Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: agosto 2022

martes, 30 de agosto de 2022

Taedium Vitae

 

Los libros de memorias profesionales son ilegales o son aburridos. Los de los políticos son a veces ambas cosas. Los de los diplomáticos suelen ser más aburridos que ilegales. 

Pero en todo hay excepciones. Precisamente ando detrás de mi mejor amigo, un viejo diplomático, para convencerlo y que escriba poco a poco algunos episodios más o menos públicos y publicables. El otro día, hablando con él a este propósito le pregunté cuál había sido su mayor frustración profesional. Lo hice porque en lo tocante a frustraciones casi nadie, ni siquiera los diplomáticos, miente. 

—¿Qué pasó cuando te cabreaste y dimitiste de tu puesto de Embajador en Londres? 

—Mira muchacho, yo nunca me cabreo, me enfurezco. Y los embajadores no tienen derecho a dimitir, pero sí a pedir el traslado dando un portazo.

—Bueno, bueno, ¿qué pasó?

—Llegué a Madrid y miré alrededor, vi a viejos amigos y compañeros entre los que estabas tú, y pregunté qué puestos había libres y sin novio. Alguien me dijo que nadie, ni siquiera algún joven secretario de embajada con ánimo aventurero, quería ir a Qala-i-naw. Miré un atlas y vi que era un pueblo en medio de la nada de un país, Afganistán, a su vez en medio de la nada eurasiática y en guerra. 

—¿Y qué te contestó el Subdirector General de Servicio Exterior?

La Subdirectora General me dijo que sin duda yo había leído demasiado Kipling. Le dije que por supuesto e incluso le mandé una cita de Kipling que guardo impresa: 

To the Afghan neither life, property, law, nor kingship are sacred when his own lusts prompt him to rebel. He is a thief by instinct, a murderer by heredity and training, and frankly and bestially immoral by all three. None the less he has his own crooked notions of honour, and his character is fascinating to study. On occasion he will fight without reason given till he is hacked in pieces; on other occasions he will refuse to show fight till he is driven into a corner. Herein he is as unaccountable as the gray wolf, who is his blood-brother.¹

—¡Qué barbaridad!— exclamé hipócritamente.

—Para colmo otra diplomática, antigua alumna mía, me dijo que mi virtud correría peligro en Qala-i-naw porque sólo había dos hombres que tenían derecho cada uno a vivir en un contenedor con ducha exclusiva, el Coronel Jefe del Equipo de Reconstrucción Provincial y el diplomático asilvestrado. 

—¿Y qué?

— Pues que, según la diplomática, más de una mujer haría cualquier cosa por tener una ducha caliente en privado.

—Total, Embajador, que no te dieron el puesto modesto pero animado que pedías y te quedaste con unas memorias tan banales como las de cualquier otro diplomático. 

 —Taedium vitae— contestó el Embajador, incapaz como siempre de resistir la tentación del latinajo.



¹ Para el afgano, ni la vida, ni la propiedad, ni la ley, ni el parentesco son sagrados cuando sus propias ansias lo empujan a rebelarse. Es un ladrón por instinto, un asesino por herencia y costumbre y franca y bestialmente inmoral por las tres cosas. Sin embargo, tiene sus propias y retorcidas nociones de honor, y su catadura moral es fascinante para estudiarla. A veces luchará sin motivo hasta que esta cortado en pedazos; otras veces se negará a luchar hasta que está acorralado; y entonces es tan imprevisible como el lobo gris, que es su hermano de sangre.

jueves, 11 de agosto de 2022

Santa Ana y la Virgen María

Con retraso, pues la Iglesia de Roma celebra la festividad de Santa Ana el 26 de julio, publico este cuadro de Murillo que siempre me pareció ser uno de los pocos suyos que inspiran cierta ternura algo triste. Diríase que Santa Ana revela a su hija la Virgen María el destino glorioso y melancólico que le espera. 

Una vez más hasta los escépticos recalcitrantes han de reconocer que Murillo no siempre era cursi, como ya quedaba claro en su Adoración de los Reyes Magos. Pero en este retrato de Santa Ana y la Virgen niña irrumpe con poca gracia la pareja cursilona de los querubines, con sus redondeces al aire y la coronita de flores. A veces imagino a la priora de un convento rico de monjas exigiendo al pintor la presencia en la obra de lindos serafines. 

Mas surge de nuevo al contemplar este cuadro una duda. Sería subsanable dedicando tan sólo una tarde a revisar la rica iconografía religiosa, cristiana para contestar a una pregunta. ¿Es muy frecuente, como pensamos algunos nada doctos pero sí aficionados, que la Virgen María casi siempre aparezca con gesto serio, melancólico o triste? Diríase que desde el principio, precisamente desde que Santa Ana le habla como en este cuadro, la niña futura Madre de Dios Hijo sonríe menos. 

Santa Ana enseñando a leer a la Virgen. Murillo, circa 1655. Museo del Prado

Tono distinto tiene el rostro de la Virgen, mirando con alegría hacia el cielo de su Hijo, en esta Asunción, pintada por un francés, Nicolas Poussin, que trabajó casi toda su vida en Italia. La verdad es que emociona mirar con detenimiento la expresión de la cara de la Virgen, extática y alegre a la vez. Tanto que, por una vez inspirados los putti (niños en italiano), se recatan un poco y parecen sinceros y más alegres que traviesos.




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