9 años
41 años
Todas las
vidas humanas son productos de una combinación bastante simple: Nature et
nourriture. La combinación aparece mencionada en la Antigüedad clásica y de
allí pasa al francés medieval y al inglés renacentista. Pero en la combinación irrumpe a veces,
muchas veces, el azar. Ludwig Wittgenstein heredó, como sus hermanos, mucha
inteligencia y bastante tensión nerviosa, a lo que el azar añadió en su entorno
los cataclismos políticos y bélicos de la primera mitad del siglo XX.
La mezcla
de los distintos influjos de su época y los de su entorno
familiar (tres de sus cuatro hermanos se suicidaron), los de su país (el
Imperio Austro-Húngaro desapareció en 1918 y la propia Austria fue absorbida en 1938 dentro del Tercer Reich
alemán) y los de su propio temperamento, lo llevaron a estallar con frecuencia
y de forma impredecible.
Ludwig
Wittgenstein fue el octavo y último hijo de una familia austríaca tres cuartas
partes judías, de conversos católicos. Nació en Viena en 1889 y murió en
Cambridge en 1951.
Yendo al cómo era Wittgenstein y no al qué o al cuándo, cabe detectar en él un notable parecido con una ardilla. Una ardilla fuerte y valerosa, pero ardilla. Véanse por ejemplo algunas de sus chispas de ingenio, a veces cómicas, otras surrealistas y algunas trágicas:
“Cuando
hay disparos hay que correr hacia ellos y no huir”, dijo a su
hermana Margarete agarrándola de una mano para arrastrarla a donde se oían los
disparos que causaron 85 muertos en la manifestación socialista de Viena en
Julio de 1927.
Siempre fue hombre de impulsos. Por impulso cedió su fortuna heredada a sus hermanos. Pero el arrebato más sorprendente fue irse en 1935 a la Unión Soviética con su amigo Skinner para vivir allí trabajando como obreros. No parece que fuese tan ingenuo como para creer que la Rusia de Stalin tenía mucho que ver con la de Tolstói o Dostoyevski, pero tampoco Wittgenstein se sentía atraído en especial por el marxismo, pese a que en Cambridge era entonces la ideología dominante entre muchos de los alumnos más destacados. El caso es que la estancia duró poco.
“ I often
fear madness”, escribió Wittgenstein el 18 de Octubre de 1946, una semana antes
de la velada del atizador[1].
Podría
decirse que la esencia de su vida está en la tragicomedia del atizador atónito.
Ocurrió el Viernes 25 de Octubre de 1946, en el King’s College de Cambridge. Karl Popper, todavía un joven prometedor, era
orador esa noche en el Cambridge Moral Science Club. Asistían el
profesor Ludwig Wittgenstein, presidente del club, Bertrand Russell, el eterno
símbolo de la filosofía provocativa y radical (pero no excéntrica) y una treintena
de alumnos y postgraduados. Entre estos últimos abundaban los recién
licenciados del ejército británico que acababan de luchar en la guerra y
todavía se vestían con restos de sus uniformes.
Wittgenstein
tenía en la mano el atizador de la estufa que apenas calentaba el aire frío y
húmedo del otoño inglés. Discrepó del invitado, Karl Popper, judío vienés como
él, pero menos valeroso o imprudente y también menos atrevido que Wittgenstein
en su filosofía[2].
Al cabo de unos diez minutos, tras blandir el atizador y habiéndole dicho
Russell “put the poker down” se fue de la sala tirando al suelo el
hierro y dando un portazo.
La manía
peligrosa de etiquetar a hombres, comportamientos y rarezas parece obligar a
nombrar los elementos esenciales de esa extraña velada cantabrigiense. Pese a
su excentricidad –o tal vez gracias a su excentricidad– es Wittgenstein el
indudable protagonista de la extraña velada. En la Antigüedad los asiáticos lo
habrían llamado el Loco Sagrado. En la modernidad unos lo calificarían de
autista y otros de excéntrico pero en nuestra postmodernidad le atribuirían
apelativos como esquizoide o síndromes como el de Asperger. Lo cual no siempre nubla la capacidad intelectual.
Da igual,
cada hombre es un mundo y el de Wittgenstein mezclaba creación y abatimiento,
inspiración y tedio, dependiendo, cabe suponer, de la etapa de su vida. Sin
embargo, incluso de esa mezcla parece surgir una conclusión paradójica:
“Always come down from the barren heights of cleverness into the green valleys of folly”[3]
"Baja siempre desde las cúspides estériles de la astucia a los verdes valles de la locura".
[2] Parece ser que por aquel entonces
Wittgenstein había dicho de Popper que pensaba que podría cambiar el mundo y le
había aplicado el grosero correctivo de: “don´t try and shit higher than your
arse” (“no intentes cagar más alto que tu culo”). Wittgenstein’s Poker, por David
Edmonds y John Eidinow.
[3] Culture and Value, Edited by G.H. von Wright, pág.86. Noviembre de 1948, un par de años antes de morir.
¡Que hermosura de carita la del niño de comunión, su pureza!. La pureza de una palabra, de una acción o de un sentimiento... ¡guau!, algunos se creen inteligentes y hablan de puritanismo...
ResponderEliminar¡Espero Ludwig que tengas el descanso de Dios!. Mira Ludwig esto del poema de Federico García Lorca . ¡Que el alma de Federico esté en el descanso de Dios también!
ResponderEliminarDejadme subir al menos
hasta las altas barandas;
—¡Dejadme subir! dejadme
hasta las verdes barandas,
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
" El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!".
No es cualquier cosa, Ludwig ...el viento, subir, esperar...
¡Una de las cosas más hermosas Ludwig es un rezo hecho canción!, Una súplica en ruego a Dios, con el peso en el corazón cuando ya todo no puede estar en manos del hombre ni solucionarlo el; un rezo hecho canción mejicana. La misma carita tuya Ludwig de comunión se sigue viendo en la actualidad, sobre todo que bonito los niños acompañados de sus abuelos y abuelas en la iglesia, a veces se ve alguna escena tan hermosa, un niño arrodillado en el altar y decirle a su abuelo " mira abu", un niño con sus manitas suplicantes....y su abuelo acompañarlo en lo mejor que puede hacer, transmitirle la fe de forma viva y sencilla. ¡Que Jesús y María protejan a los abuelos y abuelas que hacen una labor de amor todavía que es lo más valioso de la vida y cuidan de sus nietos!. San Joselíto Sánchez del Río ruega por todos, Santiago Apóstol ruega por todos.
ResponderEliminar¡Quizás Ludwig bebamos del cáliz de la amargura!. Dios no castiga pero permite el castigo, porque el hombre se busca su propio destino con sus malas acciones y pensamientos. Cuando los pueblos dan el espaldarazo a las leyes divinas y a Dios, estos pueblos pierden la bendición y entran en maldición y Dios permite que sean entregados en manos de extranjeros o bárbaros, como pasó ya a un pueblo esclavo en manos del faraón de Egipto. Moisés dijo no os apartéis de Dios y el pueblo adoró a los idolos. Por tanto, ¿ le servirá el dinero que tenga alguien o la categoría social que tenga alguien, su cargo, su prestigio o supuesto prestigio?. Somos esclavos de los selfis, del cientifismo, de la profesionalitis, del dineriti...
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