Hace tres días murió un hombre inteligente y bueno, Jaime Otero. Era analista de relaciones internacionales y autor de excelentes estudios de su especialidad. A lo largo de sus actividades profesionales había trabajado en diversas instituciones científicas y en distintos países. De todo ello espero escribir en esta página más adelante, pero hoy, día en el que nos reuniremos muchos de sus amigos con su familia para recordarlo en un funeral, quiero escribir sobre otra cosa, sobre su carácter y su personalidad.
Jaime tenía dos de las virtudes que más escasean en nuestra época. Era modesto y era culto. La modestia es virtud de sabios y de señores; ni siquiera los santos son siempre modestos aunque sí suelen ser humildes, cosa distinta. La cultura no es mera erudición; en Jaime, como en todas las personas cultas y a la vez modestas, esa doble condición era producto de sólidos conocimientos aderezados con un pellizco de ironía.
Nuestro amigo tenía un fuerte influjo -del que acaso no era del todo consciente- de cierto humanismo renacentista. Disfrutaba de la belleza en el arte y en la naturaleza sin asomo de pedantería y disfrutaba cuando leía, también con absoluta naturalidad. Brindaba su amistad -es decir, su afecto, su tiempo y su trabajo- con una generosidad perfectamente insólita en esta época. Siempre estaba disponible para sus amigos, y eso que al ser hombre minucioso y concienzudo no le sobraba tiempo. Sus favores constantes y a muchos nos los hacía con una sonrisa, como quitándole importancia a sus desvelos.
Tenía un sentido del humor poco frecuente en España, pues era capaz de reírse de él mismo y de todos los demás pero jamás de forma hiriente. Por eso, porque era un hombre inteligente y bueno.
En espera de poder escribir sobre él con más detalle, reproduzco a continuación su propio autorretrato tal como aparece en su blog pese al título (Lo que no se ve) y pese a su pudor innato que lo hacía ser un modelo de buena educación.
Y sobre la trayectoria profesional de Jaime Otero igualmente reproduzco este artículo necrológico de Emilio Lamo de Espinosa, también amigo y antiguo jefe suyo, publicada en el ABC de anteayer 31 de Enero.
Postdata- Este retrato de Jaime Otero escrito por Isabel Fernández Peñuelas, su mujer, me parece lo más certero y a la vez hermoso que se ha dicho sobre él:
http://netfictions.wordpress.com/2012/02/06/bon-voyage-a-jaime/
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debo a tres amigos:aquilino duque,fernando ortiz y josé ignacio gracia noriega leer a Tamaron. doy las gracias a los tres
ResponderEliminarNos ha dejado, demasiado pronto, uno de los mejores. Pero nos ha dejado muchas sus huellas aquí, por el excelente trabajo y trato donde estuvo, en sus imprescindibles escritos y en nuestros mejores recuerdos.
ResponderEliminarLos investigadores más jóvenes saben que sus huellas les indican las rutas adecuadas y los amigos menos jóvenes pensamos ahora en aquellos gratos momentos compartidos, que son los que de verdad valen la pena en esta vida.
Jaime Otero fue,además,un ejemplo de valor y dignidad en ese trance que a todos nos espera. Descanse en paz.
ResponderEliminarEnorme persona, generoso, ameno, inteligente y cercano. No olvidaré aquel fin de semana en Covarrubias, con o sin pretexto, lo bien que nos hizo sentirnos. Siempre contigo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras sobre Jaime, Santiago, y a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarIsabel
http://netfictions.wordpress.com/2012/02/06/bon-voyage-a-jaime/
Es dificil decir algo sobre Jaime que el Marqués de Tamarón o Emilio Lamo de Espinosa no hayan dicho ya. Como compañera de trabajo y, sobre todo, como amiga, destacaría que Jaime era un hombre generoso y tranquilo. Y eran estas cualidades las que hacían que, con él, nada nunca fuera un problema y que cualquier reunión de trabajo se transformara en un franco y sano debate entre amigos.
ResponderEliminarIliana
La entrada certera y hermosa en la página de su mujer: Hace muchas noches que espero el momento de la calma ante la página en blanco. La página que recoge las lagrimas, y la que hay que escribir nueva...
ResponderEliminarhttp://netfictions.wordpress.com/2012/02/06/bon-voyage-a-jaime/
Hay momentos que tienden a iluminar el recuerdo y entre estos aparece el tiempo de trabajo y amistad compartidos con Jaime Otero en el Instituto Cervantes de Utrecht. Lo cálido y transparente destacó siempre en su forma de guiar aquel equipo de tabajo. Su capacidad para involucrarnos con entusiasmo en nuestra labor diaria, su constancia por transmitirnos esa necesidad de hacer las cosas bien, simplemente porque hay que hacerlas bien.
ResponderEliminarLa búsqueda de soluciones conciliadoras, amables y respetuosas con todos fue siempre un impulso y un estímulo a la hora de encarar nuestro trabajo diario.
Ahora desde la profunda tristeza que siento al enterarme de la noticia, vuelvo la mirada hacia ese tiempo y vuelvo a sentir el estímulo de su sonrisa amable y de su serenidad y no puedo decir otra cosa que gracias, muchas gracias por habernos enseñado tanta grandeza.
Por irrelevantes circunstancias he estado ausente de este foro en los últimos días y me temo que llego tarde a las condolencias. Me impresionó la noticia de la enfermedad de Jaime Otero, y me entristeció enterarme de su muerte a través de hermosa necrológica de Emilio Lamo en ABC. Lo que habéis escrito aquí sus amigos y la preciosa evocación de Isabel, su mujer, hacen superfluo todo lo que yo pueda añadir ahora. Inteligente, culto, bueno y con sentido del humor, como dice Santiago Tamarón. Generoso, inteligente, trabajador. Y distinto, como dice Isabel, en una época en que impera el mimetismo. No quiero que falte mi homenaje, aunque tardío, esta vez sin alias ni disfraces. Descanse en paz.
ResponderEliminarGracias Santiago por tus hermosas y sinceras palabras sobre nuestro querido Jaime. Siempre que me viene su recuerdo a la memoria se me dibuja una sonrisa y para nada la tristeza. Y lo digo de verdad. Calculo que ello puede ser un reflejo inconsciente de los lindos momentos que compartimos con él pero también puede ser, pensaba el otro día, que su memoria todavía vive y permanece entre nosotros.
ResponderEliminarLamento no haber podido (por motivos laborales) acompañar a Isabel y a sus hijos en el funeral pero lo tuve muy presente ese día. Como le escribí el otro día a Isabel, Jaime era una excelente persona, un gran compañero de trabajo y un amigo muy bueno. Era tan querible por todos...Personas así no se encuentran a la vuelta de la esquina.
No olvidemos su legajo personal y profesional y demos testimonio de que le hemos conocido. Saludos a todos
Ayer dejé dos comentarios míos en el blog del Señor Otero, dice " pendiente de moderación", he llegado a su web a través de esta, leyendo algunos de sus artículos me pareció muy interesante y de ahí que dejara esos dos comentarios.
ResponderEliminarNo sé porqué se me ha ocurrido ver acerca de este Señor que me ha parecido entrañable a través de su escritura, y me encuentro que falleció el año pasado.
Siento la perdida de una persona, sin conocerla, no sé las razones sin saberlo, será el destino, pero me pareció entrañable, así que aunque mi comentario quede pendiente de moderación, al menos me alegra saber, que por un camino desconocido llegué a una buena persona, y alguien muy atento por la cultura.
Mis condolencias, aunque sea tarde a los amigos y familiares. Teresa Cabarrush.
Gracias, estimada Teresa Cabarrush, por su comentario acerca de Jaime Otero. Era, en efecto, un hombre bueno e inteligente, combinación insólita que nos lo hace inolvidable para cuantos lo conocimos.
EliminarAcaba de volver a publicarse por el Instituto Cervantes, en formato digital, un libro, El peso de la lengua española en el mundo, que tanto debe a Jaime Otero, coautor y coordinador de esa obra que yo dirigí en estrecha colaboración con él. Durante meses trabajamos mucho y no nos aburrimos ni un minuto, y eso que él hizo la labor más ardua de todas: el estudio estadístico. Lo desarrolló con impecable rigor profesional y a la vez en nuestras charlas al final de cada jornada de trabajo nos reíamos con buen humor de los aspectos cómicos de la condición del hombre como animal hablador...
Pronto se cumplirán los dos años de su muerte. Descanse en paz. Y a poder ser bien cómodo en alguna tertulia filológica allá arriba. Por ejemplo con San Jerónimo (Santo Patrono de los traductores) y su rival San Agustín, y tal vez don Nicolás Gómez Dávila.