Fotografía: EFE |
Este verano vuelve a ser ardiente con rabia. Y vuelven a encogerse de hombros muchos que deberían hacer algo.
El peor incendio por ahora es el de la Sierra de Gata, en Extremadura. Los incendiarios han conseguido plenamente su propósito; ya llevan 8.000 hectáreas quemadas. El Presidente de la Junta de Extremadura dijo que eran incendios provocados puesto que es imposible que el azar haga estallar cinco focos a la vez en el monte. Pero no ha atribuido la autoría a alguien en concreto, ni siquiera a algún grupo social o psicopático; cosa que se comprende puesto que habrá que esperar los resultados de las investigaciones, si es que los hay alguna vez.
Mientras ardía buena parte de España se declararon en huelga indefinida los llamados brigadistas, miembros de las Brigadas de Refuerzo contra Incendios Forestales (BRIF). Sus jefes sindicales aseguraron que no dejarían de trabajar contra el fuego "voluntariamente". El caso es que ha habido sabotajes de helicópteros y coches destinados a luchar contra el fuego (véase el artículo de El País "Sabotajes a helicópteros y coches en la huelga de los brigadistas antiincendios").
La otra coincidencia es que se ha modificado la legislación haciendo menos difícil la reclasificación de los terrenos forestales quemados.
Así es que resultan reveladores, en el artículo de El País "A la búsqueda del incendiario" (...) estos párrafos finales:
Un informe confeccionado por el Ministerio de Medio Ambiente, que recopila los incendios registrados en España entre 2001 y 2010, recoge que solo detrás del 4,3% de todos estos fuegos había causas naturales; y del 23,3%, negligencias y accidentes. Del resto, un 15% se desconoce qué los provocó; y un 54,7% fueron intencionados. "Estos últimos son los más numerosos, representan el 60% de la superficie afectada", explica el documento, que señala que, de ellos, un 68,3% corresponden a quemas ilegales agrícolas, eliminación de matorral y regeneración de pastos que se hicieron "de forma incontrolada"; un 11,9% a venganzas y vandalismo; y un 9,7% a pirómanos.
Los investigadores distinguen, por ello, dos perfiles. El del incendiario: "Un hombre de 30 a 50 años, con domicilio cerca del lugar y sin cualificación profesional; que actúa por motivos de maldad, interés económico, venganza... Son frecuentes las personas desestructuradas, tanto familiarmente como socialmente", explica un informe de la Guardia Civil de Galicia. Y los pirómanos: "Son gente enferma, con un trastorno de conducta, que no pueden controlarse y que requieren tratamiento", sentencia el integrante de Greenpeace.La última frase es inefable y cabe imaginar cómo la musita, melifluo, el onegero anónimo de Greenpeace. Eso, los pirómanos son igual que los violadores y asesinos de niños, enfermos que requieren tratamiento y, mientras, hay que soltarlos para que entren en razón. Por mucho que los médicos avisen de que esos hideputas siempre seguirán delinquiendo.
El caso es que ya caben pocas dudas: los incendios de los montes españoles son en un 95 % provocados, por negligencia o, sobre todo, con ánimo delictivo.
Y tampoco caben dudas en cuanto a la inoperancia de la justicia, que en muy pequeña proporción detiene, juzga y condena a los culpables. Y aún de ese pequeño porcentaje no se sabe cuántos cumplen la sentencia puesto que entre 2007 y 2013 tan sólo ocho personas fueron condenadas a penas de prisión superiores a dos años, el mínimo para que suponga el ingreso obligatorio en la cárcel. Es más, no se sabe cuántos han entrado en prisión firme ni por cuánto tiempo. Y lo peor no es eso, sino que hay motivos para suponer que la ausencia de datos no es ocultación de las administraciones sino ignorancia impura y simple, como se desprende de este informe de la Fundación Civio, elaborado con admirable tesón y rectitud por Marcos García Rey y Hugo Garrido:
¿Quién quema el monte?Por último, este asunto de extrema gravedad está degenerando en un cruce de acusaciones impropio de un país serio que se supone un Estado de Derecho. Aparece la tendencia a atribuir los incendios -una vez que está claro que han sido provocados- a una de estas dos causas: la nueva ley que facilita edificar en terrenos quemados y la nueva ley que quita facultades a los agentes forestales. En el primer caso los sospechosos de haber prendido el fuego son unos ricos explotadores del pueblo (aunque no creo que para edificar sea necesario y ni siquiera conveniente convertir 8.000 hectáreas en terreno calcinado). Y en el segundo caso los agentes forestales estarían justificados al defender sus legítimos intereses, como explicó un espontáneo en comentario en El País el 30 de Julio:
Demonizar a los trabajadores que pelean por sus derechos, es propio de regímenes fascistas. Los derechos amparan nuestras libertades, y el de huelga es sagrado.Así, la huelga se ideó para dañar a la otra parte y hacerla ceder en sus pretensiones, protegiendo de esa manera los derechos laborales del trabajador............................. Hablar de huelgas agresivas o sabotajes , es desconocer la legislación y los derechos humanos por completo. ¡¡Más de un periodista debería volver a la universidad.......si es que ha estado alguna vez!!!.Aunque también puede ser este comentario obra no de un saboteador sino de un provocador del bando opuesto al proletario indignado.
A este respecto, el anterior Presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago,
ha recordado que en 2003, "con un gobierno socialista", se quemaron en Extremadura 50.000 hectáreas en Valencia de Alcántara (Cáceres) "y no existía esta ley de Montes, lo que existía era lo mismo que existe ahora: gente con deseo de querer quemar el monte".
Ha recalcado que detrás del inicio de un incendio como el de Sierra de Gata "siempre está la mano del hombre, de una o varias malas personas" y "no el marco normativo". (El Periódico de Extremadura)En fin, lo único seguro del incendio de la Sierra de Gata es que ha sido provocado. Y casi igual de seguro es que los culpables no irán a la cárcel.
Otra victoria, pues, del estúpido optimismo antropológico de Rousseau contra el cauto pesimismo de Hobbes.
Enlace relacionado:
Verano de bochorno