"El imperio en América recibió poca atención y no mucha emigración durante los siglos XVI y XVII, al ser la principal preocupación de la corona la recepción del oro y la plata (sobre todo esta última) que se convirtieron en algo crucial para su hacienda. Se calcula que no más de 300.000 españoles fueron a América durante todo el periodo colonial, aunque no todos los supervivientes del viaje permanecieron allí. Ellos fueron con justeza suficientes para establecer el comienzo de una nueva sociedad híbrida de criollos y mestizos, que, en buena medida dejada a su propia suerte, se mostró de una lealtad y resistencia admirables a través de las vicisitudes del siglo XVII.Si algún lector se queda tras estos párrafos con un regusto amargo, piense que la historia no admite excepciones al melancólico principio del omnia pereunt, todo muere, que por cierto formuló San Isidoro de Sevilla. Lo único que cabe esperar es un final digno. Y lo tuvimos.
Un número sorprendentemente pequeño de colonos consiguió así un éxito completo en plantar las raíces de una nueva sociedad sin precedentes, pero en tiempos posteriores su desarrollo se hizo crecientemente problemático, al contrario de la exitosa historia de América del Norte. Las diferencias en muchos sentidos eran las diferencias entre la España del comienzo de la época moderna y la Inglaterra del siglo XVII. De hecho, Inglaterra estaba rápidamente adelantando a Holanda como el país más moderno e innovador de Europa, mientras que España durante la era imperial en general fracasó en la lucha modernizadora. El imperio español constituyó un precedente por completo singular al que los ingleses prestaron considerable atención, pero los nuevos "imperios comerciales" de los siglos XVII y XVIII persiguieron diferentes políticas y prioridades.
El imperio no fue usado como un factor de integración o de construcción nacional dentro de la península, por la sencilla razón de que tal objetivo no existía antes del siglo XVIII, con lo que el imperio quedó primordialmente reservado para castellanos y vascos. De la misma manera, las prioridades de la regulación rígida estatal del comercio (aunque la economía estaba basada en la empresa privada) y el énfasis en la extracción de metales preciosos fueron pensados estrechamente e impedían el uso del imperio para conseguir desarrollo económico en España. Cuando las prioridades cambiaron en la segunda mitad del siglo XVIII, la era del imperio casi había terminado." (Spain: a unique history, pág. 110. La traducción es mía, y seguramente la de la edición española es mejor, pero no la tengo a mano).
Spain: a unique history
Stanley G. Payne
The University of Wisconsin Press
2011
España, una historia única
Stanley G. Payne
Temas de hoy
2008
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