Marqués de Tamarón. Escritor y diplomático.
Estoy de acuerdo con lo que ha dicho Carmen Posadas, pero no con lo que dice Unamuno. Unamuno se caracterizaba porque era incapaz de reírse, no ya de él mismo, que de eso casi nadie es capaz, pero desde luego de nadie más salvo por un sistema y es que hacía bolitas con el pan en los banquetes y se las tiraba a los demás comensales, lo que daba pruebas de un sentido del humor exquisito.
También le gustaba hacer pajaritas de papel, pero ahí se reía de las pajaritas, no de la gente. Creo que la frase de él tiene su miga. Y la voy a repetir porque la leíste muy deprisa y es totalmente falsa, como todo lo de Unamuno: «La comedia es una forma de matar el tiempo, del mismo modo que la esencia de la tragedia es matar la eternidad». Creo que es justo al revés: la tragedia es la que mata el tiempo, porque lo abole, lo declara abolido y nos lleva a la eternidad, que da vértigo. En cambio, la comedia lo que intenta matar es la eternidad con la risa o, al menos, olvidarla. Pero, en fin, vamos al rótulo que no está ahí puesto, pero que lo tenemos por aquí, que creo que es necesario para no dispersarse. Aquí dice «La dimensión cultural en la Unión Europea». Yo creo que eso, por de pronto, lo que quiere decir es que existe una dimensión cultural, que se supone importante. Me gustó cuando anteriormente Sir John Elliott hablaba del proyecto de la Ilustración, del que tantas veces hemos oído decir, un proyecto fracasado después de lo que los herederos de Rousseau y Hegel (tanto los comunistas como los nacionalsocialistas) hicieron, pero, bueno, el proyecto de la Unión Europea no está fracasado, sorprende la realidad que ahí está, pues descansa sobre varias cosas y desde luego la dimensión cultural es importante. Lo que ocurre es que, fíjense en el modesto rótulo de lo que íbamos a hablar o estamos hablando Carmen y yo: «El humor en la novela española y en la inglesa». No dice el humor en la novela española e inglesa. Y no lo dice porque son dos humores totalmente distintos. Eso tiene su importancia, porque eso lo que quiere decir es que el humor de la novela inglesa, que incluye claramente la americana, es claramente distinto del humor en lengua española, que incluye el otro lado del Atlántico —aunque me parece que Carmen no está de acuerdo y dice que hay peculiaridades muy notables, y las habrá, pero desde luego es más parecido al humor de la novela española el humor de la novela argentina (salvo Borges que, como todos sabemos, era islandés o inglés, según los días), que el humor finlandés, que aunque yo no he leído nada en finlandés me imagino que tiene poco que ver con nosotros—. El asunto, insisto, tiene importancia porque si no hay humor común es porque no hay lengua común en la Unión Europea. Y si no hay lengua común, ¿puede haber una Unión? Los padres fundadores de los Estados Unidos veían claro que tenían que tener una lengua en común y la tenían. Nosotros no la tenemos. Se podría argumentar que si no nos reímos igual ¿cómo vamos a tener un futuro común? Pero quizás habría que argumentar que, aunque es cierto que el humor es tan distinto en cada rincón de Europa, en cambio se llora igual y que, en el fondo, la Unión Europea, lejos de estar fundada sobre un instinto común de la risa, está fundada sobre el miedo a volver a las andadas. En ese sentido no tenemos un humor común pero sí tenemos tragedias comunes.
Continúa
X Foro Hispano Británico. Noviembre de 2006. Fundación Hispano Británica.
(c) Marqués de Tamarón 2008
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