Se dice fuerte como un roble. Pero debería decirse prudente como un roble.
Véase la prueba:
Muy a finales de Abril, este roble (rebollo, es de suponer) y todos sus compañeros a unos 1.400 metros de altura se negaban a correr riesgos de fuertes heladas tardías. Tan sólo exhibían pimpollos recatados; ni una hoja entreabierta. La hojarasca fea que se ve a sus pies corresponde a unos helechos, tan cautos como los robles. Detrás se ve un acebo, en general más atrevido que otras especies, tal vez gracias a que sus hojas perennes se sienten seguras bajo la brillante capa como de barniz que las recubre.
Más justificada parece la prudencia de estos robles en Alemania, vistos hace un par de siglos por Caspar David Friedrich. El paisaje, con poca nieve, podría ser de principios de la Primavera; incluso muestran las ramas al trasluz algunos brotes. Pero hay que tener valor para echar hojas en un escenario tan sombrío. Osadía romántica y germánica, casi wagneriana.
Caspar David Friedrich (1774-1840). Alte Nationalgalerie, Berlín. |
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Tengo a la prudencia por la virtud cardinal que debe acompañar a las acciones. Sin cautela toda fortaleza se expone al desastre, al declive.
ResponderEliminarSabio es el roble, por prudente, y fuerte, por cauto. Bien dicho queda, don Santiago en su escrito, que es casi un poema en prosa. La metáfora del roble romántico que inspira teutónicos paisajes, encantamientos y brujas quizá no es tan lejano. Entre ruina y brotes me acerca a un paisaje cercano que nos toca transitar queriendo o no. Pocos robles y mucha hojarasca convierten al monte- al menos en mis lares- en un lugar peligroso, por los fuegos, y por los aires. Más nos valdría ser prudentes antes de confiarnos al crédito (de los días o de los sin nombre) entre tanta hojarasca y bravuconería.
¿Será acaso la imprudencia nuestra principal vergüenza? Para mí tengo por buena la sentencia: “ In dubiis, abstine”; y puestos más en temas de montes, decir quiero que casi no quedan robles donde los hubo y crecen allá las coníferas, mucho más atrevidas, soberbias y pegajosas, llenas de espíritus inflamables, y muy egoístas con el espacio y con la luz.
A su servicio,
¿La Prudencia se ejercita mejor con el paso de los años, se esculpe?.
ResponderEliminarAl contrario, los viejos tendemos a chochear, al atolondramiento, no a la prudencia.
EliminarY el roble prudente aquí fotografiado no es viejo, calculo que no llega a los ochenta años. Poco para un roble.