(El ensayo que aparece a continuación ha sido publicado el Domingo 24 de Marzo en la Gaceta de la Iberosfera)
Fernando Pessoa, pintado por Almada Negreiros, Fundación Calouste Gulbenkian, Lisboa |
Hace diez meses –una eternidad– escribí y publiqué en mi cuaderno de bitácora una nota titulada El desasosiego de Pessoa. Reconozco que en vez de sosegarme, mi modesta nota me ha ido desasosegando. Como si Pessoa, maestro de la prestidigitación, muerto en 1935, se entretuviese desconcertando a sus lectores.
Tal vez porque he seguido leyendo al maestro portugués, lo veo al cabo de menos de un año con ojos distintos. Al principio el énfasis lo ponía mi mente ingenua en una cierta seriedad barroca (o pre-barroca, recuérdese el Estilo Manuelino de principios del siglo XVI). Después, poco a poco, empecé a observar en su obra escrita ciertos rasgos burlones.
Singularmente llama la atención un resumen autobiográfico escrito en Marzo de 1935, unos meses antes de morir. El texto está redactado en el estilo habitual en estos casos, sobrio y aburrido. Hasta que cambia radicalmente el tono y dice lo siguiente de sí mismo:
Ideología Política: Considera [el autor, Fernando António Nogueira Pessoa] que el sistema monárquico sería el más propio para una nación orgánicamente imperial como es Portugal. Considera, al mismo tiempo, la Monarquía completamente inviable en Portugal. Por eso, de haber un plebiscito entre regímenes, votaría, si bien con pena, por la República. Conservador de estilo inglés, esto es, liberal dentro del conservadurismo, y absolutamente anti-reaccionario.
Posición religiosa: Cristiano gnóstico y por tanto enteramente opuesto a todas las Iglesias organizadas, y sobre todo a la Iglesia de Roma. Fiel, por motivos que más adelante están implícitos, a la Tradición Secreta del Cristianismo, que tiene íntimas relaciones con la Tradición Secreta en Israel (la Santa Kabbalah) y con la esencia oculta de la masonería.
Posición iniciática: Iniciado, por comunicación directa de Maestro a Discípulo, en los tres grados menores de la (aparentemente extinta) Orden Templaria de Portugal.
Posición patriótica: Partidario de un nacionalismo místico, del que sea abolida toda la infiltración católico-romana, creándose, si es posible, un sebastianismo nuevo, que la substituya espiritualmente, si es que en el catolicismo portugués hubo alguna vez espiritualidad. Nacionalista que se guía por este lema: "Todo por la humanidad, nada contra la nación".
Posición social: Anticomunista y antisocialista. Lo demás se deduce de lo expuesto arriba.
Resumen de estas últimas consideraciones: Tener siempre en la memoria al mártir Jacques de Molay, Grado-Maestre de los Templarios, y combatir, siempre y en todo lugar, a los tres asesinos: la Ignorancia, el Fanatismo y la Tiranía.
Lisboa, 30 de marzo de 1935
Esta declaración de Pessoa es incalificable sensu stricto. El lector no sabe si los párrafos antes citados están escritos en serio o con ironía de mayor o menor grado. Al final, comprendemos –por lo menos yo– que hay una buena carga burlona. Compárese con la siguiente letrilla:
O poeta é um fingidor.
Finge tão completamente
Que chega a fingir que é dor
A dor que deveras sente.
Fernando Pessoa, fevereiro de 1925.
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que en verdad siente.
Fernando Pessoa/Bernardo Soares; Autopsicografía; publicado el 1 de abril de 1931.
Y esa letrilla parece en la traducción al español una de esas coplas flamencas que son a la vez tiernas e irónicas. Aunque, bien pensado, tienen aires antiguos más ilustres:
Ca uso faze maestro,
e virtud es exerçiçio:
al siniestro faze diestro
el deleite del offiçio.
El Marqués de Santillana, Coplas al muy exçellente e muy virtuoso señor don Alfonso, Rey de Portugal.
En ocasiones la ambigüedad conmueve, como aquí:
Onde está Deus, mesmo que não exista? Quero rezar e chorar, arrependerme de crimes que não cometi, gozar ser perdoado como uma carícia não propriamente materna.
Livro do desassossego, 88.
¿Dónde está Dios, aunque no exista? Quiero rezar y llorar, arrepentirme de crímenes que no he cometido, disfrutar de ser perdonado por una caricia no propiamente maternal.
Libro del desasosiego, 88.
Pessoa escribe torrencialmente, pero siempre parece angustiado ante lo que llama “la vida real del mundo” :
Sólo participa de la vida real del mundo quien tiene más voluntad que inteligencia, o más impulsividad que razón. «Disjecta membra»,dijo Carlyle, «es lo que queda de cualquier poeta, o de cualquier hombre»[1]
Y no son pocos los “restos dispersos” de Pessoa :
El maletín con 25.000 páginas manuscritas |
La enormidad de su legado de textos inéditos es propia de un escritor que fumaba 80 cigarrillos diarios y bebía mucho… Aunque también dedicó tiempo al amor, pero menos si hemos de creer que su único amor fue Ofélia de Queirós.
Envuelto en ambigüedades, Pessoa justifica que John Hollander declarara que si Pessoa nunca hubiese existido, Borges hubiera tenido que inventarlo. Esa fascinación también llevó a Harold Bloom a incluirlo en una lista de veintiséis escritores que consideraba esenciales para el Canon Occidental, el cual empezaba con Shakespeare y terminaba cayendo hasta Beckett.
Las últimas palabras que escribió Pessoa fueron:
29-11-1935
I know not what tomorrow will bring
(No sé lo que traerá el mañana)
(Escrito en el hospital de Lisboa donde murió al día siguiente, 30 de Noviembre de 1935).
Fue enterrado en el Cementerio de los Placeres (Cemitério dos Prazeres, Lisboa).
[1] La educación del estoico, Fernando Pessoa. Trad. de Roser Vilagrassa.