Ya sobrecogen bastante las palabras inapelables, Y Dios lamentó haber creado al hombre (Génesis 6:6). Pero no son más que preámbulo del plan divino: Así pues, dijo Yahvé: «Voy a exterminar de sobre la faz del suelo al hombre que he creado –desde el hombre hasta los ganados, los reptiles, y hasta las aves del cielo–, porque me pesa haberlos hecho». Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahvé (Génesis 6:7-8).¹
A partir de ahí, el Diluvio Universal, la Torre de Babel y otras calamidades. Lo inefable no admite más comentarios.
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| "The Deluge", Gustave Doré, 1866 |
¹ La cita es de la edición española de la Biblia de Jerusalén, por lo cual era de temer que renunciaran a referirse a Dios con su Nombre en español y usaran el hebreo, Yahvé.
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Sí, así es. Fácil no es, desde luego, conjugar esta realidad escrita en el Génesis, con la idea de Dios que se difunde hoy desde las catequesis. Las contradicciones, al menos aparentes, que se encuentran en los textos sagrados no son una cuestión, creo, poco importante. No debo aquí extenderme, abusando de un comentario para escribir una larga glosa, pero tampoco quiero dejar pasar la oportuna entrada para llamar a la reflexión. Finalmente otra vez topamos con la problemática del Mal y los atributos de definición de Dios, a saber: Omnipotencia, Eternidad y Bondad. Si como siempre, pretendemos solventar la cuestión a través de la libertad del hombre, en cuanto a albedrío, pues libre del todo no es, en cuanto si su acción no se adecua a la Ley es condenado, una y otra vez las soluciones propuestas son parcialmente refutables sin mucho esfuerzo intelectual. Por ejemplo: El arrepentimiento presupone un reconocimiento de error, cómo le puede suceder tal cosa al ser Omnipotente que es Dios. Tampoco es una solución muy formalmente elegante acabar reduciendo el brete a categoría y llamar a esa categoría Misterio, aunque se escriba en Latín, para más afirmación y presencia. Nuevamente concluiré yo con las tres palabras que más uso a medida que voy para mayor: No lo sé.
ResponderEliminarQue Dios nos ayude a perseverar en la Fe y nos aleje de las tinieblas de la confusión y de Caos.
Afectísimamente a su servicio don Santiago.
DJF
Es indudable la aporía del problema del Mal. ¿Cómo puede un Ser omnipotente, en eterno,infinitamente bueno (y no se olvide que también es omnisciente) consentir el Mal?
EliminarTiene razón David José Flores concluyendo "No lo sé". Tres nobles sílabas que, por cierto, son sinónimo de otra voz trisílaba: Misterio.
Elena
Parafraseando a Tertuliano se acuñó "Credo quia absurdum", creo porque es absurdo. San Agustín dice "Credo ut intelligam", creo para entender.
EliminarTodo esto lo explica, muy bien por esta vez, la Wikipedia en español (https://es.wikipedia.org/wiki/Credo_quia_absurdum).
Tamarón
Reconozco mi escasa simpatía por Tertuliano. Cito lo que dice en "De spectaculis", en la versión de Gibbon a su vez traducida por Borges (en su artículo "La duración del infierno", recogido en el libro "Discusión" (1932):
Eliminar"Qué admiración en mí, qué carcajadas, qué celebraciones, qué júbilo, cuando vea tantos reyes soberbios y dioses engañosos doliéndose en la prisión más ínfima de la tiniebla; tantos magistrados que persiguieron el nombre del Señor, derritiéndose en hogueras más feroces que las que azuzaron jamás contra los cristianos; tantos graves filósofos ruborizándose en las rojas hogueras con sus auditores ilusos; tantos aclamados poetas temblando no ante el tribunal de Midas, sino de Cristo; tantos actores trágicos, más elocuentes ahora en la manifestación de un tormento tan genuino…".
Esa delectación en el sufrimiento ajeno me parece a mí ferozmente inhumana, la verdad, y me gusta muy poco.
Todas las Teologías, desde Tertuliano, se enfrentan a los mismos problemas, pues las hacemos los mismos hombres sobre el mismo Dios. Lo que si cambia es la aceptación social de la misma, o si se quiere , la capacidad para dar respuesta a los problemas que afligen. A mi modo de ver la Iglesia Católica ha perdido gran parte de esta capacidad desde hace , al menos, siglo y medio. Las causas, que creo complejas, exceden una explicación apresurada, pero los efectos son tan evidentes que no merece la pena extendernos. Los misterios y las contradicciones (aceptemos incluso aparentes) del mismo Credo no son nada frente a las contradicciones y disparates que proclaman clérigos algunos desde las más altas a las más humildes instancias. Todo permeado de conceptos y ademanes más esperables desde otras obediencias que a la recta católica.
EliminarComo reacción el pueblo llano se aleja y deja de esperar, que es creer.
Siempre con ustedes. A su servicio don Santiago.
Desolador
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