Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: Botones de muestra (XVII)

jueves, 16 de enero de 2014

Botones de muestra (XVII)



     Ojalá más sabios hicieran como Sir John Elliott hace en su libro más reciente (History in the making, en español Haciendo Historia), tras más de medio siglo adiestrándose y ejerciendo el oficio de historiador. Pasa revista a la evolución de la historiografía durante los tiempos recientes, recoge los orígenes y el desarrollo de sus propios puntos de vista y sopesa el efecto en la visión histórica de las nuevas técnicas de información.

     Con gran lucidez -virtud que escasea tanto en su oficio como en cualquier otro, incluidas la política y la diplomacia- reconoce al final de su libro lo siguiente:
     "Los escritos históricos obtienen su inspiración en la curiosidad, y mientras la curiosidad subsiste, también permanecen las oportunidades. Estas oportunidades se han ampliado enormemente con el aumento en la cantidad de información fácilmente accesible generada por la digitalización de libros y archivos. Y sin embargo la digitalización también tiene sus peligros, presagiados en las palabras del coro en The Rock, de T. S. Eliot:
[¿Dónde está la vida que perdimos viviendo?]
¿Dónde la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido con la información?"*
     Sir John Elliott concluye el libro con esta frase:
     "La comprensión está en el corazón del empeño histórico, y este libro habrá conseguido su propósito si se lee como el testimonio de un historiador que ha intentado comprender."*
     Insólito colofón, propio de un sabio noble y modesto.
   
     Pero History in the making trata mucho y con gran profundidad de la historia de España y de las Indias. No entro en ello pues en el vídeo arriba incluido (y con más detalle en la versión completa de la entrevista) el propio autor comenta muchos de sus puntos de vista, insistiendo en que intentó "ver [el Nuevo Mundo] a través de los ojos de los españoles del siglo XVI". No es el único historiador inglés que hace eso -Hugh Thomas también- pero de ningún modo es una actitud unánime entre los historiadores, ni nuestros ni foráneos. Por ese motivo y por tantos otros la lectura de este libro abre el apetito para releer o leer sus anteriores y esclarecedoras obras, y en especial Imperios del Mundo Atlántico.

* Los párrafos originales en inglés han sido traducidos por mí, y me he permitido añadir entre corchetes el primer verso de los tres de T. S. Eliot. Es muy posible que la traducción de la edición española de este libro, cuya portada también aparece en esta entrada, sea mejor, pero no tuve tiempo de verla cuando fui a entrevistar al profesor inglés en su casa en Oxford, y de todas formas la entrevista iba a ser y fue en inglés.













History in the making
Por J. H. Elliott
Yale University Press
New Haven y Londres, 2012













Haciendo Historia
Por John H. Elliott
Taurus
Madrid, 2012


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21 comentarios:

  1. El gerundio en el título parece un barbarismo (anglicismo).

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    1. Tiene usted razón, pero luchar contra eso es batalla perdida de antemano. El peso de las películas americanas mal traducidas puede con cualquier norma de estilo.

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    2. ¡Hombre, si se da usted por vencido...!
      En fin, seguiremos resistiendo quienes nos tomamos la lengua en serio, digo yo.

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    3. Pues ánimo, amigo Anónimo. Seguiré bregando a su lado, aunque sé que la batalla está perdida. Perder no es lo mismo que rendirse. Hay que seguir oponiéndose a los cacógrafos; es más divertido. Y de vez en cuando tomarse uno un respiro invocando la Palabra de Dios: stultorum infinitus est numerus (Eclesiastés I, 15). Reconforta mucho. Quiere decir “el número de tontos es infinito”. Claro que en un arrebato de corrección política, en 1963, el II Concilio Vaticano decidió destruir la liturgia tridentina y de paso enmendar la plana a San Jerónimo con mejoras de su traducción de la Biblia (la Vulgata) y de su estilo en latín. Ambos esfuerzos deberían figurar en el Guinness Book of Records por su, digamos, inanidad.

      Lo más notable fue convertir la tajante y realista formulación de San Jerónimo –producto no sólo de su conocimiento de las lenguas bíblicas, sino de su capacidad de observación de la insondable necedad del género humano– que sin duda también constató el Eclesiastés (quien no era otro que Salomón), convertirla, decía, en un vulgar eufemismo: quod deficiens est, numerari non potest.

      El resultado fue una profecía autorrealizante: la prueba de que el número de tontos es infinito, o por lo menos abrumador, es que 2.147 obispos votaron a favor de la reforma y tan sólo cuatro demostraron su prudencia oponiéndose.

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  2. Pienso, Tamarón, que es Ud. La persona indicada para hacer una entrevista a un hispanista dedicado a la España Medieval y otro especializado en el XVIII y XX. Con la recopilación de ellas podría hacer un espléndido volumen:"España, la realidad reflejada",con una introducción suya. Aprenderíamos mucho leyéndolo y desterraríamos cansinos tópicos sobre España. No veo otra persona que pueda hacer hablar a Donoso y la Gloriosa;los RRCC y la Monarquía Hispánica...Y tantos otros temas, con el con la sabiduría y el escepticismo necesario como Ud.
    Un amistoso y siempre admirativo saludo
    Fernando Ortiz

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  3. Tra ver esta tan interesante estrevista, me gustaría hacer un comentario sobre el papel de la corona en América, especificamente sobre el caso del Rio de la Plata.

    Como se sabe, los comienzos de la conquista de ese inmenso territorio fueron muy difíciles, y la autoridad de la corona tardó mucho tiempo en imponerse.
    Asunción era un sitio perdido del mundo, y su elección como centro colonizador se debió a la fertilidad de las tierras y a la existencia de una numerosa población de indios dóciles; (los guaraníes), buenos para trabajar en encomienda. No había plata ni oro.
    Los primeros conquistadores pronto se enzarzaron en rivalidades y luchas por el poder, matandose con facilidad unos a otros, en muchos casos con ejecuciones arbitrarias.
    Cabeza de Vaca es nombrado adelantado y no consigue imponer su autoridad, siendo enviado de vuelta a España por los colonos rebeldes.
    Quedan en Asunción los hidalgos jerezanos que lo acompañaron a América, Riquelme, Vera, Villavicencio, Estopiñan, sus parientes y amigos, que se unirían al esfuerzo colonizador.
    Si un heroe como Alvar Nuñez no fue capaz de imponerse, es que la empresa no debía ser fácil.
    Con el tiempo la autoridad se la corona se afianza llegan los burócratas, se acaba el desorden y el cainismo, y durante varios siglos se vive dentro del orden del régimen colonial español.
    Tras la guerra de la independencia americana, al desaparecer la autoridad de la corona, vuelven la anarquía y el cainismo, y los criollos recien liberados se matan unos a otros en sangrientas guerras civiles, donde los prisioneros son degollados por sistema.
    Es entonces cuando surgen los caudillos, cuyo mejor ejemplo sería Don Juan Manuel de Rosas. Este nieto de montañeses del valle de Soba en Cantabria, instaura una tiranía que deja en pañales el autoritarismo de la monarquía hispana. Esa es la libertad que ganaron los criollos rioplatenses.
    Todavía hoy sufren las consecuencias.

    Alvaro Pacheco

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  4. Un punto de vista, el de Álvaro Pacheco, que encuentro sumamente discutible. Recordar la tiranía de Rosas y afirmar que "ésa es la libertad que ganaron los criollos rioplatenses" me parece a mí perfectamente equivalente a afirmar que, puesto que la victoria en la guerra de la independencia española (la de 1808) sirvió en la práctica para poner en el trono a Fernando VII, que no era precisamente una maravilla, mejor nos hubiera ido perdiendo esa guerra y continunando bajo el dominio francés. Hay generalizaciones tan apresuradas que más parecen, diría yo, formas de la demagogia.

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  5. Me parece que lo que dice don Álvaro, y que suscribo, es resultado de una idea clara, que comparto, del significado e idiosincrasia de nuestro papel en la colonización en relación a la corona como elemento civilizador y garante de orden y prosperidad.
    Evidentemente no tasa con las interpretaciones "negras", al uso, que pretenden ver en la gesta, una mera intención mundana, que la hubo, pero que no excluye la otra, corona mediante.
    Pasa en esto, como en lo otro, me refiero a lo de las liturgias y las palabras, que viene a ser caso análogo, o sea, que el relativismo -mejor la relativización- de todo, para mayor gloria de la confusión y el disparate, se ha erigido en metodología operativa que lo socava todo. Es de suponer que la infinitud de tontos ayuda al propósito.
    Claro que el cainismo aparece cuando la autoridad disminuye, el cainismo y cualquier cosa pues sin garantía hay guirigay. Claro que también, si el mismo Dios se arrepintió …
    El poder y la autoridad, como lo duro y lo tenaz no es sinónimo, ni anatema, difiere, y es confusión común pensar que lo duro no se rompe y que lo frágil no es duro. La corona, cuando es poder, es autoridad, y se presenta como máximo elemento civilizador y de garantía.
    Yo , contra-moderno y trágico, no puedo desdecirme de mi convicción de que no es lo mismo una obra de arte que un garabato.
    Claro que si tantas veces, Iudex damnatur ubi nocens absolvitur, ya no es cainismo lo que temo, es peor.

    Suyo y servidor,

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  6. Reconozco comprender poco (culpa mía, sin duda) lo que David José Flores me responde. De lo que entiendo, parecería deducirse que es indiferente que quien ocupe un trono sea un rey magnífico o un rey execrable y un tirano sanguinario, puesto que, cito, "La corona, cuando es poder, es autoridad, y se presenta como máximo elemento civilizador y de garantía". No: el poder, y la autoridad, como cualquier otra posibilidad de lo humano, pueden ejercerse bien o mal; y hay una diferencia inmensa entre Mandela y Hitler, aunque ambos alcanzaran el poder en unas elecciones democráticas. Y lo que es cierto para los presidentes lo es también para reyes o emperadores; la diferencia entre, digamos, Nerón o Calígula y Marco Aurelio es igualmente inmensa.

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    1. Sin duda Anónimo es culpa mía, y no de usted. Aclaro, -aunque es probable que no lo comparta- que la corona, no es un elemento de poder común, es la forma de poder mejor, pues la autoridad que la significa va más allá de una simple prelación. Si me permite: De Dios el rey, del rey la ley.
      Con mis respetos y excusas,

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  7. Respondiendo Anónimo, no creo que sea muy discutible, que de la cesación de la cesación de la autoridad real, producida por la marcha de los borbones españoles a Francia, de la rebelión criolla y de la larga guerra de la independencia americana, (guerra civil donde las haya), surge la anarquía y el cainismo, y posteriormente la tiranía de Rosas. Tambien podría decirse que surge sel ser primigenio ibérico, todo es opinable.
    El que los sueños de libertad de los criollos rioplatenses, acabaran en férreas dictaduras, puede ser comparable a la España de Fernando VII, pero no veo la relevancia. No por ello deja de ser una realidad. Además la guerra americana fue una guerra entre españoles, y la guerra española entre españoles contra un rey francés y los franceses que nos invadieron.
    Uno no es un realista nostálgico, eso seria solo una ensoñación romántica. Ni es acérrimo partidario del despotismo ilustrado, aunque a veces viendo la frustraciones que produce la democracia, se siente la tentación de pensar que el despotismo ilustrado sería una solución, siempre que un fuera miembro de la élite dirigente claro.
    Hubiera sido magnífico que los criollos hubieran sido capaces de crear una democracia como la de los Estados Unidos, pero no pudo ser.

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  8. Respecto a lo que me dice David, su "De Dios el rey, del rey la ley" parecería apelar a la vieja idea del derecho divino de los reyes. Y, en efecto, si es así, no la comparto. Pero no sólo yo (lo que no tendría, naturalmente, ninguna importancia), sino nadie que yo conozca en la actualidad; las monarquías actuales de que tengo noticia son monarquías constitucionales, que no apelan a Dios como fuente de su poder, sino que (como en el caso de la española) aceptan que, cito el artículo 1º, 2 de la Constitución, "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado".

    Respecto a lo que me contesta Alvaro Pacheco, lo de que la guerra americana fuese "una guerra entre españoles" no es muy exacto; fue una guerra entre españoles y gentes que querían dejar de serlo, lo que efectivamente ocurrió. Por lo demás, la democracia, como toda institución o invención humana, es imperfecta, e inevitablemente "produce frustraciones". La idea de que el despotismo ilustrado no las produce, o las produce menores, me parece a mí algo ingenua. En ese sentido, creo que tenía razón Churchill, si es suya la famosa frase de que "la democracia es el peor de los regímenes, excluidos todos los demás".

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  9. ¿Señor Anónimo, no será usted catalán por un casual?.

    Yo no he dicho que el despotismo ilustrado no produce frustraciones o las produce menores, sobre eso habría mucho que hablar. Las frustraciones de la democracia pueden venir por el hecho de que el miedo a perder votos paralice reformas necesarias, como ocurre aquí y en otras muchas partes. Eso no ocurre en regímenes autoritarios; sin que uno sea partidario de ellos, simplemente señalo lo que hay.

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  10. Ya ve usted, apreciado Sr. Anónimo, no podrá decir más que no conoce a nadie en el particular, me conoce a mí.
    Aunque no soy la persona más adecuada para disertar de las monarquías de este mundo ( ni de las certezas del otro), como Talleyrand pienso que «ceux qui n'ont pas connu l'Ancien Régime ne pourront jamais savoir ce qu'était la douceur de vivre», y le digo, muy francamente, que las revoluciones, la francesa por antonomasia, me producen pavor. Me parece que la tradición, como el olor a hojaldre y a cirio, son cumbres, la corona su sol.

    Reciba mi más cordial saludo con afecto y distinción.

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  11. No termino de entender los alegatos de nuestro amigo (¿o amigos?) "anónimo" al mensaje de Álvaro Pacheco. Recordaré lo que dice un buen analista del fenómeno imperial, Adam Zamoyski, en su obra "Holy Madness (Romantics, Patriots and Revolutionaries)": "Spanish America in the eighteenth century was a prosperous and pacific world undisturbed by the wars that swept across Europe. It was in better shape economically than the metropolis, and dotted with attractive towns adorned with fine architecture. Lima and Mexico City had good univiersities and every major town had its societies and masonic lodges which encouraged everything from advances in agriculture to political discussion. Mexico City and Caracad stood out as social and cultural centres, and all who visited them were struck by their beauty, wealth and civilization. The Creoles had a generally high standard of living, the mestizos were no better or worse than the mass of non-noble people in most Western countries, while the blacks and the Indians were not in a position to make their feelings known, except through the odd rebellion, always quickly contained and savagely repressed. In contrast to North America, where blacks and Indians did not figure, there really was something approaching a society in the Spanish American world, held together by, amongst other things, allegiance to the Crown of Spain and the Catholic faith".
    Como el proceso de independencia subvirtió este orden armónico y proporcionado, y cómo también la apropiación por la oligarquía criolla de los bienes comunales y de propios, acentuando las desigualdades sociales hasta extremos inimaginables en la España anterior a la desamortización es algo que explica muy bien Julián Marías en su "España inteligible", a la que remito a los lectores.

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  12. Un comentario mío anterior, que respondía a los dos últimos de Alvaro Pacheco y David José Flores, parece haberse perdido en el ciberespacio. No lo recuerdo sino muy vagamente; pero decía en él, respondiendo al primero, que ni soy catalán ni he vivido nunca en Cataluña; y que si, como supongo, su comentario tiene que ver con el actual movimiento independentista, en la propia Cataluña hay mucha gente que es contraria a él. Por otro lado, que el miedo a la pérdida de poder paralice reformas necesarias es algo que ocurre allí donde exista un poder, ya sea democrático o no. No es cosa relacionada con un determinado régimen, a mi parecer, sino con la condición humana.

    Por lo que respecta a David, señalaba que Talleyrand fue un perfecto cínico. A él se refiere por ejemplo, si recuerdo bien, la anécdota de que, hallándose seria y dolorosamente enfermo, como exclamara quejándose "Quel tourment!", alguien que estaba presente (creo que el rey) contestó "Déjà?"; o sea, extrañándose irónicamente de que los tormentos que sin duda le esperaban tras la muerte pudieran comenzar ya en vida. Eso aparte, hay que tener en cuenta que esa "douceur de vivre" podía en todo caso estar al alcance de un sector reducidísimo de la población; la inmensa mayoría de ella estaba en una situación bien distinta, y es sabido que una de las causas (seguramente la más inmediata) de la toma de la Bastilla está en el hecho de que en el propio París la gente se moría, literalmente, de hambre, cosa que poco tiene que ver con "douceur de vivre" alguna.

    Y, respecto a lo que ahora me contesta Otto Silenus, tengo que decir que mi conocimiento del inglés es bastante precario, y que el traductor automático de que me he servido para complementarlo ha funcionado como suelen hacerlo; de modo que sólo tengo una idea aproximada de lo que dice el texto que me cita. En cualquier caso, erróneamente o no (yo creo que no), es un hecho fácilmente constatable que la inmensa mayoría de la actual población de los países de la América hispana está tan lejos de desear la vuelta a aquella situación presuntamente ideal, que ni siquiera se lo plantean; y que un referéndum con ese objeto obtendría una negativa abrumadora. Por lo demás, mi propia opinión acerca de dicha situación previa a la independencia de la América española es que la visión que ese texto da de ella está muy seriamente afectada de unilateralidad; la mía se parece más, por citar a un autor bien conocido, a la de Blanco White, contra quien como es sabido se organizó toda una campaña de descrédito precisamente por su defensa del derecho de aquellos territorios a decidir por sí mismos su propio futuro.

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  13. Nuestro anónimo comentarista considera unilateral o sesgada la opinión de Adam Zamoyski. Creo que cuando uno refuta argumentos sin otra base que su particular opinión la discusión se vuelve innecesaria e inútil. Si le sirve un testimonio de alguien que conoció esos territorios antes de la independencia me remito a Humboldt, que recorrió Méjico entre 1803 y 1804 y dejó una descripción detalladísima de su situación económica y social. Y de paso sugiero a los lectores que lean "El laberinto de la soledad" de Octavio Paz; y en particular el capítulo "De la independencia a la revolución" . Paz, que no se distingue por sus simpatías hacia la metrópoli, afirma que el orden universal, logro extraordinario de la Colonia, justificaba esa sociedad y la redimía de sus limitaciones, y describe de manera muy crítica el proceso por el cual la independencia se construyó sobre una triple negación :la de la herencia española, la del pasado indígena y la del catolicismo . “La venta de los bienes de la Iglesia –dice el autor mejicano- y la desaparición de la propiedad comunal indígena acentuó el carácter feudal de Méjico en provecho de una nueva casta latifundista , dando origen a un feudalismo anacrónico e impío, que no estaba atemperado, como en el Virreinato, por las Leyes de Indias”. Ese fenómeno, completamente ajeno al esquema económico-social de la monarquía española, está en el origen de las fortunas e infortunios de las nuevas repúblicas.

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  14. No es cierto que yo no aportase otra cosa que mi particular opinión; ya me referí a la de Blanco White, y a todos los ataques que le costó sostenerla. No era el único. Copio literalmente un resumen de la wikipedia.

    "El dominio español en las Américas no puede ser muy duradero debido a la "dificultad de socorrerlas desde Europa cuando la necesidad lo exige; el gobierno temporal de virreyes y gobernadores que la mayor parte van con el mismo objeto de enriquecerse; las injusticias que algunos hacen a aquellos infelices habitantes; la distancia de la soberanía y del tribunal supremo donde han de acudir a exponer sus quejas; los años que se pasan sin obtener resolución", éstas y otras circunstancias "contribuyen a que aquellos naturales no estén contentos y aspiren a la independencia, siempre que se les presente ocasión favorable". Así se expresaba el conde de Aranda, embajador de España en París, en 1783, a la vez que planteaba al rey su proyecto de monarquía federal. Y no fue el único: Campomanes, Floridablanca, Abalos, presentan a Carlos III diversas propuestas encaminadas a retrasar en lo posible lo que todos consideraban inevitable: la pérdida de las colonias".

    A mí me parece bien que cada uno piense lo que quiera, y lo defienda como mejor le parezca. Pero, repito, no es sólo mi "particular opinión" la que ve muy serios defectos y problemas en la situación de las colonias a fines del siglo XVIII o principios del XIX. Y dije ya que si tan maravillosa era la situación colonial, ¿cómo es que en aquellas tierras nunca, desde sus respectivas independencias, se ha producido ningún intento serio por recuperarla?

    En cualquier caso, la discusión sobre el tema puede ser "innecesaria e inútil" sólo desde una perspectiva histórica (no podemos cambiar lo que pasó), pero no desde la perspectiva según la cual no hay más que una razón, y de la otra parte sabe Dios qué misteriosas emociones irrazonadas. No es el caso.

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  15. Con la venia de los que han venido polemizando sobre las ventajas e inconvenientes del cambio revolucionario, permítaseme que cite a mi compatriota el primer Marqués de Halifax:

    "When the People contend for their Liberty, they seldom get anything by their Victory but new Masters".

    O sea,

    "Cuando el Pueblo se pelea por su Libertad, rara vez consigue nada con su Victoria, más que nuevos Amos".

    Obsérvese que el tal Marqués de Halifax (1633-1695) no era ningún reaccionario, sino un moderantista sarcástico, un libertino en casi todo, y alguien que luchó entre otras causas que hoy gustarían al progre (y a mí como carca también) para fortalecer el Habeas corpus. Nada que ver, por cierto, ni por genealogía ni por talante con el primer Conde de Halifax (1881-1959), apaciguador de tiranos, beato anglocatólico e hipocritón, dicen, hasta el punto de que Churchill le puso el mote de "the Holy Fox", "el Santo Zorro".

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  16. Tener la clarividencia del Marqués de Halifax en el siglo XVII, no debía de ser muy común. De hecho sigue siendo muy rara en el siglo en que estamos. En América tenemos el caso de Cuba, todavía bajo la dictadura. El pueblo ruso y el chino también padecieron lo suyo. Y tantos otros.

    Probablemente no es culpa de la revolución, sino que la naturaleza humana es como es, y el idealismo y las utopías, al no tener en cuanta el hecho de que el hombre suele ser un lobo para el hombre, pasan del buenismo rusoniano a la tiranía y los más horribles crimenes.

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    1. D.Rafael Rodríguez de Cepeda, en sus Elementos de Derecho Natural, concluye como don Álvaro: los sistemas de gobierno, si se alejan del Derecho Natural (que remite a la Moral educando a la naturaleza humana) cuya garantía sobrepasa al derecho positivo, y por tanto al poder civil ordinario, acaban en abuso (despotismo) o en anarquía. Las "fracturas americanas" respecto al imperio de la Corona son predecibles, pues, desde su origen.

      Suyo,

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