Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: Más sobre el primer Conde de Villacreces

martes, 21 de mayo de 2013

Más sobre el primer Conde de Villacreces

Preguntó sobre este curioso personaje de hace un par de siglos un lector, Don Pablo Pomar, atraído por una de las manías del excéntrico y práctico Conde: vestirse de cardenal para dar de comer a las gallinas. Así es que volví a acudir al actual Conde de Villacreces, excelente conocedor de la vida de su antepasado. Amablemente nos informa como sigue.

       El I Conde de Villacreces

         Por Álvaro Pacheco Bohórquez, VIII Conde de Villacreces

La cita sobre  vestirse de cardenal procede del libro del Padre Coloma, Recuerdos de Fernán Caballero. En una nota en la página 123 dice el escritor jesuíta:
“…. pero sí alcancé en mi infancia a su hermano el insigne Conde de Villacreces, famoso en toda Andalucía, y aun tuve el honor de que me pasease muchas veces en sus brazos por su dilatada huerta. Su magnífica casa solariega lindaba con la de mis padres, y conservo un vago recuerdo de su erguida y arrogante presencia de anciano, vestido con una especie de larga hopalanda roja, y un sombrero en todo igual a un capelo cardenalicio sin borlas: extraño traje que se vestía diariamente dos veces, única y exclusivamente para echar de comer a las gallinas…..”
 Esta afición a las vestimentas eclesiásticas no era nueva en el personaje. En la caja de ahorros que fundó en 1834, parece ser que la primera de España, los uniformes de los empleados y su propia levita  estaban hechos de estameña franciscana, para dar impresión de austeridad.
¿Se burlaba de la Iglesia? Cabe suponer que  sí. Su relación con la religión católica no fue fácil a lo largo de su vida. De joven, en los oscuros años de la vuelta de Fernando VII, se vio en la necesidad de disimular su condición de liberal, y trató de contemporizar haciéndose familiar del Santo Oficio en la reinstaurada Inquisición. Supuso tragarse un buen sapo para un agnóstico como él. Para conseguir el nombramiento tuvo que hablar con el prior de Santo Domingo, convento cercano a su casa y sede de la  capilla familiar,  y este lo recibió encantado, comentándole:  “me acuerdo de su abuelo, era todo un carácter, le pegó a un corregidor en la plaza del Arenal por un quítame allí esas pajas, y solía venir muchas tardes a jugar a las cartas  a la celda del prior.” Lo de que se celebraran timbas vespertinas en la celda del prior de los dominicos, nos indica que a mediados del siglo  XVIII existía una cierta relajación de costumbres en una orden tan seria.
Más tarde, ya casado, se sabe que cerró con llave el oratorio de su casa y no permitió que su religiosísima mujer lo usara. Esto debió de ser duro para ella, y uno más de los motivos por lo que era conocida en Jerez como “la esclava de Villacreces”.

El Conde de Villacreces

Enlace relacionado:
El primer Conde de Villacreces

6 comentarios:

  1. Me vence la curiosidad, Don Santiago, ya sé que no es muy elegante curiosear, pero tratándose de un personaje , no me parece indiscreción sino legítima oportunidad.
    ¿No tendría Don Diego algún gabinete "Naturalia et Mirabilia" en su haber? No sé el porqué, pero me imagino a nuestro señor Conde interesado por las Ciencias, ¿Me equivoco?
    En vano he buscado algún libro que pudiera alumbrarme, pero no lo he sabido encontrar, ni siquiera el corporativo de la Caja de Ahorros de su fundación que seguro interesaría. Debería escribirse uno.
    Más allá de lo anecdótico, Don Diego se hace entrañable y ácido a los sentidos y a los pensamientos. Cae bien.
    Me permito otra licencia, saludar, con su permiso, Sr. Marqués, al actual Conde de Villacreces, al que deseamos lo mejor y agradecemos sus explicaciones.

    A su servicio siempre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Don Alvaro,

      ¿Tiene Vd. alguna noticia de la madre del primer conde de Villacreces? Al parecer toma de ella el apellido Virués. Estoy interesado en averiguar si estos Virués están relacionados con los Virués de Segovia de Jerez y Arcos, y con los Virués que se establecieron en Chiclana a principios del siglo XX. Cualquier información que pueda aportar se la agradecería sobremanera.

      Un saludo cordial

      Eliminar
    2. Estimado Javier, excepcionalmente publico su amable mensaje, aunque comprenderá usted que no es costumbre dirigir en una bitácora ajena un mensaje anónimo destinado a una tercera persona que sí está perfectamente identificada. Si por lo menos hubiese usted puesto su dirección ya él podría contestarle. Si no, dudo que lo haga.
      Atentamente,
      Tamarón

      Eliminar
  2. Muy agradecido por su interés a Don David José Flores.

    Sobre su pregunta, debo decir que no tengo noticia de un gabinete de ese tipo. La verdad es que de su biblioteca y objetos personales la familia no conservamos casi nada. Solo el archivo familiar, un reloj inglés de pared y un anillo con su sello.

    Son muchas generaciones las que han pasado.

    Alvaro Pacheco

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Don Álvaro.
      Sería interesantísimo profundizar en el conocimiento de Don Diego, pues mencionada ya su aportación a la Meteorología ,a la Astronomía y su condición de médico cabía en ese contexto especular con la posibilidad, lamentablemente no corroborada, de la existencia de un gabinete de curiosidades que bien pudiera ser compatible con tamaña y compleja personalidad y gusto.
      Me imaginaba yo, Botellas de Leyden o frascos de compleja singladura llenos de arenas, o raras herborizaciones quizá en un armario. Bien hubiese podido ser. Como dice, -Tempus edax rerum-, y tiempo ha pasado, desde luego.
      Reciba, Sr Conde, mi más sincera muestra de aprecio y distinción.
      Suyo,

      Eliminar
  3. De don Diego Morla, primer conde de Villacreces, habla extensamente Antonio Alcalá-Galiano en un capítulo de sus memorias que se llama precisamente "El conde de Villacreces y la tertulia de su hermana". "La señora de la casa, doña Margarita Morla de Virués, era hermana de mi amigo y condiscípulo don Diego de Morla, que después ha titulado llamándose conde de Villacreces, título no de aquellos con que suelen disfrazar advenedizos un apellido más correspondiente al estado a que han subido que aquél del cual proceden, pues no necesitaba blasones nuevos su familia, siendo de las más antiguas y distinguidas de la Andalucía Baja. López de Morla o Villacreces era y es uno de los entes más originales del mundo, y de los que aspiran a pasar por serlo, lo que ya es una rareza. Al salir de la academia del maestro don Juan Sánchez, pasó a Inglaterra, donde se estaba educando su hermana Margarita desde muy tierna edad, y allí hizo algunos, aunque varios estudios. Vuelto a España, ensayaba de todo, siendo cínico por demás, y por otro lado calculador, si bien no culpado de acción alguna fea, sino muy al revés. Su amistad conmigo, contraída en la escuela, se renovó en el mundo. En Madrid, al empezar 1808, vivimos en no poca intimidad, si bien sólo por las mañanas nos veíamos sin falta, siendo la noche el tiempo en que pasaba yo entro amigos calaveras. Nuestro entretenimiento era leer obras serias de un modo útil. Buscábamos dos ejemplares de las que íbamos a estudiar: leía uno en ella en voz alta, mientras le seguía el otro clavada la vista en el impreso, y al terminar cada capítulo se cerraba el libro, y se emprendía a hablar sobre lo que acaba de leerse. (...) Pasaron estos tiempos; el levantamiento de 1808 lo resolvió todo, y antes de la batalla de Bailén, mi amigo López de Morla, dejándome en Madrid, se fue para Andalucía. Allí le encontré, y seguimos nuestro amistoso trato; entonces se había dado a dos estudios muy diferentes, el de la música en la guitarra y el de la medicina, en la cual se hizo muy aventajado, habiéndola después ejercido sin perdonar los correspondientes honorarios, no obstante su título de conde y ser dueño de un mayorazgo con rentas pingües. En el día de que estoy hablando seguía sus estudios, tomando con tal empeño el de la anatomía, que tenía su casa llena de huesos, hasta servirle uno, en vez de borla en el cordón de su campanilla."
    Hay que decir que doña Margarita, a quien Alcalá Galiano compara nada menos que con Madame de Staël, tampoco era una mujer de la que se olvidaran quienes habían tenido la suerte de conocerla.

    ResponderEliminar

Comentar