Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: agosto 2016

viernes, 19 de agosto de 2016

El incendiario campa por sus respetos

Caín, por Fernand Cormon (1880), Musée d'Orsay

     "Si sale su sentencia, su nombre y su foto, también es una forma de proyectar la gravedad del delito, del castigo y que la Justicia ha actuado. Sería una advertencia para los delincuentes [...]. Es importante que sepan que la agresión al final se paga". Eso acaba de decir, con toda la razón, Doña Pilar Martín Nájera, Fiscal de Violencia sobre la Mujer. "No lo sé, dígame usted por qué los medios no lo dicen. Entiendo que al principio es por la presunción de inocencia. Pero cuando el agresor está condenado y la condena es pública es perfectamente posible que se publique". De nuevo acierta plenamente la Sra. Fiscal. Tan sólo olvida exigir un dato: si se está cumpliendo o se ha cumplido la sentencia y durante cuánto tiempo ha estado en la cárcel.

     Y, por lo demás, conviene tener en cuenta que las consideraciones de puro sentido común que acaba de hacer esta señora deberían ser aplicadas a los incendiarios. Y no lo son. Es más, a quienes indagan sobre este extremo se les dice que no se puede dar el nombre del delincuente, y a veces añaden que eso iría contra el "derecho al honor" o el "derecho a la intimidad". Como si le quedara algún honor y alguna intimidad a semejantes criminales. Y, por supuesto, tampoco habría que excluir la aplicación de estas medidas de publicidad, con efecto ejemplarizante y disuasorio de ulteriores delitos, a los violadores y asesinos de niños.

     A ver si dejamos de ser vistos como la tierra donde el incendiario campa por sus respetos.

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sábado, 13 de agosto de 2016

Los portugueses, más resolutorios que los españoles




     Como es sabido, a mediados de este mes de Agosto arden cientos de incendios provocados en el sur de Francia, en España (incluida la isla canaria de La Palma) y en Portugal (incluida la isla de Madeira). Causan estragos en bosques y ciudades, muertes y desolación.

     En Portugal han surgido varias iniciativas pidiendo al Presidente de la República y a la Asamblea de la República que actúen con más severidad contra las manos criminales. La más suscrita de esas peticiones es la que aparece sobre esta entrada. Al día de hoy lleva 50.000 firmas verificadas con documentos de identidad. Piden 25 años de cárcel para los incendiarios. Razonan su petición y aconsejo a los lectores españoles que con un mínimo esfuerzo lean este texto, tan parecido en la forma a nuestra expresión castellana y tan distinto en el fondo de nuestros sentimientos derrotistas.

     En cambio aquí nadie propone algo práctico para atajar los estragos criminales. Se comprende que los políticos no piensen mucho en ello, pues están ocupados en otro problema urgente. Pero sorprende que ninguna Oenegé supuestamente verde haya dicho nada estos días, que yo sepa. Tal vez los onegeros españoles estén todos veraneando en algún fiordo noruego.

     Está por ver que los firmantes portugueses consigan su propósito. Ni siquiera el ritmo que observo hoy de 100 firmantes más por hora garantiza que el poder legislativo atienda a sus razones. Pero, al menos, también ellos podrán decir "por mí que no quede". Y tal vez añadan, "hacia Levante, ni eso".

     PD: Más vale que resistan ustedes la tentación de firmar la petición, salvo que tengan un documento de identidad portugués. En cambio estaría bien que desde España se copiase esa iniciativa de nuestros amigos y hermanos portugueses.

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miércoles, 3 de agosto de 2016

Botones de muestra (XXXII)

     No conozco otro caso como esta curiosa pareja de libros, uno de poesía y otro de ensayo, sobre un mismo asunto. Añade interés al experimento el que el tema esté repleto de claroscuros y ambigüedades porque descansa en parte sobre una palabra esencialmente equívoca, al menos en español: esperar. Aunque sólo se trata del verbo, puesto que el sustantivo y resultado del esperar se bifurca en espera y esperanza.

     El primero de los libros, titulado Lista de esperas. Treinta esperas, una espera y un día, fue publicado en el 2014 y el segundo, Godot sigue sin venir. Vademécum de la espera, apareció en el 2016, si bien creo que el autor los escribió con menos intervalo entre ellos. Con menos espera y tal vez con más esperanza. Esta última queda plenamente justificada tanto por los poemas como por el ensayo.

     Pero prefiero que el lector juzgue con estos botones de muestra:

RECETA PARA GUARDAR AUSENCIAS
(para una persona, aproximadamente) 
Tómese una ausencia prolongada, madura,
con cartas a vuelta de correo, como antaño,
que pueden sustituirse por llamadas
siempre que sean a través de operadora,
con cortes inoportunos y profusión de interferencias.
Para este guiso se desaconsejan las ausencias breves,
pues pueden confundirse con la abstinencia ocasional,
menos jugosa y más indicada para ensaladas o platos fríos. 
[...
...
...
...] 
Porque no es aconsejable
abusar de esta receta,
pues uno termina por claudicar
y acaba cocinándose otros guisos,
muy ricos en grasas animales,
tan nocivos para el colesterol,
tan buenos para la arterioesclerosis. 

NUEVAS GLOSAS A HERÁCLITO 
Nunca lees dos veces el mismo libro,
proclama Heráclito esta vez sin río,
solemne, anacrónico, cenizo. 

ESPERAR NO ES ESPERAR 
Nuestro hermoso idioma,
tantas veces tan claro,
confunde torpe espera y esperanza,
ningún otro lo hace, y hacen bien,
pues el fatal desliz no es baladí,
no es ésa confusión que salga gratis.

     La última cita resume el tema y el tono del libro con una mezcla característica de fingida simplicidad, casi simpleza, de copla de ciego que termina resultando inquietante, tras haber comenzado festivamente.

     El ensayo, Godot sigue sin venir. Vademécum de la espera, recorre el mismo territorio psicológico y filológico que los poemas, pero lo hace con mucho más detenimiento. El resultado es que la sonrisa inicial se convierte en vaga zozobra. O tal vez se debió en mi caso a que lo empecé a leer con insomnio y terminé preguntándome si la lectura fue causa o resultado del insomnio. A ello se añade el lado onírico del texto, aunque a veces el sueño parece una leve pesadilla, en su variedad de "sueño de frustración", que es el que más desazón produce, y otras veces alcanza la angustia profunda.

     Pero Albero nunca pierde la sonrisa, siempre presente a lo largo del libro y desde el mismo índice, mezcla perfecta de lo risueño y lo ominoso, en ocasiones humor negro. Diríase que el autor ha escrito en parte con ánimo de exorcismo de sus propias inquietudes. Claro que cuantos escribimos lo hacemos con un cierto deseo de liberarnos de esas inquietudes, traspasándoselas al lector.

     En suma, Albero, aunque no es rumano, escribe como Ionesco el absurdo y Cioran el pesimista. Pese a la clara alusión a Samuel Beckett en el propio título del libro, es verdad en más de un sentido que Godot sigue sin venir y que el autor español no nos inflige todo el peso insoportable del sombrío irlandés, y no lo hace porque lo salva y nos salva la sonrisa inescrutable de quien quiere ocultar su bondad, por pudor.

     El resultado es que Miguel Albero es hoy el mejor ensayista en lengua española que conozco.













Lista de esperas
Miguel Albero
Abada Editores
Madrid, 2014













Godot sigue sin venir
Valdemécum de la espera

Miguel Albero
Páginas de Espuma
Madrid, 2016

Enlaces relacionados:
Botones de muestra IX: Miguel Albero
Botones de muestra V: Miguel Albero