatura española es Juan Ramón Jiménez, que levantó la imagen del poeta sensible y enfermizo y perpetró el libro más cursi para niños que haya conocido imprenta alguna.
El autor más infravalorado de la literatura española (mejorando lo presente) es Miguel Espinosa, que tiene una novela maravillosa, La fea burguesía.
~
José Ángel Mañas
28 de Febrero
Por ceñirme a la literatura española, así a bote pronto se me ocurre un libro muy sobrevalorado y otro no suficientemente valorado. Sobrevalorado me parece Antagonía, de Luis Goytisolo. Que lo hayan introducido en el programa de la Agrégation francesa de español en sustitución del Quijote me parece una barbaridad. Gustándome mucho Recuento, el resto no aguanta una lectura detenida. Y el conjunto no me acaba de funcionar como totalidad.
Libro no suficientemente valorado, a mi juicio, es La verdadera historia de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. Es una grandísima crónica y un texto que merece una consideración más allá de lo histórico, como clásico literario, a la altura incluso de títulos como Lazarillo o La Celestina. No hay libro de viajes o de aventuras, en castellano, que le sea parangonable. Es una obra que merecería ser citada más a menudo en los libros de texto.
~
Marqués de Tamarón
28 de Febrero
El libro más sobrevalorado: El Quijote, de Cervantes.
El libro más menospreciado: Las Novelas Ejemplares, de Cervantes.
El autor más sobrevalorado: Marcel Proust. En busca del tiempo perdido es lo más tedioso jamás escrito. Tan sólo con mi pedantería de los 18 años pude empezar a leerlo, en francés y sin saber muy bien esa lengua, y terminarlo a los 24 años.
El autor más menospreciado: Emilia Pardo Bazán. La derecha la menospreció porque era mujer "liberada" y tuvo amores con republicanos como Galdós y Blasco Ibáñez. Y la izquierda la menospreció porque creía en Dios y además, para más inri, era condesa.
~
De libros sobrevalorados y menospreciados (I)
De libros sobrevalorados y menospreciados (II)
Me sorprende la poca mención a Hemingway. El personaje ha servido de herramienta de marketing para un gran número de bares repartidos por diversos puntos geográficos, atrayendo a aprendices de escritor a regarse el gaznate en entornos con sello crápula. Esto ha hecho que los círculos que se consideran "verdaderamente" literarios lo desechen como escritor fácil. Olvidan que su genialidad es ahorrar palabras para describir lo complejo.
ResponderEliminarNo seré yo quien alabe a Hemingway más allá de lo necesario, pero permita que afirme que las mejores margaritas (y juro que tengo historial para probarlo)que he tomado en mi vida me las sirvieron en uno de esos bares parasitarios y en el propio que frecuentaba el escritor. En tiempos civilizados, la literatura trasciende su pequeño ámbito y vierte sobre las personas y los objetos; qué hermosa manera de hacerlo esa de engendrar tabernas, tabernuchas, barecillos, pubs, hostales, mesones y, si recuerdo bien, hasta un club de talante liberal que había en Murcia, en plena huerta, vestido con neones azules y verdes, que hacía gala de modales literarios (se llamaba “Mi boli”). No; no entré a ver si servían bebidas acordes, pero un amigo escribió dos poemas de gran altura formal y notable sentimiento a una de las camareras.
EliminarAmigo mío, cierta sordidez está presente siempre en los locales nocturnos que cierran después de hacerlo el teatro de la Ópera, que viene a ser mi campana de Cenicienta, al caso. Hemingway se me aparece como casi todo lo que por alguna razón rehuyo, sin saber exactamente el porqué.
EliminarEstimado David:
EliminarTrae Vd. a colación un asunto libresco bien interesante a propósito de sus envidiables costumbres; el de la sordidez.
El Marqués de Sade, con su fijación orgánica, la condujo a terrenos escatológicos en su doble sentido (el material, referido al uso y abuso de la carne, y el moral, buscando justificación a tales usos). Desde un punto de vista exclusivamente literario creo que Sade no entra en la encuesta del Marqués de Tamarón porque no llega a grandes alturas de expresión ni baja el lenguaje a infiernos sintácticos que deslumbren por su acabado.
Pienso ahora en Blaise Cendrars, que, desoyendo su consejo sobre la hora de retirarse, alumbró una figura literaria de primer orden: el noble crápula. A diferencia de Sade, y pese a su común inclinación a la degeneración moral (al placer que encuentran algunos de sus personajes cuando ejercen su depravación), Cendrars hace un tratamiento literario magistral fundado en una concisión dinamitera y en una elección de adjetivos de barniz surrealista que ahondan en el lenguaje (paradójicamente, que lo elevan) a regiones insospechadas por Sade.
En punto a sordidez cabe igual traer aquí la del agro ibérico antes de su Redención en manos del Progreso, con perdón. Benet la trata de manera extramoral, y así, libre de ataduras denigratorias, se lanza a descripciones de una exactitud y de una justicia inigualadas hasta la fecha. Ya sé que esta encuesta me deja sólo en alabar su estilo, pero tengo la excusa de haber quedado fascinado por el agro no sólo por crianza, sino a causa de los efectos mágicos de cierto paseo juvenil por una rambla alicantina en cuyos resecos taludes criaban las grajillas. Cuando, pasados los años, encontré ese mismo embrujo en Benet, la ligazón resultó inevitable.
A diferencia de Benet, Pla o Delibes, pese a su notable magisterio literario, tratan la sordidez agropecuaria con, para mí, un plomizo tratamiento edificante que tarde o temprano vuelve aburrida la lectura porque inevitablemente rinde el estilo a la idea. Cela vierte hacia las exigencias literarias propias de la justa descripción del carácter antes que a modas supuestamente ilustradas, y eso le distingue. Cunqueiro, con su vis alegre y un cierto desasimiento de los imperativos moralizantes, convierte la sordidez gallega en magia pura. Hay algún otro autor que, con mayor o menor acierto, también ha buscado describir la cuota de sordidez que guardaba el agro ibérico cuando todavía era agro (y no un enorme polideportivo estatal con restaurantes para turistas urbanitas) en uno de sus libros, de manera extramoral. Antes bien, y de acuerdo con la enseñanza de Ortega y Gasset, buscando la descripción de paisajes y personas según lo que era propio de la gente de campo: en lugar de moral, un sentido jerárquico de la decencia. No lo cito porque no me corresponde.
¿Cabe imaginar que, en lugar de denigrar al cateto ibérico, alguien en España hubiera revitalizado su robusto sentido jerárquico de lo decente implantándolo en la vida pública?
Como siempre, amigo Climent, produce interés y placer leer sus explicaciones. Traje la sordidez como nota y usted la ha elevado a rango de categoría, de forma literaria. Le aplaudo, y como supongo que a nuestro anfitrión no le disgustará, añado, con sus permisos, o sea: el de usted y el de Don Santiago, un nuevo comentario al caso. Debo reconocer que de joven tenía más tolerancia a lo sórdido, hasta el punto que su atracción fatal llegó a desviarme de horarios y sanas costumbres. Pero, por suerte, mi ángel custodio me hizo saber su disconformidad con tales actitudes. La literatura, como toda forma humana de transmisión de ideas, es un mecanismo de inducción del vicio o de la virtud. A pesar de que Wilde indique en el prefacio de su Dorian Gray que "There is no such thing as a moral or an immoral book. Books are well written, or badly written. That is all" a mi me parece que sí existen libros inmorales, y aquellos en que la sordidez es inducida lo son. El asunto que nos convocaba, es decir, el de valorar las posiciones literarias, no sé disociarlo del tema de fondo de la sordidez, quiero decir que si existiese un libro muy valorado, pero sórdido, yo siempre lo encontraría equivocadamente valorado. Que sea sórdido, no significa, claro está, que no pueda tratar la sordidez, como bien ha explicado usted. Es sórdido si pretende convertirla en paradigma o consejo. Lo inmoral no puede ser hermoso, puede a lo sumo ser atractivo. Desde este punto de vista excluyo de mis gustos a todos los escritores que producen angustia, mal sabor, o que matan la esperanza. Por suerte, difícilmente los libros sórdidos suelen estar bien escritos, a no ser que los inspire el averno, en cuyo caso Dios nos asista. Los "progres de talante" suelen regocijarse en el feísmo, la cursilería, y la sordidez, gustándoles literaturas agrias, espesas, y disolventes del ideario que acerca a la Verdad, a la Belleza y al Bien. Se inventan entonces literaturas tóxicas que acaban produciendo suicidio, desamparo y perdición, y se mofan de escritores limpios como José María Sánchez Silva que en el Milagro de Marcelino, contó una historia tan sencilla como conmovedora . Si una obra no nos conmueve, me pregunto para qué sirve. Decía Tamarón, que sin cesura y censura no hay literatura. Tenía razón. La sordidez, si se tiene, debe auto censurarse antes de que produzca daño. Pero si el escritor es sórdido, ¿Su producción no lo será, podrá evitarla? Estamos frente al problema del intelectualismo moral. No me extenderé, basta la sugerencia, quienes me han leído me consta que entienden a lo mínimo mejor que yo.
EliminarAfectuosísimos y cálidos abrazos a nuesto anfitrión y a usted, mi buen amigo.
Cuando lo sórdido es evidente en una obra, está claro, nada más que decir. La prudencia se requiere cuando una obra literaria mezcla dos temas antagónicos que son imposibles de mezclar, ahí entonces es cuando hay que ver bien, extremar nuestra visión...pocas cosas se pueden mezclar y que queden bien. Si mezclamos dos cosas imposibles de unir...¿ a qué parte del terreno pertenece el autor?.
EliminarLleva mucha razón Estimado Señor Flores y sí que es fundamental: Autores que dejen siempre una esperanza, ahí está lo importante. Nada que ver con los autores que sí está bien que hablen de una realidad pero...¿ todos sus libros o artículos sin esperanzas y en verdad sórdidos y con recovecos en la obra?, ¿ simplemente es así por casualidad o da como especie de adoración a lo desesperanzador?.
EliminarEs como hablar de la amabilidad o la sutil amabilidad...la primera es clara, la segunda es dificultosa puede llevar a equívocos.
Algo claro: Lo " sórdido" nunca es de Dios ni viene de Dios, porque Dios es Vida, claridad y Esperanza, no hay más.
EliminarDios nunca es confuso ni en el habla ni en la escritura.
EliminarSin embargo,
Eliminar"Entonces Salomón dijo: tú, Señor, has dicho que vives en la oscuridad" (1 Reyes 8:12).
Y además:
"Sólo el silencio custodia el misterio del camino que el hombre cumple con Dios" (dijo el Papa Francisco en 2013).
Bien es cierto que oscuridad, silencio y misterio, muy presentes en las Escrituras cristianas y de otros cultos, no equivalen a confusión.
Totalmente de acuerdo Señor Obiter Scriptum con su comentario, la oscuridad no es lo gris, en ella (la oscuridad) tanto San Juan de la Cruz o San Francisco de Asís vieron la claridad y la luz. En la más noche oscura es donde el corazón se ensancha y se perfecciona, camino muy difícil pero Dios sabe lo que hace, nosotros las personas no, su misterio es complejo pero certero.
EliminarY el Silencio es una escuela tanto como la del Corazón, inconmensurable y dulce escuela, no fácil desde luego, pero no aburre. Saludos Cordiales.
¿Quién decidiría que Thomas Mann debía ser leído y admirado? ¿Acaso no apreciaba su tiempo? Por supuesto que si se busca lentitud y tedio, ¡adelante!
ResponderEliminarSalvaría no obstante "Muerte en Venecia" por haber hecho posible la adaptación cinematográfica de Visconti. ¡Cuánta belleza!
No quisiera divagar, mas un apunte solo, no creo que moleste a nadie. Sí, el cine de Visconti merece una cita aparte. No es solo belleza, es algo más, ¿No les parece? Le propongo Don Santiago, con la venia, proponer un juicio similar al de valores literarios respecto al cine. Si le pareciera bien, cuente con mi opinión.
EliminarSuyo con gran respeto,
D
...Por cierto, en caso de que le convenciese mi idea, y para general conocimiento,-esta coletilla le excluye Tamarón, pues es usted autoridad en la causa y lo sabe perfectamente- deberían encomendarse, las opiniones, a San Juan Bosco que es quien ostenta el patronazgo del séptimo arte.
EliminarSobrevalorados: los hermanos Machado, encarnizados competidores en cursilería. Tanto el cursi de izquierdas (Don Antonio) como el cursi de derechas (Don Manuel) lograron combinar trinos empalagosos con el más práctico oportunismo.
ResponderEliminar"Hay en Stalin una claridad de ideas y una virtud suasoria que no alcanza nunca su interlocutor".
"Cuando triunfe Moscú, no lo dudéis, habrá triunfado el Cristo".
(Antonio Machado, durante la Guerra Civil)
"Al Sable del Caudillo:
Dios bendice el santo afán
que tu espada desnudó
y la victoria te dio".
(Manuel Machado, al final de la Guerra)
"A Líster, jefe en los Ejércitos del Ebro
Si mi pluma valiera tu pistola
de capitán, contento moriría"
(Antonio Machado)
Pues estaban confundidos ambos hermanos.¡ Y sí la cursilería trae graves consecuencias!. Esa cursilería tan graves consecuencias como las personas que siempre han pasado de todo, porque no se puede pasar de todo...No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague.
EliminarMagnífica expresión del detalle: " con el más práctico oportunismo."
EliminarPara ver lo malo que es Hemingway basta con leer a John Steinbeck.
ResponderEliminarMe parece que está infravalorado Sinclair Lewis; su Calle Mayor me parece una novela sin la cual no se puede comprender la historia y la sociedad americana. Lo mismo diría de Willa Cather, Louis Auchincloss -oportunamente citado por el señor Areilza- o Edith Wharton, aunque no creo que nadie considere a esta señora como infravalorada.
Termino con Juan Ramón Jiménez. Si el horrible Platero y yo lo hubiera escrito otro autor, no quiero saber lo que diria en esas confidencias que recogió Juan Guerrero Ruiz y en las que no dejaba a nadie indemne. O sí quiero.
Dice mi amigo Genaro que a quien se meta con Azorín ¡palo! No es una manera fina de proclamar su entusiasmo por ese autor, pero creo que tiene interés dejar el apunte de tan intensa devoción. Azorín es un escritor excelente y lleno de sugerencias, y he observado que es a menudo de buen tono meterse con el –sería entonces uno de los infravalorados-, como para dar a entender que no es lo suficientemente sofisticado para quien lo critica. Lo dicho, figurativamente, palo.
ResponderEliminarMagnífico Azorín tanto como Buero Vallejo, les agradezco a los antiguos literatos que fueran al menos humildes, porque ¡ que hartura de tantos presumidos y mimados actuales!.
EliminarNi Buero Vallejo ni Azorín fueron humildes, tan sólo aburridos.
EliminarRespeto su consideración sobre Buero y Azorín Señor de Tamarón, porque es verdad que para cada uno de nosotros las personas son de una manera u otra o la consideración que tenemos de ellas, y tan respetable es una como otra. Pero para mí ambos escritores son humildes y he aprendido muchas cosas valiosas de ambos. Un Saludo Cordial.
EliminarTambién se produce una amable sorpresa cuando no coincidimos las personas en los mismos criterios, siempre que se produzca en el respeto, así es más amena la cuestión.
EliminarLa crítica al Quijote me parece un poco severa, pero incluir a doña Emilia es un absoluto acierto. Cuanto más se la lee más se maravilla uno. Y no se trata sólo de los Pazos de Ulloa y la Madre Naturaleza –que ya sería mucho- sino de obras como Morriña o La Tribuna que representan momentos de gran lectura. Leí hace poco Insolación que me pareció estupenda, con la peripecia amorosa de sevillano y pontevedresa por los madriles. Su labor de traductora, de agitadora cultural, de divulgadora de la historia de España e incluso de defensora de los toros casusa asombro. Creo recordar que concluía una conferencia o un ensayo en el que contestaba a una puritana norteamericana diciendo algo así como “nosotros vamos a los toros mientras ustedes beben solitarios hasta perder el conocimiento, perseguidos por sus ligas antialcohólicas”.
ResponderEliminarLuego está el personaje que debía ser fascinante y arrebatador por un lado, cargante por otro. Ortiz Armengol cuenta en su biografía de Galdós como éste se quedó pasmado al descubrir que doña Emilia le simultaneaba con Lázaro Galdiano, bastante más joven además. Esos éxitos amorosos nos dejan un poco sorprendidos cuando al leer sobre ellos recordamos la fotografía de tan poderosa y oronda señora. El aspecto cargante para un sector de la sociedad de la época lo resume muy bien el duque de Maura en las anécdotas que de ella refiere en su pequeño libro de recuerdos. Las transcribo a continuación (aún a riesgo de resultar pesado con este comentario tan largo).
Atentamente.
Doroteo C P.
¿Por qué la Pardo Bazán no puede llegar a ser Académico de la Española?
Es fama chismográfica, que víctima Cánovas del Castillo de un continuo acoso conyugal para que patrocinase resueltamente la admisión en la calle de Felipe IV de la eximia escritora, solía disculparse asegurando irreductible la prevención antifeminista de sus colegas; argumento al cual oponía Joaquina este otro.
- Pero, ¿qué tiene de mujer Emilia Pardo Bazán?
Puede suceder que sea todo ello una leyenda, como lo es positivamente la pertinacia de nuestro antifeminismo. En la Academia de la Historia, (donde tenemos asiento tantos numerarios de la Decana), figura hace más de doce años, Mercedes Gaibrois de Ballesteros, y su elección, en 1932, fue tan lisa y llana como haya podido serlo la que más de las nuestras.
(…)
1910. Baile de trajes en el hotel de Casa Valencia.
Doña Emilia va disfrazada de “Mi tintero”. Esto quiere decir que lleva negro vestido de noche, con mangas de encaje, a través de cuyas mallas se pueden leer “cosidas a modo de foro” páginas impresas o manuscritas de sus obras. Se toca con una bacinilla que, en rigor, puede servir también de tintero.
Cuando me acerco a saludarla, me ruego que la acompañe a una de las habitaciones del piso alto (dónde no sube casi nadie), porque desea hablarme de un asunto confidencial. Accedo resignado, y nos instalamos en la salita de confianza de la dueña de la casa.
Inicia la plática esta otra condesa, colmando de elogios a mi padre, víctima reciente del “asunto Ferrer”. El mundo entero, según ella, le moteja, sin razón, de reaccionario incomprensivo, no obstante la amplitud liberal de su espíritu.
Desgraciadamente, no podrá volver al gobierno sino desvaneces tan injusto pero nocivo error.
Bastábale para ello dar alguna prueba convincente, y ninguna lo sería más que llevar a la Academia Española a una mujer, por ejemplo, a ella.
Prometí transmitir textualmente sus palabras a mi padre; y lo hice, en efecto, al siguiente día, para regocijo de entrambos.
Reflexiones, confidencias y recuerdos
Por el duque de Maura
Fundación Antonio Maura
Madrid, 1992
Olvidé incluir en el sondeo De libros sobrevalorados y menospreciados una categoría alegre y cruel, la de los libros que se burlan de autores pomposos, pedantes y hueros. En tiempos modernos el premio se lo llevaría el artículo de Alan Sokal, "Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity". Picó en el anzuelo la Crema de la Intelectualidad, es decir “los pomos” (o sea, los postmoderistas o postestructuralistas de la escuela de Teoría Literaria, ya extendiéndose a otras disciplinas como la Historia, la Filosofía, la Antropología, el Derecho, la Teología y – más peligroso – la Arquitectura). Sus padres fundadores fueron Derrida y Foucault, y sus precursores Nietzsche y Heidegger.
ResponderEliminarEl artículo de título incomprensible tanto en inglés como traducido, “se publicó en el número de primavera/verano de 1996 de Social Text y sostenía la asombrosa tesis de que la gravedad cuántica era un constructo social; es decir, que la gravedad existe solamente porque la sociedad se comporta como si existiera, por lo tanto si no creyéramos en ella no nos afectaría. El mismo día de su publicación, Sokal anunciaba en otra revista, Lingua Franca, que el artículo era un engaño” (cito del Escándalo Sokal en Wikipedia).
Derrida se indignó ante la falta de respeto. La prensa culta de izquierdas también, sobre todo en Francia y en los Estados Unidos. Alan Sokal y su compañero Jean Bricmont habían declarado que el Emperador estaba desnudo.
Toda tema es postema, que dijo Gracián, y todo constructo es eructo, añadiría hoy.
EliminarReconozco Señor Psicopompo que ojalá todas las explicaciones de las personas fueran como esta suya, visto lo visto, al menos es verdaderamente artística e inteligente y sin rodeos.
EliminarEl Emperador está desnudo hace mucho, mucho tiempo. Si se procede de forma rigurosa en el análisis de algunos textos de ciencia ( de cosmología por ejemplo), esto es: siguiendo las reglas de identidad, no contradicción y razón suficiente, queda uno sorprendido de las veces en que se transgreden estas (sobre todo la tercera). La impostura es un mal tremendo que afecta a casi todos los ámbitos. El cientificismo- o de la impostura en ciencia- se ha adueñado de las mentes de los que proponiéndose paladines del anti dogmatismo, acaban siendo sus más altos voceros. El cientificismo es una caricatura de la ciencia, del mismo modo que la cursilería lo es de la poesía, y los garabatos de Arco lo son de la pintura. La confusión es grave. Se supone que el conocimiento está más cerca de las personas que nunca lo estuvieron, y a pesar de ser así, cada vez más gente sabe menos de todo y más de casi nada. Vivimos rodeados de engaños. Al estar confundidas las Autoridades con las potestades, resulta creíble casi todo lo imposible. Por potestades, aclaro que no entiendo una de las categorías angélicas, claro, sino todo lo contrario, o sea: poderes concretos tan alejados de los Tronos y de las Virtudes como el cielo lo está del infierno y que son quienes determinan el mensaje de lo que se supone correcto y veraz. Se tejen los hilos invisibles del vestido del emperador basados en pseudo libertades, pseudo verdades y determinando que no existe Dios.
EliminarA su servicio, lealmente y siempre.
Muy acertado me parece el juicio de Miguel Albero: el autor más sobrevalorado de la literatura moderna es Juan Ramón Jiménez, con ayuda de su burro Platero. Los dos son la quintaesencia de la cursilería. Si hubiera justicia, algún animalista de hoy prohibiría que circulase "Platero y yo" por atentar contra los derechos de los burros. Los burros tiene algunos defectos, pero jamás son cursis. Los poetas, a veces, sí.
ResponderEliminarPero el Misticismo de Juan Ramón es Sublime, es Luz, no es cualquier cosa.
EliminarReconozco que Moby Dick contiene páginas con disquisiciones que se hacen más que pesadas. Pero Herman Melville compensa esa su novela más famosa con otra mucho mejor, "Benito Cereno". Lástima que hoy se considere políticamente incorrecta y en la práctica esté proscrita.
ResponderEliminarSobrevalorados: muchos del "boom" latinoamericano sin quitarles su gracia, eso sí.
ResponderEliminarMenospreciados: El rompimiento de Gloria.
Ahora me retiro, con permiso, me parece que el ego se regodea por aquí. Lástima.
Disculpe no sé a qué se refiere en cuanto al ego si es a este blog, y lleva Usted razón en cuanto a su propio comentario sobre los sobrevalorados y menospreciados, no veo ego en este blog a mi parecer, y si a Usted le parece haber visto algo de ego no creo que sea con mala intención ese ego.
EliminarDisculpe de nuevo Señor o Señora La Araucana, me parece valioso tanto su sinceridad como la forma educada en cómo la dice, pero también es muy valioso la educación y el respeto sincero del Señor de Tamarón al haber dejado su comentario expuesto y no haberlo censurado, que es lo que normalmente hacen muchos editores de blogs.
EliminarLa verdad, Señor o Señora Anónimo, es que tengo la impresión de que el Señor o Señora Araucana al hablar de que el ego se regodea por aquí quiere, además de hacer una aliteración, referirse al ego de algunos de los principales opinantes en el sondeo. Por eso creo que en algún momento de este debate asumí que el gremio de los escritores éramos ya desde la época de Horacio el Genus irritabile vatum, raza irritable la de los poetas. Así somos todos y así serán dentro de otros dos mil años los escritores, si es que alguien sabe todavía escribir.
EliminarMuy amable Señor de Tamarón por su explicación, ahora entiendo. Gracias.
EliminarMás por ¿ociosa vanidad? que por otra cosa (quizá por el gusto seguir leyendo estas columnas), diferenciaría entre ego y vanidad.
ResponderEliminarEl ego, figura fantasmal de la psicología, fiduciario de las naderías no menos fantasmales del Ello y del Superyó, entra en la literatura de la mano de autores que confunden el informe psiquiátrico con la literatura, tanto anteriores como posteriores a Freud, que dio rigor formal al ego pero que no lo patentó. Y digo “confunden” en su doble sentido de lograr una mezcla estable y literaria (Tolstoi, que me atrae; Dostoyevski, que me aburre), y de confundir erradamente la una con la otra (véanse los anaqueles de autoayuda de cualquier librería o biblioteca pública, los libros de budismo superficial firmados por Richard Gere, programas políticos progresistas, suplementos dominicales de cultura, etc.). Sea como fuere, el ego es de naturaleza enfermiza; sus fuentes son la negrura de la frustración y la cruda organicidad de la fisiología; su modo de salir al mundo, la represión.
La vanidad, en cambio, habita otras regiones. Bien que la hay tan crecida y malograda que se diría un ego, pero en cambio también la hay de modistilla, de ingeniero, de obrador, monjil y de convento; de coqueta, de machito, de empollón; de joyero, de armador, de pocero o de arquitecto. Puede ser afilada y venenosa (Oscar Wilde; Mújica-Laínez); maravillosa, escurridiza, burlona, femenina, masculina, erótica (Nabokov); altiva pero disfrazada de humildad (Whitman); e incluso puede ser egocéntrica (Truman Capote).
Habrá quien padezca el azote de la conjunción del ego con la vanidad: Todos tenemos a algún escritor en mente, a ideólogos de moda, e incluso a más de un presidente. Pero, ay, qué lejos de ellos queda esta subespecie luminosa y literaria, que se nutre de una alegría consustancial al vivir, de la maravillosa variedad del mundo, y de las potencias que habitan las naturalezas singulares…
Como paradigma de autor cuya obra anda sobrevalorada está Gabriel García Márquez. A distancia le seguiría una buena ración de autores y obras.
ResponderEliminarEn el extremo opuesto situaremos a Jünger, Papini... Y como perfecto ejemplo de escritor condenado a la pira por sus ideas tenemos al Conde de Foxá, quien no ha conseguido que le perdonasen ser falangista y conde. Hace ya tiempo que los nuevos inquisidores convirtieron en ceniza su Madrid de Corte a checa.
Un libro notablemente menospreciado es la novela de Herman Melville titulada Benito Cereno. Su falta de corrección política la ha hundido en el fondo del mar.
ResponderEliminar