Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: Invocación a Santiago

domingo, 25 de julio de 2010

Invocación a Santiago

Por estas fechas, en torno y pese al día de Santiago, suele reanudarse la bellaca actividad de los incendiarios del monte. Suelen quedar impunes y a casi nadie le importa. De nada sirve preguntar a las autoridades cuántos de los detenidos por este delito durante el verano pasado, juzgados y condenados, siguen en la cárcel. Las autoridades no lo saben o no quieren decirlo. Quizá les dé vergüenza reconocer que nadie sigue preso por ese crimen. Suelen embrollar los datos dando alguna cifra de detenidos por delitos ecológicos pero sin decir cuándo fueron detenidos, cuándo condenados por el juez y si siguen encarcelados o andan paseándose con otro bidón de gasolina.

Oponerse a toda esta destrucción de la naturaleza no parece dar en España muchos votos, de lo contrario no habría esta ominosa inacción. Tampoco parece importar mucho en Bruselas, donde las instituciones europeas lanzaron un magnífico y atinado proyecto llamado la Red Natura 2000, creada por la Directiva de Habitats de 1992, asunto sobre el que espero escribir algún día con cierto detalle, y me gustaría que otros más sabios que yo también lo hiciesen. Pues bien, la Red Natura 2000 es pisoteada y arrasada a diario sin que las autoridades de nuestro país, que en su día acogieron con entusiasmo tan ilustrado proyecto, muevan un dedo para impedir tanta destrucción.

Así es que ya tan sólo se me ocurre pedir ayuda a mi Santo Patrono –que también lo es de todos los españoles– y volver a publicar en su día, el 25 de Julio, este artículo aparecido el 25 de Mayo del 2006 en el ABC y reproducido en esta bitácora en Octubre del 2008. Sí, ya sé que me repito, pero como decía André Gide “todo está dicho, pero como nadie escucha, hay que seguir diciéndolo”.

18 comentarios:

  1. Sí, que Santiago nos escuche y nos libre de los incendiarios del monte y demás hijos de puta pulcrófobos. Ah, y si alguno no se siente jacobeo, pues que invoque a San Jorge o a San Ignacio o al Arcángel San Miguel, que también fueron santos guerreros y gente de fiar. Todo menos creer que nos van a sacar las castañas del fuego los de la Fiscalía de Medio Ambiente o los jueces rousseaunianos. O las oenegés irenéicas u oportunistas.

    ResponderEliminar
  2. Ay, Tamarón -y tú también, Sibila- que os pierde el romanticismo. ¿Por qué no pedís socorro a Santa Rita, Abogada de los Imposibles? ¿O es que os parece poco gallarda?

    ResponderEliminar
  3. Bueno, se podría añadir a Santa Rita de Casia al Cuerpo de Intercesores, pero bastante abajo en el escalafón. Y es que no creo que el poder taumatúrgico de esta Santa Viuda se pueda comparar con el de un Hijo del Trueno. Pienso eso sobre todo después de descubrir que la simpática y práctica Santa ha sido declarada Santa Patrona del Béisbol en los Estados Unidos de América.

    ResponderEliminar
  4. Muy acertado, como siempre, querido tocayo. Nuestro santo patrono debería volver en nuestro auxilio, como en Clavijo, pero esta vez para inutilizar con su espada las manos de los incendiarios...

    ResponderEliminar
  5. Pues sí, Tamarón, hay que seguir diciéndolo. Quizá los santos guerreros vean que no están solos, y hartos como nosotros de la inútil justicia, y sabiendo que algún apoyo tienen aquí abajo, se líen a mandoblazos. Puede que hasta Santa Rita agarre un bate de béisbol y se anime, nada como una mujer práctica.
    Lo que no sé es si estos malnacidos no están en la cárcel porque no hay leyes que digan que es donde deben de estar los que queman los campos y los montes o porque, como tantas otras leyes que afectan a la naturaleza, existen pero no se hacen cumplir.
    ¿Serían más estrictos nuestros antepasados? Desde luego había disposiciones categóricas, ¿se aplicaría la ley tal y como dicen, por ejemplo, las ordenanzas de 1748 de Lagrán (Álava)?:
    "Se prohíbe chamuscar todo género de árboles, y el que los serranos o pastores quemen el pasto seco con el objeto de que la tierra brote con más fertilidad; y se procederá a la prisión y embargo de bienes de los inculpados en tales quemas, que deberán reparar el daño, pagar mil mrs por cada pie de árbol y quedar privados del aprovechamiento de los pastos de aquellos montes y desas por tiempo de seis años."
    (Ordenanzas regogidas por G.López de Guereñu)
    Qué tiempos aquellos...

    ResponderEliminar
  6. Me gusta la invocación Don Santiago. Por cierto, felicidades atrasadas. Mire por donde al poco de leer su artículo me topo con esta noticia:
    http://www.lasprovincias.es/v/20100727/valencia/rayo-dormido-interior-arbol-20100727.html

    En este país no existe la vergüenza

    Un saludo

    ResponderEliminar
  7. Me parece una buena petición para el apóstol, y la frase de Gide...

    ResponderEliminar
  8. Todo lo que puedan hacer Santiago Apóstol, San Miguel, San Jorge y hasta Santa Rita será bienvenido. Porque no veo a San Francisco de Asís, Santo Patrono de la Ecología desde 1.979, rebanando pescuezos o cercenando -ni siquiera inutilizando- manos de pirómanos. Y en cuanto a San Florián o Floriano de Lorch, Patrono de Linz (en Austria) y de Polonia, Protector de los apagafuegos, aún me parece menos de fiar. De una oración a este santo que dice así: "O heiliger Saint Florian verschon mein Haus, zünd andre an" (es decir: "Oh San Florián, libra mi casa; enciende las otras"), deriva el Principio Floriano (St. Florians Prinzip), de frecuente invocación en materia de gestión de residuos, ya sean ordinarios o nucleares. Hay bibliografía, incluso en español sobre el particular. Este "not in my backyard", aunque venga avalado por tan ilustre personaje, no parece del todo idóneo para la defensa del medio natural.

    ResponderEliminar
  9. Afirma un comunicante anterior que, cito, "en este país no existe la vergüenza". Ruego cuidado con esas generalizaciones; de lo que dice habría que concluir, no sólo que todos los españoles sin excepción carecen de tan interesante moción del ánimo, sino que él mismo, si como supongo es español, tampoco la posee. Más: en el caso de los otros, sólo podemos hablar de sus interioridades por suposición, más o menos fundada; pero en el caso propio las conocemos directamente, al menos en lo posible. De donde habría que concluir que su afirmación es mucho más fiable respecto a sí mismo -él sabrá- que a los demás. Supongo, naturalmente, que lo que quiere decir es que en este país mucha gente, demasiada gente, carece de vergüenza (y aun ésta me parecería una afirmación muy arriesgada), pero que él mismo, en cambio, la conoce y ejercita muy bien -y por eso se expresa como lo hace. En resumen: generalizar abusivamente es siempre peligroso -e injusto.

    ResponderEliminar
  10. Que el vicio nacional de los ingleses es la hipocresía y el de los españoles la envidia o que todo el mundo anduvo pendiente del fútbol durante el mundial o que los aqueos tenían corazas de bronce, son generalizaciones censurables para el comunicante que firma Marinero, pues, según dice, "generalizar abusivamente es siempre peligroso -e injusto" (¿y no es lo entrecomillado, a su vez, una generalización vitanda?).

    Sin generalizar no habría ni ensayo ni periodismo ni poesía. Sin generalizar ni siquiera podría haber críticas de las generalizaciones.

    ResponderEliminar
  11. Aceptamos, pues, barco como animal de compañía. En España no existe la vergüenza; y que a mí personalmente ciertas cosas me produzcan alguna sólo indicará que yo no soy español, o al menos un español "comme il faut". En fin, este aqueo-no-portador-de-coraza-broncínea debería resignarse a su condición de agujero cuadrado, y no fastidiar a las muy respetables clavijas (abarcadoramente) redondas, que además de tener razones, tienen razón y son más. Así sea.

    ResponderEliminar
  12. "... Que no pongan fuego para quemar los montes, e más que otra cosa las encinas. E al que lo fallaren faciendo, que lo echen dentro...", dijo Alfonso X en las Cortes de Valladolid, en 1256. A mí me parece que ese sería el único remedio contra los incendiarios, aunque quizá se le pueda añadir la pena prevista en las ordenanzas alavesas de 1748, que ha citado Plantae.

    ResponderEliminar
  13. OSTENTÓREA PIROMANGANCIA

    Piromangancia, litrona,
    violar la Constitución,
    todo está a la última moda.

    ResponderEliminar
  14. Lo que parece es que con el tiempo la ley es más benévola con el sinvergüenza pirómano: En el siglo XIII se los echaba al fuego, en el XVIII los embargaban y encarcelaban... ¿y actualmente? Vamos a terminar dándoles las gracias por quemar el monte... si es que nos dejan alguno. A mí me parece mejor lo de los tiempos de Alfonso X, sin duda. Muerto el perro, se acabó la rabia.

    ResponderEliminar
  15. Estimado Marinero,

    Ya que Joaquín Costa, el egregio regeneracionista, ha refutado sus argumentos a la manera en que Schopenhauer le atizaría a un hegeliano iluso, querría añadir, que a parte de una generalización, mi frase es una verdad relativa y subjetiva. Verdad que usted ha intentado convertir en falsedad objetiva digna de un hombre sin nombre, con la salvedad, de que el que firma lo hace con el suyo propio. Pero usted no se preocupe, pues el verdadero honor no puede ser herido por lo que de uno digan, sino únicamente por lo que uno hace, y deja tras de sí.

    Un saludo

    Por otro lado, me parece que queda pendiente un ensayo sobre la vergüenza o la sinvergüenza en nuestro país que bien podría llevarlo a buen puerto El Marqués de Tamarón.

    ResponderEliminar
  16. Quizá vergüenza, desvergüenza, sinvergonzonería, falta de vergüenza, poca vergüenza y poquísima vergüenza constituyan una gradación interesante en la inverecundia de una tribu. A mediados del siglo pasado y acaso desde mucho antes, se decía, por lo menos en Andalucía:

    "¡Qué poca vergüenza hay!"

    O bien:

    "¡Qué poquísima vergüenza hay!"

    O, retorciendo la lógica y la gramática:

    "¡Cuánta poca vergüenza hay!", o incluso "cuantísima poca vergüenza hay"


    Propongo a los polemistas que han aportado sus interesantes glosas sobre este asunto que mediten sobre estos ricos matices. Mi conclusión personal y pesimista es que no nos salvaremos más que si conservamos o restauramos algo tan noble como lo que se llamaba Vergüenza Torera. Pero no llevamos, me temo, ese camino. Y lo digo con pena pese a que casi nunca voy a los toros.

    Y ahora sí que declaro la veda en este terreno, añadiendo mi afecto y agradecimiento a los tres guerreros con la fórmula respetuosa de:

    P.U.L.P.G.

    (que en este caso quiere decir para ustedes las perras gordas)

    ResponderEliminar
  17. pues esta bien lo que dijo esta persona

    ResponderEliminar

Comentar