Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: El humor en la novela española y en la inglesa. (2/8)

jueves, 31 de julio de 2008

El humor en la novela española y en la inglesa. (2/8)

Siguiendo con el rótulo que nos obliga, creo que en el fondo y antes de hablar de las diferencias entre el humor de la novela, que no sé por qué hemos puesto lo de novela porque el humor en España se refugia en la comedia, en Inglaterra hasta cierto punto también y es muy distinto del de la novela. Cuando se dice que no hay humor en España es verdad que no hay novela de humor, salvo humor negro, humor amarillo y humor muy cruel a veces. Pero la comedia no, la comedia española, sobre todo la del Siglo de Oro, es totalmente distinta de la novela. Pero es que, además, si nos remontamos a los albores de Europa, en todas partes había un humor muy cruel y muy brutal. En el fondo era mucho más cruel que la épica, porque la épica era una forma aristocrática. El humor popular no lo era; probablemente era mucho más sincero o no se hacía ilusiones sobre la realidad. En la épica, pero también en la tragedia, los horrores que ocurren —y en ese caso tiene razón Angela Carter que decía que «la comedia es una tragedia que le ocurre a otro»— eso es cierto. Lo que ocurre es que la tragedia, en los módulos clásicos, sólo le ocurría a la gente principal. Y digo principal porque príncipe y principal tienen la misma raíz. Y a los otros no, para los otros eso no era una tragedia. Los horrores que pasan en la novela picaresca, que hay que tener corazón de piedra para leerla sin sobrecogerse, no tenían la menor importancia porque le pasaban a los pícaros, que era gente muy mala. Por eso es revolucionario el Quijote, porque, por primera vez, esos horrores, esas humillaciones, esas crueldades, esos chistes marrones, amarillos y verdes a veces, le ocurren a un hidalgo pobre, pero un hidalgo loco. De ahí la crueldad de la novela de Cervantes Don Quijote. No creo que tenga igual en la literatura española, ni en la universal, es algo tan duro que los críticos, que no se atreven a afrontar esa realidad —salvo algunos pocos como Unamuno y Nabokov— lo resuelven bien sea no leyendo el Quijote, bien sea diciendo una cosa que es palmariamente falsa y es que Cervantes se va encariñando con el personaje. Si eso fuera verdad no le haría recuperar el juicio al final, que es ya el colmo de la crueldad, eso es regodearse con las tribulaciones del personaje. Y es así y no merece la pena dar muchas más vueltas. Claro que en aquella época Rabelais tampoco se quedaba atrás en crudeza, e incluso en Inglaterra había ejemplos de brutalidad extraordinaria. Paralelamente a eso, la comedia, en cambio, que se estilaba en España, Inglaterra, Francia, Italia y en todos los lados, era un género mucho más palaciego y mucho más refinado. Y ahí sí había un humor que no solía ser cruel.

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X Foro Hispano Británico. Noviembre de 2006. Fundación Hispano Británica.

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