ABC,
SÁBADO,
25 DE AGOSTO DE 2018
Los
únicos elogios que valen la pena son los inmerecidos. Como el arriba
reproducido, fruto de la generosidad de Ramón Pérez-Maura, ex abundantia cordis. Pecaría yo de desagradecido si no le señalase
un mínimo error producto de su misma generosidad, que él atribuye al resto del género humano. Incluso a los
Ministros de Hacienda. Ocurre que del precio de venta al público de los tres
volúmenes de mi Entre líneas y a
contracorriente, que es 138,32€, al autor le corresponden 72 céntimos. Pero
esos tres cuartos de euro no son netos sino brutos, con lo cual el recién
desaparecido Sr. Montoro me hubiera dejado menos de medio euro. Y la recién
llegada Sra. Montero, si aciertan los augures, me dejará aún menos. Por eso aconsejé a los asistentes a la
presentación de la obra que no la comprasen. Espero – por vanidad, no por
codicia – que no todos me hagan caso. En papel, esta bitácora 2008 – 2018 tiene
unos índices, prólogos y dedicatorias muy sustanciosos.
Menos
importante, por ser asunto político y filosófico, es la referencia a mi entrevista
en El País a raíz de mi nombramiento como Director del Instituto Cervantes en
1996. Acabo de comprobar que no me definí como “reaccionario”, sino que dije “Hombre,
yo no soy políticamente correcto en nada”. Pero estoy seguro de que me habré
definido más de una vez como reaccionario, puesto que mi maestro es Nicolás
Gómez Dávila, que también se consideraba reaccionario, “actitud donde puede
hermanarse un Goethe a un Dostoievski”, y dejó muy claro en su ensayo El reaccionario auténtico el pensar y el
sentir de esa tribu bastante escéptica y muy pacífica donde muchos de nosotros hallamos
nuestro hogar casi desde niños.
Por
último, lo menos importante, tan sólo gajes del oficio. Es cierto que fui
Embajador en Londres hasta que Zapatero ganó las elecciones tras el 11-M. Pero
no esperé a que él accediese a la Presidencia del Gobierno español sino que
pedí el relevo (entiendo que un Embajador, como un militar, no puede dimitir) al Gobierno de Aznar explicando
mis motivos, tan sencillos como que no quería estar ni un día a las órdenes de
un gobierno cuyo proyecto político no podía compartir. Conseguí cumplir con
todas mis obligaciones y despedidas (salvo pasar ese fin de semana en Windsor,
donde estaba invitado desde mucho antes por la Reina Isabel II) y salir de Heathrow en la mañana del sábado 17
de Abril de 2004 , creo que 20 minutos antes de que el Sr. Rodríguez Zapatero
llegase a la Moncloa.
Así es
que tan sólo me queda agradecer de nuevo a mi amigo y compañero de la república
de las Letras su benévola pero lúcida
reseña. Entre otras virtudes tiene la de ayudarme a aclarar mis recuerdos algo
más que entre líneas y sin dejar de ir a contracorriente.
Pude permitirme el lujo de no hacer caso al consejo de mi admirado amigo y compañero Santiago Tamarón de no comprar su último libro, gracias a la espléndida pensión de jubilación con la que nuestro Estado premia mis 45 años de initerrumpido servicio a España. Tanta munificencia me ha permitido disfrutar, entre líneas y a contracorriente, de tan extraordinaria bitácora y reencontrarme con El Rompimiento de Gloria, para mí una de las mejores novelas en español de los ültimos veinticinco años.
ResponderEliminarPor ello, el pasado día 25 me produjo grande contento el estupendo artículo de Ramón Pérez-Maura en ABC, glosando brillantemente la obra y dándola a conocer, sin duda, a muchos lectores de su periódico y de sus columnas.
Asimi smo, ayer he leído el atinado y cordial agradecimiento de Santiago y he apreciado especialmente el párrafo referido a nuestros gajes del oficio, que creo tiene importancia, porque precisa los hechos y los tiempos de su salida de Londres, sobre la que, incluso en nuestra Casa, ha habido versiones inexactas, quizá por una cierta confusión no necesariamente inocente y a la que a lo mejor no fue ajeno el Ministerio entrante, por no hablar de otros, incluyendo algunos del saliente, a los que la decisión de Santiago Tamarón ponía ante un espejo que reflejabauna imagen no muy halagadora
Juan M. de Barandica
Disculpe D. Santiago, cuando los criterios de los abuelos que son los mejores periodistas concuerdan con los criterios de las abuelas que son las mejores profesionales es una maravilla hasta D. Javier está sonriendo y todo.
ResponderEliminarSaludos Cordiales. Teresa.
Don Santiago, En el desolador panorama que a mi juicio nos toca estar, Usted es una referencia de acierto y saber hacer. De estar con mando en plaza, por ponerlo marcial, egregios- como Tamarón- y no simplones, otro gallo cantaría, y nos libraríamos de memeces, estupideces, y listillos. Siga siempre testigo y parte de lo Alto, de lo firme, y de lo verdadero, en gramática y en lo que cuente y sea.
ResponderEliminarUn saludo y siempre a su servicio, agradeciendo haber sido nombrado por usted en público, en tanto comentarista de esta bitácora.