La conversación entre Buenos Aires y Madrid que aparece a continuación tiene un aire marxista, de Groucho Marx en el camarote. Santiago pierde un libro, su paciente y heroica secretaria revolotea como ángel de la guarda y encuentra el libro sobre el español, escrito en la Italia del siglo XVI, El diálogo de la lengua de Juan de Valdés. Pero antes, para ganar tiempo al ver que Santiago se ha quedado mudo, le pasa una chuleta sugiriendo el nombre de Ortega y Gasset y cortar su mudez. Ante el asombro benévolo del Profesor Sebastián Porrini, Santiago se lanza a hablar de Ortega.
Todo termina bien y cae el telón tras la triple conferencia transatlántica, incluída la Dea ex machina.
Sólo puedo decir que he sido muy feliz por compartir estos minutos con un verdadero maestro de la lengua y un ser humano exquisito.
ResponderEliminarAgradabilísimo, como siempre, escucharle en esta conversación. Estimula usted las cualidades intelectivas, oyéndole vienen ganas de leer, de charlar, de escuchar. Muchas gracias a ambos, a usted y al profesor.
ResponderEliminarA su servicio.
Espera uno cada texto que se suma a este blog con ilusión pueril, como pueril es la inconformidad que siente al concluirlo, pues le sabe a poquito.
ResponderEliminarDuplica la ilusión descubrir en el último la charleta enlazada , y doble es la caída tras ser vista (visionada dirían cada vez más).
Durante muchos años, sintió este ser ansioso que ha rebasado ya la mitad del camino el desasosiego que impide disfrutar del libro entre las manos por tener ya la vista en el siguiente: síndrome indeseable y colmo del filólogo.
Estimado Santiago: supura usted la calma crítica del lector reposado que es cada vez más rara de ver en estos tiempos, y más rara será en los venideros.
Al correr de los años, como se extrae de sus palabras, convienen pocas, sustanciosas y pausadas lecturas. Tarea difícil es la de escogerlas aunque, por descarte, sea grande la seguridad de las que no serán.
Son muchos los autores que nos han deleitado cuyo anaquel no revisitaremos, cuya sensibilidad ya se nos ha esfumado del recuerdo y de cuyas traducciones, como apunta, no debemos fiarnos.
Solo de vez en cuando, al rescatar un libro ya olvidado, vuelve a nosotros con razonable claridad el gozo que antaño nos brindaba. La tríbada falsaria me hizo tirar del hilo el otro día de Miguel Espinosa, y viendo la entrevista me preguntaba yo si usted lo habría leído y qué opinión le merecería. Parece ser (por un extraño vídeo que me encontré en Youtube) que por Murcia ya pocos lo conocen y menos lo han leído.
Le mando un fuerte abrazo y le agradezco mucho sus artículos.
P. Brañanova
Espera uno cada texto que se suma a este blog con ilusión pueril, como pueril es la inconformidad que siente al concluirlo, pues le sabe a poquito.
ResponderEliminarDuplica la ilusión descubrir en el último la charleta enlazada , y doble es la caída tras ser vista (visionada dirían cada vez más).
Durante muchos años, sintió este ser ansioso que ha rebasado ya la mitad del camino el desasosiego que impide disfrutar del libro entre las manos por tener ya la vista en el siguiente: síndrome indeseable y colmo del filólogo.
Estimado Santiago: supura usted la calma crítica del lector reposado que es cada vez más rara de ver en estos tiempos, y más rara será en los venideros.
Al correr de los años, como se extrae de sus palabras, convienen pocas, sustanciosas y pausadas lecturas. Tarea difícil es la de escogerlas aunque, por descarte, sea grande la seguridad de las que no serán.
Son muchos los autores que nos han deleitado cuyo anaquel no revisitaremos, cuya sensibilidad ya se nos ha esfumado del recuerdo y de cuyas traducciones, como apunta, no debemos fiarnos.
Solo de vez en cuando, al rescatar un libro ya olvidado, vuelve a nosotros con razonable claridad el gozo que antaño nos brindaba. La tríbada falsaria me hizo tirar del hilo el otro día de Miguel Espinosa, y viendo la entrevista me preguntaba yo si usted lo habría leído y qué opinión le merecería. Parece ser (por un extraño vídeo que me encontré en Youtube) que por Murcia ya pocos lo conocen y menos lo han leído.
Le mando un fuerte abrazo y le agradezco mucho sus artículos.
P. Brañanova
Soy feliz cuando releo los libros editados por usted Don Santiago... Me siento como Don Nicolás Davila en su colombia natal... Mil gracias desde un pueblo perdido de Castilla la Vieja.. JUAN VIEJO
ResponderEliminar