Es Entre líneas y a contracorriente obra
compilatoria y enciclopédica al tiempo. En ella encontramos la mejor versión
del liberal-reaccionarismo, aquella que propugna las mayores cotas de libertad
individual sin renunciar a la reacción contra la cursilería. También la del
conservadurismo, siguiendo la máxima de Pascal según la cual “tout ce qui se perfectionne par progrès périt
aussi par progrès”.
Escribe
Tamarón que la soberbia conduce al aburrimiento, y viceversa. Las páginas que
acaba de presentar carecen de ambos pecados. Hay, por el contrario, ironía
administrada en varios grados de crueldad, ira en favor de la naturaleza,
provocación deliberada y gozosa incorrección política. Su división permite al
lector inclinarse por la lingüística o el ensayo social, los temas políticos,
culturales o costumbristas y, llegado el momento, entretener su pensamiento con
la lectura de una exquisita novela, también publicada individualmente bajo el
título de El rompimiento de gloria.
Una
de las virtudes de este compendio, que lo es del conjunto de la obra
tamaroniana, es combatir la corrupción del lenguaje sin caer en la pedantería,
que no es sino otra cara de la misma moneda. También lo es un claro componente
de crítica social que evita, milagrosamente, el esnobismo. Baste recordar el
título de uno de los ensayos que componen su Guirigay
nacional: “De reala de catetos a colectivo de cursis”.
El
humor que encierran estas páginas es mucho, y se despliega entre británico,
amontillado y orteguiano. Como botón de muestra, que la Insobornable
Contemporaneidad considere que nada de lo humano le es ajeno podría haber
llevado a Tamarón a declamar, con el joven Coleridge:
O
curas hominum!
O quantum est in rebus inane!
Sin embargo, Tamarón se conforma con seguir el dictado de Ortega
afirmando que “habrá menos liberalismo y más democracia”.
“Acaece
que liberalismo y democracia son dos cosas que empiezan por no tener nada que
ver entre sí, y acaban por ser, en cuanto tendencias, de sentido antagónico”,
nos advierte El Espectador.
“Sería,
pues, el más inocente error creer que a fuerza de democracia esquivamos el
absolutismo. Todo lo contrario. No hay autocracia más feroz que la difusa e
irresponsable del demos”.
Proféticas ideas
escritas en 1926, que un Embajador de España trae al siglo XXI ventilándolas en
tres tomos escritos con cesura y sin censura, pero cargados de mesura.