El primero de los libros, titulado Lista de esperas. Treinta esperas, una espera y un día, fue publicado en el 2014 y el segundo, Godot sigue sin venir. Vademécum de la espera, apareció en el 2016, si bien creo que el autor los escribió con menos intervalo entre ellos. Con menos espera y tal vez con más esperanza. Esta última queda plenamente justificada tanto por los poemas como por el ensayo.
Pero prefiero que el lector juzgue con estos botones de muestra:
RECETA PARA GUARDAR AUSENCIAS
(para una persona, aproximadamente)
Tómese una ausencia prolongada, madura,
con cartas a vuelta de correo, como antaño,
que pueden sustituirse por llamadas
siempre que sean a través de operadora,
con cortes inoportunos y profusión de interferencias.
Para este guiso se desaconsejan las ausencias breves,
pues pueden confundirse con la abstinencia ocasional,
menos jugosa y más indicada para ensaladas o platos fríos.
[...
...
...
...]
Porque no es aconsejable
abusar de esta receta,
pues uno termina por claudicar
y acaba cocinándose otros guisos,
muy ricos en grasas animales,
tan nocivos para el colesterol,
tan buenos para la arterioesclerosis.
NUEVAS GLOSAS A HERÁCLITO
Nunca lees dos veces el mismo libro,
proclama Heráclito esta vez sin río,
solemne, anacrónico, cenizo.
ESPERAR NO ES ESPERAR
Nuestro hermoso idioma,
tantas veces tan claro,
confunde torpe espera y esperanza,
ningún otro lo hace, y hacen bien,
pues el fatal desliz no es baladí,
no es ésa confusión que salga gratis.
La última cita resume el tema y el tono del libro con una mezcla característica de fingida simplicidad, casi simpleza, de copla de ciego que termina resultando inquietante, tras haber comenzado festivamente.
El ensayo, Godot sigue sin venir. Vademécum de la espera, recorre el mismo territorio psicológico y filológico que los poemas, pero lo hace con mucho más detenimiento. El resultado es que la sonrisa inicial se convierte en vaga zozobra. O tal vez se debió en mi caso a que lo empecé a leer con insomnio y terminé preguntándome si la lectura fue causa o resultado del insomnio. A ello se añade el lado onírico del texto, aunque a veces el sueño parece una leve pesadilla, en su variedad de "sueño de frustración", que es el que más desazón produce, y otras veces alcanza la angustia profunda.
Pero Albero nunca pierde la sonrisa, siempre presente a lo largo del libro y desde el mismo índice, mezcla perfecta de lo risueño y lo ominoso, en ocasiones humor negro. Diríase que el autor ha escrito en parte con ánimo de exorcismo de sus propias inquietudes. Claro que cuantos escribimos lo hacemos con un cierto deseo de liberarnos de esas inquietudes, traspasándoselas al lector.
En suma, Albero, aunque no es rumano, escribe como Ionesco el absurdo y Cioran el pesimista. Pese a la clara alusión a Samuel Beckett en el propio título del libro, es verdad en más de un sentido que Godot sigue sin venir y que el autor español no nos inflige todo el peso insoportable del sombrío irlandés, y no lo hace porque lo salva y nos salva la sonrisa inescrutable de quien quiere ocultar su bondad, por pudor.
El resultado es que Miguel Albero es hoy el mejor ensayista en lengua española que conozco.
Lista de esperas
Miguel Albero
Abada Editores
Madrid, 2014
Godot sigue sin venir
Valdemécum de la espera
Miguel Albero
Páginas de Espuma
Madrid, 2016
Enlaces relacionados:
Botones de muestra IX: Miguel Albero
Botones de muestra V: Miguel Albero
La Importancia del Traspaso: " Claro que cuantos escribimos lo hacemos con un cierto deseo de liberarnos de esas inquietudes, traspasándoselas al lector.", así los lectores aprendemos que muchas veces estamos dormidos.
ResponderEliminarGran señal de extraordinaria personalidad: " de quien quiere ocultar su bondad, por pudor.".
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