Coincidiendo con el 202 aniversario del nacimiento de Ricardo Wagner, mi amigo Joaquín Torrente García de la Mata, jurista y tan aficionado a la ópera como a la literatura, ha escrito este ensayo sobre el gran músico alemán y su libro Ópera y drama, de 1851, traducido por el musicólogo Ángel Fernando Mayo Antoñanzas. Lo publicamos con agradecimiento.
Ópera y drama
Por Joaquín Torrente García de la Mata
“El error en el género artístico de la ópera consistió en que un medio de la expresión –la música- se convirtió en el fin y que el fin de la expresión –el drama- se ha convertido en el medio”. Con estas tres líneas sentenciaba Richard Wagner la decadencia del drama musical en el siglo XIX, que convirtió el libreto en simple pretexto para la composición y subordinó el argumento dramático al lucimiento de artistas y cantantes, al divismo en su más banal manifestación. La melodía irrelevante, la música independizada del argumento y sin conexión con el texto, el canto vacío de significado eran signos visibles de la profanación de una forma artística –el drama musical- que para Wagner estaba llamado a tener una dignidad pareja a la de la tragedia griega, el teatro español del Siglo de Oro o el de la Inglaterra de la primera reina Isabel.
Richard Wagner escribe Ópera y Drama –de cuya introducción procede la cita- en 1851 cuando vive su exilio zuriqués, tras su participación en la revuelta revolucionaria de Bakunin en Dresde. Y lo hace –nos cuenta el traductor de la obra- a borbotones, como respuesta a un artículo ocasional, sin un esquema cerrado, lejos de su biblioteca que ha quedado en la Corte de Sajonia donde desempeñaba el cargo de Kapellmeister, sin acopio de fichas y de notas, con conocimientos no musicológicos sobre los orígenes del género, utilizando una terminología difícil y desarrollando personalísimas teorías lingüísticas, elaborando en suma, con poderoso ingenio y una pasión superior a su capacidad de síntesis, una interpretación original y rica del mito y de la tragedia griegos.
Wagner divide su obra en tres partes. La primera tiene como argumento la ópera propiamente dicha y su evolución histórica hasta los días en que escribe su manifiesto. La segunda está dedicada al Drama y, más particularmente, al drama poético. Y en la tercera habla del drama del futuro y del modo en que concibe la obra de arte total. No es Ópera y Drama una obra sencilla ni pacífica; como escribió Nietzsche y nos recuerda Miguel Ángel González Barrio, prologuista de esta edición, “los escritos en prosa de Wagner son difíciles de comprender porque él no quiere poner el énfasis y en los períodos más amplios de frase no hace distingos entre el tono mayor y el tono menor; todo le resulta importante, como si tuviera que quedar subrayado”.
Las afirmaciones de Wagner cuando traza la historia del drama musical son audaces y polémicas; revisa las aportaciones al género de Gluck, Mozart y sus propios contemporáneos Meyerbeer y Rossini y no tiene reparo en presentarse como el único compositor capaz de llevar a cabo la reforma radical del género. No sería difícil encontrar imprecisiones y arbitrariedades en el texto literario del compositor –como también infidelidades de Wagner compositor a sus propios postulados-, pero como ya señalara años atrás un traductor francés de esta obra, con Ópera y Drama sucede como con el prefacio de Cromwell de Victor Hugo. Lo importante no es saber si lo que dice Victor Hugo es verdad, sino saber qué es lo que dice Victor Hugo. El interés de Ópera y Drama no es tanto si los anatemas que lanza Wagner están justificados, o si sus opiniones sobre el drama y su historia son científicas. La preocupación por la verdad histórica no es primordial, ya que Wagner escribe siempre con una finalidad. Y su objetivo es la obra de arte total –la Gesamtkunstwerk-, concepto actualísimo que conjuga el texto, el gesto, la música, la escenografía y lo que hoy llamamos dirección artística; en definitiva lo que él denomina la obra de arte del futuro.
Ángel-Fernando Mayo, autor de esta traducción, de cuyo prematuro fallecimiento se cumplirá dentro de escasos días una docena de años, fue sin duda el más completo especialista wagneriano contemporáneo en lengua española. Unía a su dominio de la lengua, la cultura, la literatura, la filosofía y la historia alemana una genuina y contagiosa pasión por la música. Sus libros, sus escritos diversos que incluyen crónicas, notas para programas de mano, críticas, comentarios o recensiones y, muy especialmente, sus rigurosas y cuidadas traducciones, siguen siendo indispensables para el que quiera acercarse a la obra literaria y musical de Richard Wagner. Asiduo visitante de Bayreuth desde los años sesenta, conoció los años de gloria vocal, orquestal y escénica del Festival. Desde las páginas de las revistas musicales españolas Mayo creó escuela, fomentó afición, formó el gusto de una generación de wagnerianos y supo despertar el interés por las grabaciones históricas, los registros en vivo, los cantantes del pasado y los directores de orquesta herederos de la gran tradición.
Ángel Mayo había traducido y anotado ya para Alianza Editorial en 1983 la fundamental biografía de Wagner escrita por Martin Gregor-Dellin; y años más tarde abordó con respeto y reverencia la versión española de Ópera y Drama, “la obra más inteligente de toda la ensayística musical”, en palabras de Richard Strauss. Advertía Gregor-Dellin que de todos los ensayos de Wagner éste era el más peligroso, porque en él la visión del porvenir alcanza hasta la técnica artística, y constituye un programa ideológico completo con disgresiones sobre historia de la música, lingüística y filosofía.
Dice con razón Ángel Mayo que mientras ya nadie discute el Wagner músico, no sucede lo mismo con el hombre y el pensador. Y es verdad que en cuanto al filósofo o ideólogo del drama musical contemporáneo apenas es posible encontrar a nadie que lo defienda o haga propósito de comprenderlo. De ahí el empeño de Mayo en dar a conocer esta obra y posibilitar su acceso al lector español. Le obsesionaba el hecho de que no existiera un texto digno en nuestra lengua desde que Editorial Austral publicara en 1952 una traducción de la tercera parte que presenta serios problemas de inteligibilidad, ya que, como escribía entonces, el lenguaje de Wagner puede resultar en sí difícil, denso, farragoso incluso ya que no era un filólogo ni un musicólogo y su expresión se corresponde con las intuiciones del artista, con largos períodos y párrafos complejos con una estructura interna musical y transicional que requiere cierta familiaridad. Y sin leer y estudiar Ópera y Drama resulta imposible la correcta comprensión de las causas, los propósitos y el contenido de la magna obra wagneriana, ni puede llegar a percibirse su falseamiento en las actuales producciones escénicas.
La primera traducción integral de Ópera y Drama fue publicada en 1997 por la Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera en colaboración con la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Ahora Editorial Akal ha querido presentar otra vez este texto en una esmerada edición de su colección AKAL MUSICA. La obra viene precedida de una introducción de Miguel Ángel González Barrio, fervoroso wagneriano, y sucesor de Mayo en el difícil y noble arte de la crítica musical. Y también incluye el Epílogo que escribiera Mayo para la primera edición de su traducción y su hermosísimo ensayo “La obra de una vida”, sobre el Anillo del Nibelungo, que revisó pocos días antes de su muerte. Ensayo que aúna la pasión, la precisión, el rigor histórico y musicológico, la visión completa del drama musical por antonomasia, y que nos proporciona, en definitiva, las claves para la comprensión de una de las obras cumbres de nuestra civilización.
En las notas al programa de mano del Tristán e Isolda que presentó el Teatro Real en la temporada 1999-2000 decía Ángel Mayo que “Richard Wagner, quien tantas cosas nos ha dicho en sus obras dramáticas y tanto escribió sobre sí mismo o de él mismo para el mundo, todavía está hoy muy lejos de ser comprendido por los más, cuando al contrario –como bien sabe el lector- suele ser despachado con perversos, por estúpidos, tópicos frutos de la más crasa ignorancia o del sectarismo, que viene a ser lo mismo”. Bienvenida sea la publicación de esta traducción, cuidadosamente anotada, del gran manifiesto wagneriano por el arte, la belleza y la verdad dramática.
Ópera y Drama
Richard Wagner
Prólogo de Miguel Ángel González Barrio
Traducción de Ángel-Fernando Mayo Antoñanzas
Ediciones Akal SA, Madrid
2013
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Leyendo este artículo me doy cuenta con más seguridad que hoy en día falta " la pasión" por las cosas, la tenía Wagner y muchas personas en otros tiempos, se sentían llenos interiormente, y en los momentos que corren...¡Dios mío que ausencia más grandiosa tenemos de todo!
ResponderEliminarSaludos. Teresa.
Querido Joaquín,
ResponderEliminareste artículo me ha llevado al que escribiste sobre Tocqueville, que se me pasó en su día, tan atinado y tan desgraciadamente actual.
Tengo la obra en francés, sin fecha, en dos volúmenes y traducida por Jacques Gabriel Prod'homme -que fue bibliotecario y conservador del Conservatorio y de la Ópera de París- correspondientes a los volúmenes cuarto y quinto de la edición de siete dada a estampa en París por la Librairie Delagrave, diría yo por los años 30, de las obras en prosa del maestro. También la parte citada en la edición de Espasa, y en catalán, la de Joaquin Pena en: " Obres Teoriques y Critiques. Volum 1. "Musica Del Pervindre." L'art y la Revolució. dentro de " Obras teóricas y críticas de Ricardo Wagner", publicado por la "Associació Wagneriana de Barcelona" en 1909.
ResponderEliminarRecuerdo que en su día me emocioné con la consecución de estos textos, uno hallado en París, otro en Barcelona, y otro no lo recuerdo. No me resultó fácil asimilar los contenidos, son densos y requieren esfuerzo.
Se agradece una edición íntegra en nuestra lengua, que asombrosamente, no la tenía. Ya es triste esta situación, tanto dinero público tirado en ediciones de libros intrascendentes condenados al lance, que no lee casi nadie, y en cambio, referentes de envergadura sobre temas diversos, debe uno leerlos en inglés o en francés.
Un saludo unido a mi más alto respeto, señores.
Siempre a su servicio,
Otto Silenus dijo...
ResponderEliminarHablaba Mayo del falseamiento de las producciones escénicas wagnerianas y no está de más recordar las palabras de Roger Scruton: "There are many special reasons for the mutilation of Wagner. For Wagner's dramas concern sacred things, and sacred things are intolerable to those who no longer believe in them: an urge to desecrate replaces the desire to worship and the finest and most beautiful symbols are torn down and trampled on, lest they retain their power over the human soul" (Gentle regrets, Londres, 2005). Precisamente esto es lo que hizo Katharina Wagner en su producción bayreuthiana de "Los Maestros Cantores de Nuremberg" del año 2007: denigrar, vilipendiar, arrastrar por estercoleros y profanar el gran arte alemán que su bisabuelo quiso honrar con esta obra.
Sr. Silenus, a mi juicio ha puesto usted el dedo en la llaga. Esta tendencia moderna a descontextualizar las Óperas y transformar las escenografías es un ultraje, una deshonra y una estafa. Se justifica -como tantas cosas- por y para la "modernidad". En el caso de Wagner el asunto es particularmente grave: sabemos que el maestro se opuso incluso a que sus obras se representaran fuera del teatro de Bayreuth.
EliminarCoincido con usted plenamente.