Marqués de Tamarón || Santiago de Mora Figueroa Marqués de Tamarón: Botones de muestra (XV)

lunes, 14 de octubre de 2013

Botones de muestra (XV)

Chesterton, Baring y Belloc, por Sir James Gunn
© National Portrait Gallery, London
     Las casualidades livianas llegan a veces más hondo que las ponderosas. Júzguese. Anteayer, Sábado, leí un libro de cartas escritas desde un frente de la Primera Guerra Mundial por Maurice Baring a su amiga Juliet Duff. Se había quedado viuda; su marido murió en combate al principio de la guerra. Maurice Baring, voluntario ya talludito, tan sólo consiguió ser destinado como Oficial de Estado Mayor de la Aviación Británica en Flandes, con lo cual podía escribir a diario, aunque robando tiempo al sueño. Cualquiera pensaría que estaba enamorado de ella. Cada carta empezaba con un apelativo cariñoso o cómico, en latín, en francés, en italiano, en alemán, a menudo en español: "Estrella de mi noche", "Pobre barquilla mía", "Oh más dura que mármol a mis quejas". Y si no estaba enamorado, ¿por qué le escribía? Sospecho que quería animarla y animarse él, ambos heridos en el corazón por el infierno de esa guerra en la que se suicidó Europa. Lo curioso es que a él se le conocieron muchas amistades femeninas pero no amores; como mucho y en palabras suyas, alguna amitié amoureuse, y siempre con señoras inteligentes y cultas. Pero al parecer Juliet Duff era simple y algo ignorante. En fin, tendría otros encantos, era guapa y elegante y quizá tenía el don de aceptar el regalo y el homenaje de la amistad con una sonrisa agradecida.

     El caso es que Maurice Baring se desvivió para encargarle un anillo de sello y regalárselo en Abril de 1917, por su 36 cumpleaños. El anillo llevaba una inscripción en español que decía

    Antes muerta que mudada

    Se la tradujo (no sé por qué al francés, Plutôt morte que différente) y ya no vuelve a hablar del anillo.

    Pues bien, eso lo leí el Sábado, y el Domingo me enfrasqué en las Notas para una mariología anglicana: historia y literatura, de Javier de Mora-Figueroa. Es un relato riguroso y ameno de los avatares del catolicismo inglés durante los siglos XVI y XVII, explicando muy bien los porqués de lo que el autor llama "este furor iconoclasta", que tanta y tan hermosa liturgia, arquitectura y artes plásticas destruyó en Inglaterra. Sobrevivieron, sin embargo, restos del Vetus Ordo del culto a María y destellos inesperados en la lírica.

    "Un ejemplo destacable en este elenco de escritores es John Donne (1572-1631), apóstata, poeta libertino, soldado, jurista y, finalmente, clérigo anglicano y Deán de la catedral de San Pablo. Una paradoja más en su vida convulsa es que su lema fuera, en castellano, Antes muerto que mudado. Pero al final de su vida, cuando sus sermones son escuchados con admiración y sus poemas alcanzan la mayor altura, escribe los Holy Sonnets."

    Estos sonetos de John Donne, el ferviente aunque oportunista cristiano y desleal católico, el libertino pero devoto de la Santa Virgen, son muy hermosos, en particular los que pertenecen a La Corona (sic) de siete sonetos encadenados. Uno de ellos termina

    Thou hast light in dark, and shutst in little room,
Immensity cloistered in thy dear womb.

    Javier de Mora-Figueroa lo traduce con fiel destreza así

    Tienes la luz en la oscuridad; y encerrado en el pequeño espacio
de tu querido seno, tienes a la Inmensidad enclaustrada.

    Pero a mí lo que más me impresionó fue que dos veces en 48 horas se me apareciera el fantasma de ese viejo lema español, en pluma de dos brillantes escritores ingleses que para colmo desmienten en su vida el rechazo a toda mudanza. Si John Donne fue apóstata, cabe suponer que no quería ser Antes muerto que mudado. Y si Maurice Baring pasó de la Iglesia de Inglaterra a la Iglesia de Roma sería porque pensó que al así mudar alcanzaría más Vida. De hecho, Maurice Baring le dijo a su amigo del alma Hilaire Belloc que fue la única decisión de la que jamás se había arrepentido.

    No sé cómo interpretar esta liviana coincidencia durante un fin de semana fresco y soleado en las montañas. Como buen supersticioso, me gustaría que sin buscarlas actuasen siempre así las Sortes virgilianae. O las Sortes biblicae, como acabaron siendo llamadas tras la muerte del mundo pagano.

    Mas toda casualidad, por liviana que sea, tiene una coda. Seguía yo sin saber de dónde había sacado Baring el lema, y si -cosa posible- lo tomó de Donne, dónde lo había encontrado éste. Por una vez el Sr. Google daba palos de ciego. Al final, la modesta y grata hierofanía me llegó gracias a Javier de Mora-Figueroa y a Fernando Ortiz. Se acordaron de que José Antonio Muñoz Rojas dice esto en uno de sus Ensayos anglo-andaluces, ¿Antes muerto que mudado?:
"Conocerlo, conocerlo físicamente, sólo lo conseguimos cierto tiempo después, en un retrato del poeta a los 18 años. Los ojos, grandes y ambiciosos, el cabello y la apariencia compuestos, los labios sensuales, la mano en el puño de la espada. Y en un rincón del retrato, un mote 
                    Antes muerto que mudado 
Como suena en el castellano en que lo había escrito Montemayor. Mejor dicho, alterando el género del verbo, porque Montemayor escribió: 
"Sobre el arena sentada,
De este río, la vi yo:
do con el dedo escribió:
Antes muerta que mudada". 
La letrilla se halla en la "Diana". Ya estaba, por lo pronto bien, que en la Inglaterra de Isabel, cuando no eran precisamente poemas lo que intercambiaban españoles e ingleses, se saliera este gentilhombre por Montemayor".
    Bien está lo que bien acaba, que diría Shakespeare.














Dear Animated Bust. Letters to Lady Juliet Duff. France 1915-1918
Por Maurice Baring
Michael Russell, Publishing
Salisbury, 1981














Notas para una mariología anglicana: historia y literatura
Por Javier de Mora-Figueroa
In: Scripta de Maria, número X
Santuario de Torreciudad, 2013

Enlaces relacionados:
Botones de muestra (XXIX): Javier de Mora-Figueroa
Botones de muestra (XIV): Marqués de Tamarón
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Botones de muestra (II): Leopoldo Calvo-Sotelo
Botones de muestra: Fernando Ortiz

11 comentarios:

  1. Miguel de Avendaño14 de octubre de 2013, 23:27

    I've always thought RC is alien to England, especially its post-18th century incense, mariolatrous and priest ridden manifestations. At a dinner with Lord Buxton (an RC) at Holkham Hall at which I tried to explain to him the Spanish position (with which I was not in agreement) on the halibut war, he rather rudely decided not to talk to me. Therefore I retaliated with my right-hand dinner-companion (the Countess of Leicester) and said that Roman Catholics in England were completely alien. She agreed. Funnily, according to Eddie Leicester, this was probably the first time at Holkham Hall that there were more RCs to dinner than Protestants.

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  2. No sé, y me excuso por ello, sí mi aportación procede, pero la traigo por sumarme a vuestra sutil circunstancia cuando habláis de casualidades. La mía, de casualidad, ha sido atender a vuestro escrito poco después de haber leído una noticia desgarradora de una nueva lepra en forma de droga que, parece, llegará pronto a nuestros lares, algo así como una combinación de gasolina y opiáceo.
    Infelices las guerras, suicidio bien dicho, como suicidio es también mudar la poesía por traición o la belleza por nihilismo.
    Me interrogo por las mudas, con desolación, ya no por las personales sino por las sociales.
    ¿Adónde vamos?, si es que vamos, pues me parece que más que ir volvemos a la prehistoria de la especie.
    Bien recordareis caro amigo vuestra cita en la televisión respecto a la terrible aseveración del Génesis 6:6, “paenituit Dominum quod hominem fecisset in terra”.

    Siempre a vuestro servicio,

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  3. Hablando de Lord Acton, parece ser que su famosa frase: "Power tends to corrupt and absolute power corrupts absolutely", continuaba: "Great men are almost always bad men". Esta segunda parte no suele ser incluida cuando se le cita. ¿Alguien aventura alguna explicación?

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    1. Don Álvaro, permítame usted.

      En" Zur Genealogie der Moral", Nietzsche intenta, como sabemos, demostrar que el bien y la moral, en su origen, eran conceptos que hoy pasarían por todo lo contrario. Si se acepta este punto de vista, la semántica y la etimología pueden dar respuesta muy contradictoria a la pregunta que propone, entiendo, como reflexión.
      ¿Qué es moral, poder o grandeza? Subyace un cuestionamiento del derecho natural, y nos lleva a un posicionamiento, ineludible, frente al mismo. No se cita, -yo no sabía que no se citaba-, supongo, por la incomodidad que supone la afirmación, pues dice sin tapujos que la grandeza conlleva, muchas veces, maldad, o en todo caso, que la bondad y el poder no se siguen. Si definimos los términos de modo adecuado, (o usamos adjetivos para su extensión , social por ejemplo), podríamos eludir académicamente el brete, no estaría tan seguro que el problema.
      Veamos otro caso, Rousseau encuentra el mal en la civilización, quiere atribuir categorías morales a la naturaleza y nos intoxica con una filosofía terrible que presupone condiciones falsas. Siempre aparece la problemática de la Ley Natural, y si se me permite, la cuestión filosófica de los Universales, que Santo Tomás explica en" De ente et essentia", con criterios aristotélicos, claro.
      Mi opinión extensa, no la creo relevante para traerla, pero de lo que estoy seguro es que el paradigma moderno que niega principios absolutos, o en todo caso, de validez universal "sine qua non", que se presenta relativista, materialista y (nihilista), es destructivo y falaz.
      También diré, como ejemplo, que el relativismo en física, no es lo que parece entender por tal el común de los que alegremente afirman que todo es relativo, pues al contario la teoría en ciencia, presupone un límite absoluto para la velocidad de la luz, condición necesaria para la consistencia de todo lo demás. Ya Arquímedes solicitó un apoyo quieto para mover el mundo.
      ¿Podría decirse que sin certeza no hay verdad?

      Afectuosamente suyo,

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    2. Álvaro, tu comentario hubiera debido ir al hilo de otro publicado tras la anterior entrada, Ordine Nuovo. Pero el caso es que tienes razón, la frase de Lord Acton sobre la capacidad corruptora del poder suele citarse incompleta. El contexto de la frase -una carta a un historiador y obispo anglicano, diciéndole, él, un monárquico y católico, que no había por qué dar el beneficio de la duda a papas o reyes- queda muy bien explicado aquí (Acton on Moral Judgements in History). Yo no tengo tiempo ahora de traducir esto ni de resumirlo.



      El comentario de David José Flores es válido, y puede complementarse recordando que Acton era en su época un católico sui generis: profundamente cristiano y un convencido liberal. Tal vez también comprendía que el hombre es malo, luego cuanto más poder tenga más mal hará. Por eso quizá Lord Acton era mucho más liberal que demócrata. Y partidario del Sur en la Guerra Civil Americana, no por esclavista sino por federalista. Así es que por eso su integridad intelectual y moral lo llevaba a desconfiar del poder absoluto de los reyes y de los papas: se opuso a la promulgación del dogma de la infalibilidad pontificia pero luego lo acató y no fue excomulgado. Nunca dejó de ser católico y monárquico. Ojalá lo leyésemos más.

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  4. Entonces, la afirmación de lord Acton: There is no worse heresy than that the office sanctifies the holder of it, se referiría al dogma de la infalibilidad papal.

    En cuanto a su frase sobre los grandes hombres, supongo Acton estaría de acuerdo con aquello que una vez leí que escribió San Agustín: El hombre es egoista hasta cuando hace el bien. Y a partir de ahí los peligros que trae darle poder a ese ser egoista son obvios.

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    1. Sí, así es,necesariamente el hombre se considera con prevención, la caída original determina una naturaleza que debe ser reconstruida. Justo lo contrario de lo que se presupone hoy. La contingencia demuestra la bondad de los argumentos de lord Acton.

      Saludos y respetos .

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  5. "Linda zagaleja", "Plus que reine", "Carissima gazza ladra", "Esclave couronnée", "Belle dame sans culottes"... Dice la prologuista de la edición de las cartas que Lady Juliet Duff "was not an obviously appropriate recipient for epistolary firework. Neither an intellectual nor a Catholic, she was not even clever or well educated". El caso es que Baring la colmó de epítetos a cual más sorprendente, buscó para ella el anillo con la inscripción de la "Diana", le reprochaba silencios ("Alma de mi alma, why this silence?") y le dirigió estas bellísimas palabras que son para releer a diario:
    "What shall be my last day? What shall be yours? Strive not, Leuconoe, to pry into the forbidden future and leave outlandish astrology alone.
    It is better to consent to whatever may be; whether Jupiter has many years in store for us still, or whether this winter which is now hurling the Tuscan sea against the rocky shores shall be the last of all our winters. Be wise, uncork your very best wine; confine your vast hopes in a little room; even as we speak we can hear the beating of time's envious wings.
    Enjoy today to the full; do not think about tomorrow"(14.4.17)

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  6. No advertí a los lectores, aunque estoy seguro de que habrán reparado en ello, que el texto de la carta de Baring reproduce la undécima oda de Horacio, el célebre Carpe Diem. "Chou fleur au gratin", le decía en otra ocasión, y transcribía tras unos comentarios bastante banales una de las Nemeas de Píndaro. Lo que nos lleva otra vez a la pregunta sin respuesta: ¿Cómo era Lady Juliet Duff? No era Baring el único que le escribía; existe una edición de las cartas de Somerset Maugham a esta misma señora. Es Nicholas Haslam, decorador y astro social, quien da bastantes pistas sobre Lady Juliet en su autobiografía "Redeeming features". "Intelligent, with a prodigious memory, she was a great gardener though considered by some a bit of a goose and renowned for foot in mouth remarks". Después de leer lo que Haslam cuenta de ella me inclino a quedarme con la última parte de la descripción.

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    1. Gracias, Prof. Silenus. Para mí que Juliet Duff era tonta y Maurice Baring era un santo que se esforzaba en animarla.

      Habría que ir pensando en beatificarlo en cuanto se termine la causa de su amigo Chesterton.

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  7. Es lo que dice, sin muchos rodeos, A.N. Wilson en su biografía de Hilaire Belloc: "All who knew her remember that she was "a good sort", "terrific fun", but she was gangling (all of six foot three in height, clumsy, empty-headed and very very silly (...) She was the woman whose name was introduced into the conversation if you wanted to tell a story in which the opposite sex was made ridiculous".

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