Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: Botones de muestra (XXII)

viernes, 25 de abril de 2014

Botones de muestra (XXII)

    
     El libro que con más maestría reúne ciencia y ficción es el Calendario Zaragozano. Recoge un Juicio Universal Meteorológico para todo el año, siendo así que ni la NASA con todos sus satélites y ordenadores gigantescos se atreve a prever el tiempo más allá de una semana con alguna garantía que no sea la sospecha estadística de que en Agosto hará en Córdoba más calor que en Ávila en Enero. Esa espléndida osadía narrativa, digna del más desmelenado poeta surrealista, la hace barruntar desde la portada del libro la siniestra mirada del hombre más feo y temible después de Boris Karloff y Jean-Paul Sartre, Don Mariano Castillo y Ocsiero. Este señor se calificó a sí mismo de "el Copérnico español" y así comenzó a publicar este calendario en 1840.

     En cuanto a su aspecto científico, no es menos notable pues este útil librito es el último refugio de la ortodoxia y la exactitud del santoral. Así, no se olvida de que el 31 de Diciembre en el Reino de Valencia siempre se celebró no a un San Silvestre Papa, santo sin duda respetable pero de poco interés histórico (salvo para los franceses que no saben hablar de la Nochevieja sino que se refieren siempre a "la Saint Silvestre", que se volvió viral para todos los maratonianos ansiosos de torcerse tobillos), sino que se colocó bajo la advocación de Nuestra Señora de la Leche y del Buen Parto. Como nos recuerda que el 12 de Enero es el día de San Benito, Abogado contra el Mal de Orina. O, más importante aún, que el 31 de Julio es la festividad de San Ignacio de Loyola, y que éste es Abogado contra las Calenturas, cosa que no nos ha recordado el actual Papa pese a ser hoy el más señero hijo de San Ignacio.

     Se comprende, pues, su éxito perdurable y notable fama, todo ello reforzado por la modestia de su precio (1,80 euros). No había ninguna necesidad de inventar el Realismo Mágico. Incluso podían haber dado el Premio Nobel de Literatura a este benemérito escritor, si es que no murió antes de que se instituyese ese gran galardón. Pero en realidad no ha muerto; su ejemplo y sus ideales perviven y continúan siendo solaz de la gente sencilla, mucho más que escritores más modernos convencidos de su labor redentora del campesinado oprimido.

     Lo único que me hace dudar es esto que acabo de leer: a Unamuno le entusiasmaba este calendario. Le dijo a Jorge Guillén que el Zaragozano fue inspiración de su Cancionero junto con el Cántico del propio Guillén y el Catecismo de Astete. La verdad es que yo creo que el orden de buen uso del castellano es Astete, Mariano Castillo y Ocsiero, Guillén y Unamuno. Orden descendente, claro. Así es que el bilbaíno no se inspiró bastante en el maño de Villamayor de Gállego, cabe Zaragoza.


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Botones de muestra (IX): Miguel Albero
Botones de muestra (VIII): Fernando Ortiz
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Botones de muestra (VI): Almudena de Maeztu
Botones de muestra (V): Miguel Albero
Botones de muestra (III): Beltrán Domecq y Williams
Botones de muestra (II): Leopoldo Calvo-Sotelo
Botones de muestra: Fernando Ortiz

5 comentarios:

  1. El precio de un libro no tiene nada que ver con su auténtico valor, yo encontré una vez uno por dos euros, me sorprendí tanto por el precio que creí que era un error por parte del comercio, y fue toda una Joya tal libro, así que el valor de un libro es como el valor de un vino...no depende de su precio monetario.

    Saludos.

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    1. Y tanto que el valor de un libro no equivale a su precio. Sin ir más lejos, entre usted aquí y verá esta hermosa novela. Gratis.

      El Rompimiento de Gloria

      Por cierto que la entrada a la que usted se refiere se adaptaba al género irónico. Pero ni siquiera ahí apliqué la ironía para burlarme de los libros baratos. Todo lo contrario. Relea la entrada y compruébelo.

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  2. Sí, sí, llevo años diciéndolo, para calendarios, El Zaragozano, el de los Payeses, y el de Fray Ramón, Ermitaño de los Pirineos, los tres son imprescindibles. Mi debilidad por el tercero me inclina a ser su ferviente defensor, no por razón imperiosa, más bien por costumbre, y desde luego, por iluminar su portada quien me recuerda a Raimundo Lulio, al que ahora llaman Llull y al que tengo en gran estima. No sabía que El Zaragozano era el más antiguo, gracias a usted lo he visto; el de los Payeses, que ahora se publica sólo en Catalán creo, lleva más allá, si cabe, esto de los pronósticos -mejor al caso profecías- pues con ayuda de una rueda perpetua, como en los arcanos del Ars Magna, clasifica los años de modo que con un simple algoritmo descubrimos si serán fértiles o estériles. Publica el santoral también, y da consejos para el campo, por el mismo precio, cosa que con cierta ironía, me recuerda la fatídica revolución que pretendió cambiar el nombre de los meses por el de vendimias y vientos, y desterrar a los santos, en fin, esto mejor lo dejamos.
    Aconsejo pues tener a mano los tres o uno, pues con los tiempos que corren, sin huestes casi y con hordas en rebeldía será -digo yo- importante saber, si lloverá o hará sol, que al final ya se verá, pero para mí tengo que acabará siendo como dicen.

    Reciba Tamarón mi más alta muestra de afecto y respeto.

    Suyo,


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  3. Con risa leo su entrada. Y nada hay más sano que reírse, nada mejor para estos tiempos que mirar el mundo con un poco de humor, con ironía inofensiva pero efectiva. Este texto, incisivo y por lo demás muy pero muy refrescante, se agradece para pensar en cosas no tan serías como las que hay que vivir y enfrentar en este pedazo de mundo que nos queda, un poco roto y seco, humectado de barbarie y horror. Sin embargo le pido que no deje de ilustrarnos con otros temas bien literarios o históricos, eso por favor no lo deje de lado. Con la misma risa que leí su entrada, cierro este breve comentario que ojalá llegue a su puerto.

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  4. Querido Santiago, acabo leer el último botón de muestra y me ha encantado.

    Es cierto que la abundancia de bromas sobre las raras especialidades de algunos santos, y la ausencia de actividad de la Iglesia para actualizar estas creencias, producen desconcierto en el párrafo sobre San Benito y San Ignacio.

    A mi me pasa cuando, con los amigos, cito a San Antonio como el encargado de los asuntos del miedo y los demonios en el catolicismo. Sólo así puedo tratar seriamente como nos enseñó a evitar el pánico y dialogar con cada uno de nuestros miedos, asuntos que les inquietan mucho. Hay que enfrentarlos, que diría mi hermana la doctora en sicología.

    Así que, si está aceptado pedir el auxilio de Sant Antoni del porquet, como hacían nuestros mayores, nos es menos familiar y desconcierta el dirigirnos a San Benito porque no recordamos ya que aportó de beneficioso contra el mal de orina. Sobre las calenturas, pocos recordarán de que mal se trata.

    Pero, en fin, la lectura de tu Blog incita a remediar nuestras ignorancias. Ha sido muy interesante conocer que la regla de San Benito proponía remedios, también contra el mal de orina, basados en la higiene. En el XIX Ignacio Felipe Semmelweis (otro Ignacio), cansado de luchar con sus colegas sobre la importancia de ésta, acabó muriendo en un experimento para demostrarlo científicamente. No hubiera hecho falta este mártir de la ciencia si se hubiera apreciado el sentido común de San Benito.
    Decir que el ajo es un remedio contra la fiebre, la gripe y el constipado calenturas, como proponía San Ignacio, hoy es de sentido común. Algo habrá tenido que ver en la conservación de esta sabiduría el calendario Zaragozano.



    Un abrazo

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