Hace poco más de una década, Bryce Echenique fue aclamado no solo por forjar “uno de los mundos novelísticos más importantes de la literatura peruana de este siglo”, sino también por “haberse dado el tiempo de cultivar un periodismo original y singular, con admirable seriedad intelectual y hasta con denodada pasión”. Hoy es evidente que el autor nos engañó a todos en este último punto al plagiar el trabajo de otros.
Termina la autora citando al boticario, que, sin duda cegado por los dioses que ciegan a quienes quieren perder, se atrevió a escribir en el año 2000 a propósito de la piratería de libros:
“Los verdaderos piratas a menudo conocidos, poderosos, mañosos, atrapados, procesados y... y... y aquí no ha pasado nada son unos peces tan gordos, tan pero tan gordos, que su peso abruma y aplasta a las autoridades competentes, señores de vista tan pero tan gorda, a su vez, que son incapaces de distinguir y capturar hasta al gordo más gordo de todos los cuadros de gordas y gordos de Botero”. (http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2099807)
Por último, como se dice en algunos parlamentos antiguos, tengo que declarar un interés. Soy parte interesada como verán ustedes en el cuadro titulado Evidencias materiales de los plagios de Bryce Echenique publicados en Nexos que publica Fabiola Ramírez al final de su minucioso estudio. La ficha número 12 se refiere al mucho jugo que sacó el Sr. Bryce Echenique a un trabajo mío de 1991, ya que copiándolo literalmente extrajo por lo menos tres artículos y un discurso y los publicó en varias revistas de tres o cuatro países. Y los cobró a todas las publicaciones. Parece ser que su columna estaba sindicada y se llamó a veces, sin duda por ironía, La columna incólume.
Quizá otro día, con tiempo, merezca la pena reproducir ese trabajo mío que tanto juego y jugo dio al boticario Bryce. Pero hoy lo que urge es dar las gracias a la investigadora, doña Fabiola Ramírez Gutiérrez, que con tanto tino como tenacidad contribuye poderosamente a desentrañar la maraña (y también, como ella misma hace, a doña María Soledad de la Cerda, cuya lista fue “de gran ayuda para elaborar este cuadro”).
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"Que se jodan" dice Alfredo Bryce Echenique
Gracias, Doña Elena Poniatowska
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Don Santiago: Me alegra mucho que también haya decidido denunciar a Bryce. Ha sido un trabajo duro que inicié en el año 1997, sin embargo, y a pesar de todas las pruebas le han dado uno de los premios más importantes de nuestra literatura lo que me parece una vergüenza.
ResponderEliminarImpresentable es también la actitud de Juan Carlos Méndez Guédez, funcionario del Instituto Cervantes quien encabezó la campaña de apoyo a Bryce con una carta ambigua que firmaron, entre otros, muchos profesores universitarios. Ellos deberán explicar a sus alumnos la razón que tuvieron para apoyar a un plagiador
No tiene nada que agradecerme y si necesita los documentos se los hago llegar. Atentos saludos,
María Soledad
Hay una fábula de Iriarte que no me resisto a transcribir. Enhorabuena a nuestro autor y a Doña Fabiola Ramírez gracias a quien tantos, como en el cuento, han podido decir "ésta es mía".
ResponderEliminarFábula XV - La avutarda
(Muy ridículo papel hacen los plagiarios que escriben centones.)
De sus hijos la torpe avutarda,
el pesado volar conocía,
deseando sacar una cría
más ligera, aunque fuese bastarda.
A este fin muchos huevos robados
de alcotán, de jilguero y paloma,
de perdiz y de tórtola toma
y en su nido los guarda mezclados.
Largo tiempo se estuvo sobre ellos.
Y aunque hueros salieron bastantes
produjeron por fin los restantes
varias castas de pájaros bellos.
La avutarda mil aves convida
por lucirlo con cría tan nueva;
sus polluelos cada ave se lleva,
y hete aquí la avutarda lucida.
Los que andáis empollando obras de otros,
sacad, pues, a volar vuestra cría.
Ya dirá cada autor: «Esta es mía.»
Y veremos qué os queda a vosotros.
Gracias, esta fábula queda perfecta para el caso Bryce.
EliminarSaludos
Fabiola
Lo que más llama la atención en todo este lance es el valor y la dignidad de unas investigadoras que osan oponerse al poderío de los intelectuales bien apuntalados tanto por la corrección política más hipócrita como por el dinero.
ResponderEliminarGracias, doña María Soledad, por su eficaz labor, la primera que comenzó a revelar estos plagios. Tengo que aclarar que yo no he denunciado en el sentido legal del término a don Alfredo Bryce Echenique, pero me parece de estricta justicia que se conozcan con la mayor amplitud posible sus abusos.
ResponderEliminarEn cuanto a la carta de apoyo al plagiario que usted cita, me imagino que es la que aparece reproducida en este enlace: http://www.lja.mx/2012/10/en-defensa-de-bryce-echenique/
Si hay algún otro dato, mucho le agradeceré que continúe informándonos.
Don Santiago en cuanto reciba confirmación de nuevos casos que me deben llegar pronto de España se lo haré saber.
EliminarEn Chile se ha dado amplio apoyo a sus plagios e incluso el escritor Jorge Edwards los tilda de "pecado venial" y señala la poca importancia que tiene que haya copiado un pequeño artículo... Simplemente una vergüenza. Al menos me conforma saber que ya le entregaron su dinero, lo único que realmente quería y que no estará presente desprestigiando a la Feria que está justamente dedicada a Chile.
no importa, las personas como el escritor peruano aludido pueden hacer lo que quieren, tienen bula. Ellos tienen los derechos y los demás tenemos las obligaciones, así que pueden hacer y decir lo que quieren y nadie les exige nada
ResponderEliminarNada nuevo puedo aportar al asunto del plagio de Bryce aquí tratado, pero si quiero aprovchar la ocasión, que me viene como pedrada en ojo de boticario, que es saber el origen de esta frase la que me ha traído hasta aquí, para mandar un afectuoso saludo junto con mi admiración al titular de este blog, el Sr.Marqués de Tamarón.
ResponderEliminarFdo.: Loreak McGebar, de Salamnaca.
En las boticas se llamaba ojo la ventana ovalada con estantes por la que desde la rebotica se veía quién había entrado en la botica, y en las baldas se colocaban botes con productos valiosos. Se comprende que resultase atractivo para algunos vándalos la idea de dar una pedrada justo en esa diana tan frágil. Pero no es la única interpretación. Todo eso lo explica muy bien El porqué de los dichos, de José María Iribarren.
EliminarAprovecho para pedir a algún amigo (ex amigo, ya) a quien debí de prestar ese utilísimo libro hace tiempo, tanto que no me acuerdo de quién era el desaprensivo, que me lo devuelva de una vez.