No me gusta esa palabra de intelectual. Nunca he comprendido lo que quiere decir. Cuando Régis Debray fue encarcelado en Bolivia, siempre lo designaban con la perífrasis “el joven intelectual”. En realidad era un joven combatiente que había asumido los riesgos del combate. La intelectualidad tenía poco que ver con su aventura. Todos los ejemplares de homo sapiens, por las virtudes todavía tan mal conocidas de sus neuronas, son intelectuales. Mi abuelo era tonelero, mi padre general, yo soy profesor y mi hijo es médico psicoanalista. Desde luego hace falta tanta inteligencia para hacer un tonel o para inventar cañones como para emborronar papeles o quitar las angustias.
(Georges Dumézil, Entretiens avec Didier Eribon, 1987)
He traducido a vuela pluma estas palabras tan osadas y políticamente incorrectas que sólo un sabio octogenario y próximo a la muerte se atreve a pronunciar. Georges Dumézil escribió algunos de los estudios más profundos y brillantes sobre la religión y la sociedad indoeuropeas. Y siempre fue un espíritu libre y luchador. He releído el libro que cito y no comprendo cómo pude olvidar estas palabras tan certeras cuando escribí mis modestas consideraciones sobre los intelectuales, que reproduje no hace mucho en esta bitácora con escándalo de más de un lector, a juzgar por los comentarios.
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Yo también leí a Dumézil hace ya casi treinta años y, con esto que usted escribe, creo que voy a buscar el libro en cuestión (estaba editado por Siglo XXI). Sobre los intelectuales es muy recomendable el libro, del también políticamente incorrecto, Paul Johnson.
ResponderEliminarReciba usted un cordial saludo.
GÓMEZ DE LESACA
En un antiguo ensayo de los setenta, Carlos Castilla del Pino afirmaba que intelectual era quien "de su interpretación de la realidad hacía oficio". Un poeta, por ejemplo. Lástima que no tenga el libro a mano para citar. Claro que Carlos, que era inteligente, nos dejó frases memorables como "charlacanería" (de charlatán y Lacán).Fernando Ortiz
ResponderEliminarSe podría argumentar que intelectual es aquel cuyos dictámenes, una vez publicados, tienen influencia en la opinión pública. Para que existan hace falta, por tanto, una opinión pública, medios de comunicación masivos etc. No es casualidad que los primeros así llamados intelectuales coincidieran con la rebelión de las masas, para entendernos. Por eso a nadie se le ocurriría decir que San Agustín era un intelectual. Ahora bien ¿qué hacemos con Belén Esteban?
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