Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: "El aburrimiento es un pecado al que se llega por la soberbia." Entrevista en "La Gaceta"

domingo, 2 de noviembre de 2008

"El aburrimiento es un pecado al que se llega por la soberbia." Entrevista en "La Gaceta"

Alfredo Urdaci

     Me recibe en una casa de techos no altos, sino celestiales. Es tan alto que daría angustia verlo caminar por un piso convencional. Hay muchos libros y un jaleo de pintores de esos que cuando entran en casa ya se quedan a vivir. Me sirve un café al modo italiano: fuerte, con un regusto a petróleo, como fosilizado. Hablamos en torno a su próxima conferencia en la Fundación Areces. Tratamos de la lengua, de la patria, de la infancia. No hay prisa. Ése es un síntoma de la aristocracia.

     Así que fue transplantado a Madrid y acusó el golpe.
     Es que cuando llegas al otoño de la vida te das cuenta de que la patria de verdad es la infancia. Ya lo decía Saint Exupéry.
     ¿Y cómo era la suya de Jerez?
     Recuerdo los sonidos, los olores. Por ejemplo el perfume de la ‘dama de noche’ en verano, o el olor de las bodegas, o el de la bahía de Cádiz con la marea baja, que apestaba, pero luego uno lo recuerda con una fuerza evocadora.
     Con tantos destinos, ¿usted se ha aburrido en algún sitio?
     Nunca. En Mauritania encontré pastores de camellos que tenían vida rica e interesante. El aburrimiento es un pecado, la soberbia es lo que conduce al aburrimiento, y viceversa.
     Muchos piensan que la diplomacia consiste en saber mentir y poner cara de moneda.
     Es que hay mucho diplomático idiota al que le da por sentirse superior. Como dijo una vez Lerroux, “los diplomáticos no son ni tan interesantes ni tan elegantes como parecen”.
     ¿Qué sentido tiene hoy la aristocracia?
     Como dijo Ortega, no se trata de reivindicar más derechos, sino más deberes. No tiene nada que ver con el gobierno de los mejores, porque nunca hemos estado más lejos del gobierno de los mejores. No hay una clase dirigente que se pueda identificar así.
     ¿Entonces de qué va un marquesado?
     Es el ideal de exigir más deberes que derechos. Y no tiene nada que ver con el nacimiento ni con la estirpe. Se puede ser aristócrata sin necesidad de venir “de la pata del Cid”.
     ¿Cree que somos un país con sentido del humor?
     Para nada. En España no hay sentido del humor, hay sentido de lo cómico. El Quijote es una novela cruel. Cuando Sancho mira en la boca de Don Quijote, éste le vomita. Eso no es humor, pero es cómico.
     Los televidentes le echamos de menos. Usted aparecía con Sánchez Dragó para hablar del uso de la lengua. 
     Me permitía hablar con quienes estaban mirando la televisión y coincidían conmigo en intereses. La tele te quita cualquier tentación de soberbia.
     Se piensa lo contrario.
     Se lo explico. Una cajera de un centro comercial me dijo que me veía. “Me gustó lo que dijo ayer”. Le pregunté de qué había hablado, y me respondió: “de lo de siempre, de fútbol”.
     Le confundió a usted, está claro. ¿Por qué sigue usando lo de marqués?
     Porque si no lo hicera sería un cobarde. A mis antepasados les dio ventajas. Si yo ahora lo oculto, sería una cobardía. Lo llevo por una mezcla de testarudez y miedo al miedo.
     O sea que ventajas de ser marqués, a usted, ninguna.
     La cara de rencor que inspira uno que lleve el título de marqués es continua.


De formación, viajero
Nació en Jerez de la Frontera en 1941. A los ocho años se trasladó a Madrid y perdió la patria del lenguaje de su infancia, con los sonidos y los olores de un Jerez bullicioso y vinatero. Estudió Derecho y entró en la Escuela Diplomática. Ha pasado por Mauritania, Francia, Dinamarca, Canadá y Reino Unido. Fue director del Cervantes y es autor de El guirigay nacional y El rompimiento de Gloria (Pre-textos).

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Post Data del 19 de Enero de 2018:
Al descubrir en esta entrada del 2 de Noviembre del 2008 que estaba roto el enlace, intenté restablecerlo pero tan sólo conseguí un microfilm poco claro con lo cual he vuelto a escribir el texto con escrupulosa fidelidad a lo que el periódico publicó en su día. Pero en ese trance observé con casi diez años de retraso que pese a la evidente buena intención de Alfredo Urdaci, el entrevistador, no habían quedado correctamente reproducidas mis palabras. Así es que aprovecho para corregir una pequeña muestra, más que nada porque Don Alejandro Lerroux, otrora el Tigre del Paralelo, me cae simpático, y la frase que oí atribuida a él por un viejo diplomático y que he repetido muchas veces no aparece bien reflejada en el texto:
“Muchos piensan que la diplomacia consiste en saber mentir y poner cara de moneda”.
A lo cual recuerdo que repliqué:
“Es que hay muchos diplomáticos idiotas que se sienten superiores. Pero, como dijo una vez Lerroux, los diplomáticos no son ni tan elegantes ni tan tontos como creíamos”.


(c) Marqués de Tamarón 2008

3 comentarios:

  1. Lo que dicen que dijo Lerroux a un amigo que le preguntó cómo se bandeaba rodeado de tantos diplomáticos, tan distintos de él, en el Ministerio de Estado (al que llegó con la República en Abril de 1931), es "pues chico, los diplomáticos no son ni tan tontos ni tan elegantes como se cree".

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  2. Ministerio de Estado - Ministerio de Asuntos Extranjeros - Ahora... y de Cooperación.
    Cabe un debate acerca de si es el ministerio desde el que miramos fuera, o por el que nos miran desde fuera.

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