A los tiempos que corren, el mejor y más amargo comentario sería el de Petronio citado por Feijóo:
VENALIS POPULUS, VENALIS CURIA PATRUM.
Dejémoslo en la decente oscuridad de una lengua clásica.
VENALIS POPULUS, VENALIS CURIA PATRUM.
Dejémoslo en la decente oscuridad de una lengua clásica.
Pues tampoco es grano de anís la otra cita que hace Feijóo (el benedictino, claro) de Yugurta refiriéndose a Roma: "urbem venalem et mature perituram si emptorem invenerit". Y yo, por mi parte, no hago caso de la "decente oscuridad" que practicaba Gibbon y traduzco el trallazo a los corruptos (tanto el populus como los demás): ciudad venal que pronto perecerá si encuentra alguien que la compre.
ResponderEliminarPrescindiendo de locos y fanáticos, creo que son mejores quienes aman a su patria y se sacrifican por situarla en lo mejor aunque su patria sea la incorrecta.
ResponderEliminarQuienes no la tienen deberían dejar la carga de servirla.
La maravillosa civilización de la antigüedad desapareció porque fue incapaz de amoldar su código moral y su sistema legal a las exigencias de la economía de mercado. Cualquier sistema social se halla inexorablemente condenado a perecer cuando los actos humanos indispensables para que funcione normalmente son menospreciados por la moral, declarados contrarios al derecho por los códigos y perseguidos por jueces y magistrados. El Imperio Romano sucumbió porque sus ciudadanos ignoraron el espíritu liberal y repudiaron la iniciativa privada. El intervencionismo económico y su corolario político, el gobierno dictatorial, descompusieron la poderosa organización de aquel Imperio, como también harán, en el futuro, con cualquier otro régimen social.
ResponderEliminarACCIÓN HUMANA, por Ludwig von Mises
Qué decepción despiden sus palabras amigo nuestro; no será por los tiempos que corren pues la condición humana se ha mostrado frágil ante el soborno ahora y siempre. Tal vez retenemos del pasado sus mejores prendas o quizá haya algún lugar, tiempo o cultura donde se respire dignidad. Que yo recuerde, en Shangri-La
ResponderEliminarLa naturaleza humana no me decepciona, me repugna. La prueba es que la cita de Petronio tiene casi dos mil años. Tan sólo pueden sentirse decepcionados los creyentes en Rousseau cuando empiezan a perder su fe laica. Por cierto que sí tenía más dignidad Feijóo, el benedictino del siglo XVIII, que los hoy llamados politólogos: él miraba la realidad de frente, los periodistas y ensayistas de hoy no. Fray Benito Jerónimo Feijóo estaba convencido de que la corrupción general descansaba en el venalis populus. A ver quien se atreve a decir eso hoy. Yo conozco a uno que dijo “el problema no es el gobierno de la nación sino la nación del gobierno”, y lo acusaron de todo. Hoy nadie tampoco se atrevería a escribir un ensayo como “Voz del pueblo”. Feijóo sí lo hizo.
ResponderEliminarAcertadísimo: " La naturaleza humana no me decepciona, me repugna", y claro como la luz del día.
Eliminar¿Por qué ponen tilde a la primera "o" de Feijoo?
ResponderEliminarYo pongo la tilde en Feijóo porque también la pone la Enciclopedia Espasa y la edición del “Teatro crítico universal” de Clásicos Castellanos, que es la que suelo utilizar. Pero es cierto que Feijoo aparece sin acento gráfico en un par de ediciones más recientes que a veces uso. Como no sé qué norma sería aplicable en este caso, me inclino -acaso por instinto carca- a valerme de la ortografía anticuada.
ResponderEliminarA mí me gusta más con tilde, al menos es más original.
Eliminar"Feijoo" es palabra llana que acaba en vocal. A efectos de acentuación se comporta, según la última edición de la ortografía de la RAE, exactamente igual que "gato".
ResponderEliminarPues entonces lo que se pretende con la nueva ortografía es que pronunciemos este apellido como palabra llana. Pero ocurre que en todas las primeras ediciones (del siglo XVIII) del Teatro Crítico y de las Cartas Eruditas aparece impreso "Feijoó" (sic). O sea que el benedictino acentuaba su nombre como palabra aguda. Y yo prefiero el gusto de un benedictino ilustrado del XVIII a la de un tipógrafo progre de hoy.
ResponderEliminarHay alabar ese gusto dieciochesco, Tamarón. No sé si debe repugnar la humanidad; en cuanto empezó a ser civilizada se comprendió a sí misma e inventó el ostracismo. Y desde entonces, como dijo Maine, todos nosotros somos aún colonia de Grecia porque, menos las fuerzas de la Naturaleza, todo lo que en la vida de la humanidad evoluciona es de origen griego.
ResponderEliminar