Lo malo de las declaraciones es que nunca cabe todo lo que uno quería decir ni se entiende todo lo que aparece publicado. Reproduzco a continuación lo que salió en el ABC del pasado 7 de Octubre, y para mayor exactitud vayan a este enlace:
El español es un gran vehículo para razonar
Al hilo de esta idea se me ocurrió otra cosa, pero ya no cupo. Pensé que -en todo caso- más obra de Franco serían el catalán y el vascuence que el español. Los hablantes de catalán se quedaron con la impresión de que su lengua había estado por completo proscrita, y olvidaron cuestiones como que durante el gobierno de Franco, entre 1939 y 1975, se imprimieron más libros en catalán que durante los cinco siglos anteriores, desde la invención de la imprenta en 1440. De este modo la imagen del catalán cobró tonos mártires de lengua perseguida a la par que aumentaban grandemente sus posibilidades de ser leida. Otra cosa es lo que se podía publicar en catalán: no era todo, como no lo era tampoco en castellano.
En cuanto al vascuence, también se olvida que las ikastolas empezaron a funcionar legalmente en la época de Franco.
En fin, estos dos asuntos fueron investigados y documentados hace ya unos años, creo recordar que por don Gregorio Salvador. En cuanto encuentre el libro en el caos de mi librería daré aquí la referencia exacta de tan singulares hechos.
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Con ánimo de facilitar la búsqueda, supongo que el libro en cuestión de Don Gregorio Salvador puede ser: Lengua española y lenguas de España (Editorial Ariel)
ResponderEliminarUn cordial saludo y gracias por este blog
Buena muestra es lo que narra Francis Franco en el libro sobre su abuelo. La tripulación del Azor era mitad gallega mitad vasca y siempre hablaron en gallego y vascuence tanto delante de él como en la intimidad.
ResponderEliminarCreo que no fue Salvador, sino Lodares, en El paraíso políglota...
ResponderEliminarA propósito de la errónea (pues ha sido corregida) cita del Eclesiastés:
ResponderEliminarhttp://www.uv.es/ivorra/documentos/Stultorum.html
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PMQ.HTM
Jon Juaristi publicó en El País en el año 1998 un artículo titulado "La lengua secuestrada" que puede leerse en este enlace: http://www.elpais.com/articulo/opinion/PAIS_VASCO/ETA/lengua/secuestrada/elpepiopi/19980908elpepiopi_6/Tes
ResponderEliminarAlgunas de las afirmaciones de Juaristi merecen ser matizadas: cuando escribe que el franquismo prohibió el uso del euskera en la administración y en la enseñanza pública no consigna el hecho de que en localidades como Tolosa o Eibar se celebraron juicios en vascuence cuando las circunstancias lo permitían. Y las circunstancias eran, básicamente, que el Juez, los abogados y los litigantes conocieran el euskera, o, mejor dicho, el mismo euskera. Y, también hay que decirlo, que las autoridades locales y provinciales fueran más o menos comprensivas con la singularidad lingüística.
Como la red permite ver todo, cualquier buscador les conducirá a las fotografías de los carteles conmemorativos de los 25 PAKE URTE -años de paz- inventados por Fraga en 1964.
La cita sobre el infinito número de tontos no es errónea, estimado y anónimo Antonio. En todo caso, sería errónea la traducción del Eclesiastés por San Jerónimo, y eso lo dudo mucho. Ya sabemos que la Vulgata de San Jerónimo, en la que se decía stultorum infinitus est numerus, fue condenada a muerte por la corrección política del Concilio Vaticano II. Pablo VI mandó revisarla y de allí salió la nueva Vulgata, en la que se hace una traducción acorde con lo que parece que quería decir el texto hebreo. Pero el problema verdadero es que el texto hebreo no se entiende más que como metáfora muy oscura. Salvo -suprema ironía- si lo interpretamos como "es incontable el número de los faltosos", es decir, tontos.
ResponderEliminarLa segunda ironía histórica es que ahora sí tenemos una prueba fehaciente de que el número de tontos es infinito: cuando una religión consigue formular con perfecta y contundente exactitud una verdad que todo el mundo aprecia, va y renuncia a ella en aras de... la corrección política. Con eso queda claro que el infinito número de tontos incluye, por supuesto, a los padres del Concilio Vaticano II.
La tercera y espantosa ironía es la última por ahora. El espíritu del Concilio descansaba en la idea del aggiornamento, concepto que Juan XXIII recogió en 1959 y Pablo VI continuó. Todo ello consistía en abrir ventanas para que el aire fresco entrara en la Iglesia. Pero héteme aquí que un día Pablo VI se aterra al ver que por las ventanas entra humo. Pronuncia entonces su pavorosa prédica diciendo que quizá el humo del infierno esté entrando en la Iglesia.
No es ninguna broma pensar que tal vez, de haber vivido un poco más, hubiera comprendido que en la Iglesia había entrado también el humo de la estupidez. Y, en parte, por culpa de la nueva traducción de la Biblia, que rechazaba la evidencia: el número de tontos es infinito. Y como no hay tonto bueno, el género humano es tonto y malo. "Y arrepintióse Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y pesóle en su corazón." (Génesis VI, 6)
Pero Noé halló gracia a los ojos del Señor (Gn 6,8)
ResponderEliminarMuchas gracias por su amable y generosa corrección don Santiago.
ResponderEliminarSin duda no parece muy inteligente aceptar acríticamente cualquier ocurrencia salida del Vaticano, por muy altas que sean las estancias.
Es mejor seguir razonando por nosotros mismos.
Un cordial saludo.