Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: Premios de 1986

lunes, 11 de enero de 2016

Premios de 1986

     Una vez más quiero celebrar el Año Nuevo distribuyendo unos premios que no pretenden sino agradecer el sano esparcimiento que me ha ofrecido durante 1986 la lectura de la Prensa, el cuarto poder de España, tan noble y edificante como los otros tres.

     Premio Priapo pétreo a la precisión exquisita: ganado por el pie de foto del ABC (11-IV-86) que rezaba: «Jagdish Baba, un santón natural del estado indio de Uttar Pradesh, muestra la fuerza de su concentración al resistir impasible una piedra de quince kilogramos de peso colgada de su pene.» Lo que me duele es el anglicismo de «su pene»; en castellano hubiera bastado con decir «del pene». ¿De quién iba a ser el citado miembro sino del señor Baba? Mío no, desde luego.

     Premio Sol naciente de Occidente a la antilogía: «La caída de Karmal en Afganistán culmina con su cese en todos los cargos» (titular de El País, 21-XI-86). Mal puede alguien culminar cayendo, a menos que se trate de una pirueta oriental como la que hicieron los chinos llamando a don Felipe González con el apelativo que da nombre a este premio, o que esté inspirado por el «extraordinario marco de normalidad» (El País, 6-X-86) de las conversaciones entre ministros españoles y franceses en Zaragoza donde, sin duda, se prefirió la mencionada antilogía al pleonasmo del «normal marco de ordinariez» hispano-francesa.

     Premio Alcoyano, CF, a la moral futbolística: «La selección española vuelve de Méjico derrotada, que no vencida» (Radio Nacional de España, 24-VI-86). Menos mal.

     Premio Eppur si muove al peripatetismo: otorgado al señor alcalde de Madrid, quien, picado porque la televisión estaba filmando a sus rivales políticos, echó a los fotógrafos diciendo que en ninguna parte del mundo se les permitía estar «desambulando por las sesiones» (ABC, 29-XI-86).

     Premio en la categoría Jóvenes juveniles al pleonasmo: concedido a la revista Época (3-XI-86) que, como el resto de la Prensa española, se recrea en hablar de los jóvenes cachorros de la política, como si existiesen cachorros viejos en la política o en la perrera. Mezclan el término cachorro con el de jóvenes turcos (grupo nacido en 1908 con la yana pretensión de renovar el imperio otomano), ambos de similar sentido figurado. Pero olvidan que si bien un turco puede ser joven o viejo, y no es redundancia indicarlo, un cachorro tan sólo puede ser joven: al envejecer se convierte en perro viejo de la política, aunque le cueste reconocerlo.

     Premio Glosolalía pentecostal al traductor monóglota: «Nuestros traductores de un tema de medicina o arquitectura son, como esos especialistas, médicos o arquitectos en activo; además conocen al menos un idioma.» («Mensaje número 2 de Traductores Diorki») ¿Y no tendrían algún mudo analfabeto?

     Premio Augusto Comte al mejor epígono del autor de La Philosophie Positive: ganado por el jefe de la Policía Municipal de Madrid, quien al felicitarse a sí mismo del éxito de sus coches-patrulla provistos de ordenador, que han capturado a muchísimos cacos, declaró que «estas cifras demuestran que la filosofía de conectar con las bases de datos de la Policía Nacional es positiva». Hubiera podido decir la idea es buena, pero le parecería expresión poco refinada para los guardias de la porra.

     Y, por último, el galardón que con más gusto doy, el premio Maestro Ciruela (que no sabía leer y puso escuela) a quien con notable petulancia se erigió en flagelo de ajenos errores lingüísticos y de erudición, y ahora se descuelga él mismo con una pifia llamando liberal a Dato (ABC, 6-XII-86), conservador donde los hubiere, por más que su partido se llamase liberal-conservador. Pero este premio, como los anteriores, lo doy zin acritú, puesto que lo otorgo a mi mejor amigo, es decir, a quien esto escribe y les desea, queridos lectores, un feliz Año Nuevo: su affmo.
TAMARÓN

     A veces alivia comprobar que casi nadie lo lee a uno. Cuando metí la pata con lo de Dato, tan sólo mi amigo don Sebastián Martín Retortillo me abrumó con merecidos sarcasmos. Como no puede ser el único en conocer la afiliación política de Dato, se nota que los demás cultos no me leen. ¡Cuán vano es le vertige de la page en blanc! La página puede uno emborronarla como quiera; nadie lo va a notar.


(Este artículo se publicó en el ABC del 3 de Enero de 1987, y fue recogido en los libros El Guirigay Nacional (1988) y El Guirigay Nacional. Ensayos sobre el habla de hoy (2005))

1 comentario:

  1. ¡Cualquier día de estos, muy pronto no dejaran ni que rían las personas!¡Que tiempos más oscuros o tristes, la verdad!

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