Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: Una rara avis

martes, 22 de enero de 2019

Una rara avis

   Nunca me habían hecho una alabanza tan grata como ésta: “Tamarón es una rara avis – un cruce entre halcón y lechuza – que desafía los tópicos”. Lo dice Fidel Sendagorta en la reseña aparecida en la Revista de Occidente de Enero, 2019. En ella recoje la esencia de lo tratado en esta bitácora durante los últimos años, y la ve concentrada en la frase brillante de Nicolás Gómez Dávila: "El reaccionario no es un soñador nostálgico de pasados abolidos sino el cazador de sombras sagradas sobre las colinas eternas".

   Cazador es el halcón, y también la lechuza. Ésta, además, es sabia y por eso acompaña a Minerva, diosa tan sabia como guerrera. Aunque ya Hegel avisó que la lechuza, o más bien el mochuelo – no en vano Athene noctua de nombre científico – no emprende el vuelo hasta el anochecer. Lo que es tanto como decir que una época de la Historia no se entiende hasta su final. No fue Hegel muy optimista aquí. Sendagorta lo es aún menos. Y yo tan sólo puedo serlo mínimamente, y en atención al animal totémico que me asigna mi amigo ahora en ultramar.

   Pero más vale dejarle la palabra a él, capaz de aunar la amabilidad con el ingenio desde su atalaya en Harvard, tal vez bajo el amparo de Santayana, cuya sombra de seguro deambula por allí. 









































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3 comentarios:

  1. Don Santiago, permítame salirme del tiesto. Estoy desolado por nuestra Patria. Sabe Dios en el respeto y la estima en que le tengo, no conozco a nadie de su altura, y de su mérito, acudo a usted para pedirle por lo más Alto que utilice todos los medios a su alcance para intentar impedir estas maldades que nos afligen.
    Afectuosamente suyo un pobre hombre de buena intención, español .
    Siempre a su servicio

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  2. Querido y estimado amigo, usted no es ningún pobre hombre. La prueba es que se angustia con los males de nuestra patria, señal de generoso y noble talante. Es cierto que esos males son graves y muchos proceden de gente aviesa. Pero no creo que estemos abocados a un destino funesto e inevitable. No hay peor batalla que la que no se da. Como amante de la historia antigua que es usted me permito recordarle la sentencia romana:
    INVENIEMUS VIAM AUT FACIEMUS.

    Disponga de su amigo

    Tamarón

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    1. Gracias. No me refería ni a pobreza de espíritu ni a falta de intención, como usted bien ha entendido, claro. Mi angustia es la de un hombre impotente que ha visto como en las manos de una serie de gerentes malvados -por llamarles de alguna manera- ya no le queda en su casa tribuna para ni oír ni decir apenas nada sensato. En mi tierra ya no se escucha, se grita, se asevera el absurdo, sin fundamento, sin tener idea ni de las causas, ni de los medios, ni de las consecuencias de los gritos devastadores de nuestra patria. Y uno se pone triste, y mucho, y recuerda a sus amigos muertos por igual razón en distintos días, y se siente pobre, que es una manera de sentirse decente si el anatema es sentirse fatuo. Vamos que se siente uno halcón y lechuza, volando de atardecer y siempre lejos de Rousseau, como Tamarón. Por eso acudo, por si pudiera de una vez y una voz mandar callar a tanto borrego, a quien sé maestro, amigo, decente y marqués. Por ser mayor que yo, más alto que yo, más egregio que yo, y hablar mejor que yo, el más bello idioma de nuestra España: el andaluz.

      S.S.S, siempre de servicio, df

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