Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón

miércoles, 17 de febrero de 2010

Ceso con este capítulo XXIV la publicación de la novela El rompimiento de Gloria. La editorial me señaló que lo apropiado era dejar de publicarla cuando faltaran tan sólo un capítulo y el apéndice, y advertir que sigue estando disponible en varias librerías, mencionadas en la nota que figura en la parte superior derecha de esta página.

3 comentarios:

  1. Qué sagaces en la editorial. Un compañero de trabajo seguía las publicaciones de los capítulos aquí para leer la novela en su e-book. Tendrá que pasar por caja. La edición del libro es tan bonita que le merecerá la pena.

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  2. Argucias del editor? No creo;, a ningún amante de los libros le basta con leerlos en la red; eso es como echarles el ojo por encima del hombro del vecino en un tren. Hay que tener la novela, con su portada de Tintoretto, con el último capítulo y el apéndice, que aclara del todo alguna anécdota mal reproducida o mal atribuida en un libro reciente. No sé por qué me parece que vienen al caso estas palabras de Sebastian Flyte en BRIDESHEAD REVISITED: "I should like to bury something precious in every place where I've been happy and then, when I was old and miserable, I could come back and dig it up and remember"...

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  3. Hace bien el editor de Tamarón en dejarnos con la miel en los labios pues no se le escapa la común actitud de despreciar lo que nos es dado sin pago de merced.

    Y al autor, que tan parco en traducción se muestra, quizá le ofenda que desde aquí muestre la clave de la leyenda como termina el penúltimo capítulo: Cecini pascua, rura, duces. Quiere decir "Canté prados, campos y señores" o jefes, héroes o caudillos, que es igual de políticamente incorrecto. Ese era el epitafio de Virgilio, probablemente compuesto por él mismo. Petrarca lo vio cerca de Nápoles. Ya decía Vladimir Nabokov (todo el mundo cree que era progre puesto que escribía historias escabrosas, pero era un carca glorioso) que en caso de duda siempre hay que escoger la opinión que más fastidie al progre.

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