Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: Botones de muestra (X)

miércoles, 1 de agosto de 2012

Botones de muestra (X)


Lo primero que salta a la vista de este libro es el excelente título escogido por el autor: El pábilo vacilante. Lo último es el no menos excelente -divino, incluso- origen del título, que se encuentra en el colofón, si se lo sopla a uno el autor (que sabe muy bien que la literatura cuando es buena es de misterio y cuando es mala es de Corín Tellado):
No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Isaías 42, 3. 
El pábilo vacilante, de Enrique García-Máiquez, se imprimió el 2 de febrero de 2012, fiesta de la Candelaria.
Bajo ese título hermoso encontramos, como reza el subtítulo (RAYOS Y TRUENOS, 2008-2011), una antología de entradas en la bitácora de su autor, que piensa con razón que "con los blogs literarios estamos ante un nuevo género, que ha encontrado un pequeño espacio propio entre los territorios del diario, la crónica periodística, la glosa, la tertulia, el epistolario y, ya puestos, el haibun". Eso quiere decir que alberga además mil formas de la concisión literaria, desde el aforismo o los lemas hasta la greguería o el colofón, como acabamos de ver. Incluso aparecen villancicos como éste, más que lunario breve fogonazo de estrella fugaz:
Es esta luna
la misma que brilló
allá en Belén.
Aunque hace frío, salgo
por si quiere contarme.
Lo más notable es que Enrique García-Máiquez combina el buen oído con la concisión extrema. Algunos dirán que eso es natural, pero no lo es. Gracián, sin ir más lejos, brillaba más por la concisión que por el buen oído. Incluso en El pábilo vacilante aparecen textos donde a la brevedad y a la eufonía se añade la densidad de alusiones cultas bajo un ropaje de gran simplicidad popular, por ejemplo en esta
Feria de Mayo en El Puerto  
La luna ha leído a Lorca
(como es lógico) y anoche
le dio por posar de rosa. 
Pero cuando fui a cortarla
para prenderla en el pelo
de Leonor, clamó indignada: 
«Una rosa es una rosa
es una rosa, y yo soy
leída pero no tonta». 
«Busca una buena gitana
y, señorito legítimo.
le compras por un buen pico
una rosa colorada... 
Tú déjate de metáforas».
En fin, cada uno admira más aquello de lo que carece, y yo no tengo buen oído para lo propio pero tal vez sí para lo ajeno. En algún lugar de este libro (o quizá me lo dijo de palabra el autor) cita a otro escritor que decía más o menos "cuando se escribe poesía el problema es buscar la rima; cuando se escribe prosa, también, pero para eliminarla". Claro que García-Máiquez es demasiado buen prosista como para seguir a rajatabla este precepto. Él no extirpa las rimas asonantes en su prosa, como mucho las espacia o suaviza manejando la métrica con discreción. Es fiel al método que propone: "escribir de buen humor, corregir de mal humor [...] Un mal humor que no nos hiele la sonrisa o que, incluso, la provoque, o una sonrisa que nos consuele un poco o que, al menos, no nos amargue más".


El pábilo vacilante
Por Enrique García-Máiquez
Renacimiento
Sevilla, 2012

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1 comentario:

  1. Creo recordar que el origen del título, una frase de la madre del autor, aparece en una de las primeras entradas del libro, y no hace falta esperar al final para conocerlo.

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