Johan Christian Dahl, 1846
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Un par de días después de aparecer mi carta en el ABC sobre el escándalo de la impunidad de los incendiarios de bosques en España, recibí un amable mensaje de cierta persona amiga en WWF (España). Me enviaba anejo este interesante informe titulado Dónde arden nuestros bosques. Análisis y soluciones de WWF.
Ante todo debo reconocer que por primera vez en este tipo de documentos aparece una alusión a la impunidad de los citados delincuentes, entre las medidas para reducir el número de siniestros:
"Mejorar la identificación de causantes y la aplicación efectiva y ejemplar de sanciones y condenas para disuadir a quienes están detrás de los incendios y terminar con la actual impunidad."
Son 30 palabras en un informe de 64 páginas. Pero, en fin, menos da una piedra.
Ahora bien, en ningún sitio aporta datos e informaciones sobre la situación actual de los detenidos, juzgados y condenados por delitos o negligencias punibles relacionadas con estos incendios. Seguimos sin saber si hay alguien en la cárcel por estos graves motivos. Fui testigo de gestiones en todos los ministerios afectados o interesados en la materia, incluso contando con la ayuda benemérita de la Defensora del Pueblo. Resultaron infructuosas.
En el informe mencionado de WWF (España) no se aborda ese aspecto, fundamental por su efecto disuasorio, ejemplar y de justicia retributiva. Al contrario, en el apartado correspondiente, bajo el título Factor humano, el gran olvidado, tan sólo menudean alusiones a las "inversiones para intervención social", "formación y sensibilización", "apuesta decidida por el diálogo", "búsqueda de soluciones consensuadas" y "conciliación de intereses".
Por desgracia ese vocabulario recuerda otro, funesto, empleado por algunos para propiciar el final del terrorismo. ¿Conciliación y diálogo entre delincuentes y víctimas?
Todo eso, dicho en plenas semanas de huelga indefinida de los agentes forestales en Cantabria, que coincide con la canícula veraniega. Y acompañado de múltiples exhortaciones a gastar más en trabajos de mantenimiento en invierno, etc. ¿Para granjearse la buena voluntad de los dueños de los fósforos? Hay tantos posibles beneficiarios, desde los furtivos hasta los que consiguen efímeros pastos tras quemar el monte... Sin olvidar tampoco al simple hideputa que disfruta haciendo el mal gratuito.
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